Jóvenes cántabros en el Jubileo con León XIV: «Ahora me siento mejor conmigo misma»

Juanjo González aún no da crédito a lo que vivió. «Le vi a un metro y medio. Fue una pasada», dice el joven de diecisiete años, sobre el momento en que vio al Papa León XIV pasar en su papamóvil. Estaba con unos amigos en el concierto del grupo Hakuna cuando lo anunciaron por pantallas. Salieron corriendo y consiguieron situarse en primera fila. «Me sentí superafortunado. No creo que lo olvide nunca», afirma. Como él, muchos de sus compañeros describen el encuentro como algo «impactante». Candela García, de Cartes, cuenta que lo más sobrecogedor fue «ver a tanta gente de tantos países diferentes». Conversó con jóvenes de Alaska, Malasia o Panamá. «Te das cuenta de que compartes algo con personas de todos los rincones del mundo. Es brutal», resume.

Para estos jóvenes, la experiencia también ha tenido sus retos. «Dormimos en el patio de un colegio porque en el pabellón no cabíamos», recuerda la joven. Aun así, lo viven con humor y lo valoran como parte de la aventura. «No es recomendable dormir en un bus», bromea, tras recorrer en 24 horas los casi 2.000 kilómetros que separan Cantabria de Roma. «Gracias a este viaje, ahora, me siento mejor conmigo misma». Ezequiel Toca, de 16 años y natural de Santander, ha sido uno de los voluntarios que leyó durante la misa multitudinaria de españoles celebrada en la Plaza de San Pedro. Por primera vez, la plaza estuvo reservada para ellos. Lo vivió con nervios, pero también como «un privilegio». «Imponía mucho ver a 30.000 españoles con banderas, cantando. Fue un momento histórico», asegura.

El último día, el 31 de julio, los cántabros cruzaron la Puerta Santa de la basílica de San Pablo Extramuros acompañados del obispo Arturo Ros Murgadas. Fue el gesto simbólico que marca la obtención del jubileo, y también uno de los más emocionantes. «Entramos todos juntos, con el obispo. Fue un momento muy potente. Estábamos toda la diócesis unida», comenta el párroco de Cartes, José Vicente González. Acompañante en este viaje pero que disfruta de «ver cómo las juventudes desprenden tanta fuerza». Con ese acto celebraron el rito del jubileo. Lo que se llevan a casa no es solo el recuerdo de Roma, sino también nuevos lazos. «No conocía a mucha gente del bus y al final hemos acabado comiendo y haciendo actividades juntos. Te llevas amistades nuevas», dice la cartiega, Candela García. «La convivencia ha sido muy buena, alegra ver como tantos jóvenes de nacionalidades tan diferentes unen lazos», añade Gloría Martín, delegada diocesana de la Pastoral con Jóvenes.