Vicente Riolobos
Un verano a la última ·
Empezó a bjar barroncos con 16 «sin neopreno ni cuerdas, todo muy rústico». Hoy es guía titulado y tiene su propia empresa, donde atiende a cientos de personas interesadas en este deporteJ. López-Lago
Sábado, 9 de agosto 2025, 00:27
Vicente Riolobos, al que todo el mundo conoce como 'Chente', es uno de los encargados de desmentir por la vía de los hechos que Extremadura ... sea una tierra árida. Esta falacia carece de sentido por la gran cantidad de embalses y su enorme tamaño, lo que permite que haya decenas de playas de agua dulce dispersas por esta región. Pero 'Chente' le da una vuelta de tuerca a los recursos hídricos y aprovecha el agua recién llegada de las nieves de Gredos que acaba corriendo y saltando por la comarca cacereña de La Vera, donde él tiene su empresa para atender a los cientos de personas que hacen barranquismo cada verano en Extremadura.
– ¿Cómo empezó en esto?
– Es un poco literario. Yo he nacido y me he criado en Jaraíz de la Vera, mi padre era pescador y cuando yo tenía unos ocho años mi madre me mandaba con él porque daba mucha lata en casa. Nunca me dio por coger la caña y en esos ratos lo que hacía era saltar de piedra en piedra por las gargantas. Ahora lo pienso y jugaba por las mismas zonas por las que ahora guío, allí donde los pescadores amigos de mi padre ya buscaban por dónde acceder.
– ¿Cómo empezó este deporte?
– Los precursores fueron unos franceses en la década de los setenta en la Sierra de Guara (Huesca), en la parte sur del Pirineo. Había palomeras que eran inaccesibles y por eso estas aves hacían ahí sus nidos, pero algunas personas iban hasta ellos y tenían que bajar por determinados sitios, por necesidad. Entonces los franceses le dieron a esto el toque deportivo combinando trajes de buceo con material de escalada. Luego los espeleólogos sobre todo y también los escaladores fueron los primeros que se asomaron a esta técnica.
– ¿Y cómo empezó usted?
– Con 16 años ya bajaba, pero sin neopreno ni cuerdas, con sandalias y saltando o haciendo toboganes, todo muy rústico. El neopreno me lo puse en 2003 y mientras me formaba presenté un proyecto a la Mancomunidad de La Vera. En 2005 empecé a guiar a mis primeros clientes.
– ¿Cuántos barrancos hay en Extremadura?
– Hay más de veinte. La mayoría están en La Vera, unos 16 incluyendo algunos de Ávila, mientras que en el Valle del Jerte hay cinco o seis. Hay barrancos deportivos y comerciales. Unos son para gente con experiencia y los otros son más lúdicos, con accesos más fáciles y toboganes, los cuales sirven para ir con niños o familias. Hay diferentes niveles de dificultad y un buen guía debe saber filtrar para no tener problemas, optar por algo para disfrutar, no para que la gente se bloquee en un salto o en un rápel y lo pase mal.
– ¿Espera la gente hacer barranquismo en una comunidad así?
– Hay prejuicios con Extremadura y esto te lleva errores y a sorpresas. Esta comunidad tiene sitios alucinantes, desde la dehesa a las zonas esteparias de la Siberia. Y luego está el norte de Cáceres, donde hay más montaña con toda su red hídrica y la gente se sorprende. Yo lo que más hago con clientes es descenso por el río Tiétar en piragua. Pero no solo con los forasteros. Aquí la gente de los pueblos no siempre conoce su río. Cree que no lleva agua porque solo pasan por los puentes y ven los arenales. Y yo les digo 'gástate 25 euros, que veo que no conoces tu río'. Lo recorren y luego te reconocen que no lo esperaban así.
– Pero esto no es para todos los públicos, ¿o sí?
– Guiar a gente río abajo es una actividad delicada. Es imprescindible guías formados y titulados. Y además de conocimientos técnicos de manejo de cuerdas, hay que conocer el terreno y por qué cambian las condiciones en cada momento. Luego toca preparar cada itinerario para recorrerlo con clientes de un perfil muy variado. Además de revisar cambios geológicos, hay que preparar el río porque se taponan pasos por ramas que se arrastran y una poza donde saltas habitualmente hay que limpiarla para no tener un accidente grave. Pero para dejarse guiar por un barranco comercial solo hay que saber nadar y tener algo de forma física para caminar hasta el punto de partida. En agosto, el perfil tipo son familias de vacaciones. En julio también vienen grupos por cumpleaños o despedidas de soltero. Se gastan 35 euros, zapatillas incluidas, que para mí son igual de importantes que el casco, y pasan un día memorable. El entorno también tiene mucho que aportar. Yo le doy mucha importancia a la interpretación del medio, larvas, vegetación o mamíferos que hay en la zona asociados al agua porque así es una experiencia más completa. Esto no es solo un parque acuático natural.
– ¿Cómo se está dando el verano hídricamente hablando?
– Cada garganta depende de la nieve de cada temporada. La cara sur del Almanzor (pico de Gredos de mayor altitud) vierte a La Vera y este 1 de julio todavía había neveros allí arriba, así que es un buen verano, lo cual suele estar condicionado por las últimas lluvias o las últimas nieves. Cuanto más tarde, mejor.
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