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Contenido ofrecido por la Asociación para el Fomento de los Políticos de Confianza

Alejandro Mendoza: «Tener políticos fiables no es un lujo, es una cuestión de supervivencia democrática»

Este ingeniero industrial jubilado valenciano defiende un modelo de evaluación continua del desempeño político inspirado en la vida cotidiana y en sistemas europeos

R.C.

Santander

Lunes, 30 de junio 2025

Alejandro Mendoza, ingeniero industrial ya jubilado con una larga trayectoria en producción, gestión de calidad y prevención de riesgos laborales —ámbito en el que ha trabajado como auditor de sistemas—, reconoce que hablar de confianza política hoy puede parecer ilusorio. Aun así, insiste en que es urgente pasar a la acción frente a una realidad que demanda respuestas tangibles. Este consultor valenciano plantea de forma nítida su iniciativa: establecer un mecanismo ciudadano de supervisión y evaluación´continua del trabajo de los cargos públicos electos. No se trata de una moda pasajera, sino de un pacto colectivo y con vocación duradera.

La creciente desafección hacia la clase política, según él, tiene causas concretas. «Hemos llegado a una situación en la que la gente siente que no puede confiar en quienes gobiernan», afirma. Mendoza menciona recientes casos de corrupción, el clima de polarización y decisiones erróneas como señales de que el sistema actual no responde adecuadamente a las exigencias contemporáneas. Desde su perspectiva, el cambio no vendrá impuesto desde las altas esferas, sino que nacerá de una ciudadanía activa, organizada y constante.

La base de su planteamiento es tan simple como potente: aplicar a los responsables políticos el mismo baremo que usamos al contratar a un profesional cualquiera. «Cuando elegimos un médico, un abogado o un carpintero, lo hacemos porque nos generan confianza. No nos basta con que sean los que hay. Evaluamos cómo trabajan, si cumplen, si nos tratan bien», señala. El consultor defiende que esa misma lógica debería aplicarse a diputados, presidentes o cargos judiciales de alto nivel.

Aboga por un papel verdaderamente activo de la sociedad civil, más allá de acudir a las urnas cada cierto tiempo. Propone un sistema donde los ciudadanos hagan un seguimiento continuo, valoren el desempeño de los políticos y, si es necesario, exijan correcciones mientras dure el mandato. Su propuesta se basa en la filosofía de la «mejora continua», habitual en ámbitos como la gestión de calidad o la prevención de riesgos, y adaptada al contexto institucional. «Los políticos de confianza no se eligen, se identifican a través de su labor y del escrutinio constante por parte de sus votantes», subraya.

Durante la entrevista, Mendoza recurre a experiencias de otros países para demostrar que este modelo de control ya se aplica, al menos en parte. Menciona el caso del Reino Unido, donde los parlamentarios mantienen una relación directa con su electorado y deben rendir cuentas ante ellos. También alude al sistema francés, donde el jefe del Estado es elegido mediante sufragio directo. En cuanto a España, recuerda que pensadores como Antonio García-Trevijano ya reflexionaron sobre cómo restituir al ciudadano su capacidad para supervisar a los poderes públicos.

Con todo, advierte de que llevar esta propuesta a la práctica implicaría reformas de gran calado. El consultor reconoce que su planteamiento exigiría revisar pilares del sistema electoral e institucional. Considera necesario que el Congreso esté formado por diputados elegidos en distritos uninominales, que el presidente del Gobierno sea votado directamente por la ciudadanía, y que el Consejo General del Poder Judicial refuerce su legitimidad democrática.

También admite que esta transformación no será inmediata. «Esto no es algo que se impone, sino que se construye. Hará falta tiempo, educación cívica y voluntad colectiva», afirma. Y no oculta que en las fases iniciales podrían surgir obstáculos, tanto desde las estructuras institucionales como por parte de quienes recelen de una ciudadanía más empoderada. «Pero si se persevera, acabará formando parte de nuestra cultura política», asegura.

Mendoza transmite su mensaje sin dramatismo, con tono sereno e incluso una sonrisa, pero dejando claro que el desafío es urgente. Para él, disponer de representantes públicos confiables no es un lujo, sino una condición básica para la supervivencia democrática. «Estamos ante retos enormes: el invierno demográfico, los conflictos internacionales, la digitalización, los cambios de rumbo en potencias como Estados Unidos… y la política sigue funcionando como hace décadas», advierte.

Aunque descarta las soluciones mágicas, insiste en que lo fundamental es empezar con lo que ya se tiene y construir desde ahí. «Este proyecto no lo puede liderar una sola persona. Tiene que ser de todos», dice. Hace un llamamiento especial a las personas mayores para que se involucren, no solo por la experiencia que aportan, sino porque, a menudo, cuentan con una libertad que les brinda su etapa vital. «Son ellos quienes pueden dar el primer paso. Los más jóvenes bastante tienen con intentar salir adelante en medio de un futuro incierto», reflexiona.

Más que una propuesta brillante o una consigna llamativa, lo que el consultor plantea es un enfoque serio y estructurado para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones. Un recorrido largo, lleno de retos, pero también de posibilidades. Como insiste, esta transformación requiere esfuerzo paciente, como el trabajo incansable de las hormigas. Pero si se logra activar a la sociedad, llegará el momento en que, como él dice, «ruja la marabunta», concluye.

Para Alejandro Mendoza, la cuestión no es si podemos tener políticos en quienes confiar, sino cuándo empezaremos a exigirlos.

Y ya ha dado el primer paso: ha iniciado una recogida de firmas en Change.org para promover este sistema de evaluación ciudadana del desempeño político. Puedes sumarte aquí:

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