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Emilia convierte El Malecón en una fiesta pop cargada de ritmo y brillo
La artista argentina arrasó en Torrelavega con un concierto de alto voltaje, sin pausas ni baladas, donde reinaron la purpurina, el baile y la conexión con su público
A las seis de la tarde, con 33 grados y ni una nube en el cielo, cientos de fans ya hacían cola en las inmediaciones ... del estadio. El ambiente era de festival total: brillantes bajo los ojos, botas de pelo, pancartas, camisetas con la cara de Emilia y looks inspirados en su estilo. El público, mayoritariamente joven, aguantó estoicamente el calor. El único incoveniente de la noche fue que los accesos VIP sufrieron un retraso de unos 40 minutos por falta de pulseras, según comentaron algunos trabajadores.
La gente fue entrando poco a poco. Algunos buscaban sombra en las gradas y otros se acercaban al escenario para vivir las actuaciones previas antes de la artista argentina. Abrió La Cendeja con su estilo urbano y local, seguida de Morochos, que ofrecieron una propuesta más suave. Pero quien se llevó todos los vítores fue Luck Ra, especialmente al interpretar 'La Morocha', coreada de principio a fin por el público.
Cuando Emilia salió al escenario con su boina morada, botas peludas y su ya emblemático look deportivo lleno de purpurina, no hizo falta presentación. Arrancó con fuerza y mantuvo la energía arriba durante los aproximadamente diez temas que interpretó. No hubo pausas, ni baladas, ni momentos de descanso emocional: fue un show puramente festivalero, diseñado para bailar, gritar y vibrar. Ni rastro de 'Como si no importara', el tema que interpreta junto a su pareja y compañero de profesión Duki, o 'Guerrero', la canción que le dedicó a su padre tras sufrir una enfermedad.
El repertorio fue directo y sin rodeos, con canciones potentes y enérgicas. Entre las más coreadas destacaron 'Detrás del humo no se ve' y 'Blackou'», esta última acogida como un auténtico himno entre las primeras filas.
Uno de los momentos más divertidos de la noche llegó cuando Emilia subió a dos fans al escenario para bailar 'Mothina', repitiendo el gesto que ya estrenó hace unas semanas en su concierto de Madrid. El público lo celebró con una ovación, y el ambiente se volvió aún más eléctrico.
A nivel técnico, ni una fisura. El sonido fue limpio, los visuales acompañaron con dinamismo y la iluminación aportó el punto justo de espectáculo. Sin necesidad de cambios de vestuario ni elementos teatrales, como suele hacer en otros shows, la artista se mantuvo fiel a su imagen y su vibra todo el concierto. Emilia no bajó el ritmo en ningún momento. Se movió por todo el escenario, interactuó con su gente, lanzó sonrisas, saludos y agradecimientos. Fue cercana, carismática y segura. No necesitó más para hacer suyo El Malecón.
Torrelavega se convirtió, por unas horas, en una pista de baile gigante. Y la argentina, en la reina del ritmo.
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