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Dos vecinos de Beranga ahuyentan a una bandada de buitres que acorralaba a una vaca herida

Dos vecinos de Beranga ahuyentan a una bandada de buitres que acorralaba a una vaca herida

Uno de los hombres echó a correr para espantar a carroñeros que acechaban a una frisona, con problemas de cojera, en Hazas de Cesto

Ernesto Sardina

Santander

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Miércoles, 18 de abril 2018, 07:17

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«Los buitres (más de una treintena) casi rodeaban ya a la vaca, que se encontraba tumbada, así que mi compañero echó a correr para espantarlos». Es el relato de uno de los dos vecinos de Beranga que, gracias a su rápida acción, salvaron a una vaca de raza frisona de ser atacada por los buitres. La escena, que cada vez es menos original en Cantabria, resulta espectacular con solo verla en la fotografía. Uno de los protagonistas de esta historia, vara en mano, con el buzo de trabajo y las botas de agua, sale corriendo para espantar a la bandada de buitres que ya cercaba al animal. El hecho tuvo lugar ayer cerca de las cuatro de la tarde, cuando ambos regresaban de trabajar por la carretera de acceso al vertedero de Meruelo, la CA-456, que parte desde las proximidades de la localidad de Praves, en el municipio de Hazas de Cesto.

«Nos llamó la atención la cantidad de buitres que había sobre una loma y decidimos acercarnos más para ver lo que estaba pasando. Al comprobar el número de ejemplares reunidos y descubrir a la vaca tumbada en el suelo, ya casi rodeada, el compañero echó a correr para espantar a los carroñeros. Aunque torpemente, debido a su envergadura, levantaron el vuelo y se marcharon. También se incorporó la vaca, con dificultad, pues cojeaba de una de las patas», explica el de Beranga. «A simple vista, la res no presentaba ninguna evidencia de que hubiera sido objeto de algún picotazo por parte de los buitres», relata. «No es extraño ver a estas aves por la zona, incluso en un número destacado. En algún caso ya había presenciado alguna escena parecida años atrás», explica este cántabro.

Los buitres son rapaces carroñeras que se alimentan de animales muertos, pero que también son capaces, a falta de lo primero, de cazar presas vivas. Este es el caso de las reses enfermas, heridas o de parto, que son cercadas por los buitres y finalmente devoradas ante la carencia de fuerzas para defenderse.

Uno de los últimos casos registrados y documentados -los hay que no llegan a certificarse- tuvo lugar a finales de abril del año pasado en Villanueva de Villaescusa, a solo 16 kilómetros de Santander. El ganadero afectado, Ignacio Torre, que contaba entonces con una cuadra de veinte limusinas, marchó a comer después de dejar mamando al jato recién parido de una novilla. Tres horas más tarde le avisaron de que las vacas andaban como locas y estaba todo lleno de pájaros. «Cuando subí me encontré el percal: cincuenta o sesenta buitres posados y otros tantos volando. Como llegué yo, no les dio tiempo a comérselo entero. Le habían sacado los ojos y lo habían destripado, lo vaciaron», aseguró entonces.

Recursos

Felipe González, delegado territorial en la región de SEO/BirdLife, explicaba entonces a El Diario que hay algunas épocas del año, como la actual, en la que los buitres pueden ser más propensos a tomar la iniciativa. «Son animales carroñeros, pero tienen un problema de falta de recursos en estas fechas, que es cuando eclosionan los huevos de buitre. Tienen polluelos, están necesitados de alimento y el ganado aún no ha subido a la montaña -algún ejemplar, por muerte natural, puede convertirse en fuente de alimento-». Con todo, matiza ahora González, «este invierno ha sido especialmente duro y aún quedan recursos en los montes y bosques de la región».

Para el delegado territorial de SEO/BirdLife la clave está en la aplicación de la norma, «fruto del consenso», que se publicó en el Boletín Oficial de Cantabria el 1 de marzo de 2017 y que permite a ganaderos y juntas vecinales depositar en zonas establecidas y tras la correspondiente comunicación los restos de los animales muertos. «Unos recursos indispensables para los buitres», explica.

SEO/BirdLife trabaja con las 443 parejas de buitres registradas en el censo oficial de 2008, el último realizado por el Gobierno regional. González, que ya remite a los datos del siguiente censo, que se conocerán este verano, calcula que en la actualidad pueden rondar las quinientas parejas.

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