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Multitud de personas aguardan con gran expectación la inauguración del Centro Botín.
El desembarco del arte

El desembarco del arte

El Centro Botín nace casi como un sueño de verano. En Cantabria, y en su capital como escenario protagonista, comienza a escribirse este viernes el capítulo de una nueva historia, la de un movimiento cultural, una revolución pacífica no exenta de inspirar sentimientos y desatar emociones. Hoy abre sus puertas y eldiariomontanes.es está allí narrando el minuto a minuto con vídeos, fotos y crónicas

José Carlos Rojo

Jueves, 22 de junio 2017, 17:04

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El día en que Renzo Piano observó por vez primera la bahía de Santander, hace ya siete años, quedó maravillado. «El agua y la luz son los ejes que darán contenido poético al edificio», explicó el arquitecto genovés. Aquel primer boceto de la construcción sobre la bahía despertó un tsunami de reacciones y especulaciones sobre el futuro del proyecto y la viabilidad de un plan ambicioso, tanto en el continente como en el contenido.

Ese tiempo termina hoy, justo el día en que se inaugura el centro tras numerosas protestas y otras tantas alabanzas; de dudas con los plazos y con la misma esencia vital del proyecto.

Se emprende un nuevo camino, el de la hora de la verdad, que tiene que ver con todas esas esperanzas de quienes quieren convertir el edificio en un centro de arte de alcance mundial. Los mismos que creen en esta oportunidad para lograr la mayor implicación social y hasta una reinvención arquitectónica y cultural de la capital cántabra.

El autor de la obra lo clarificó hace ya tiempo: «El edificio servirá de fertilizante de la ciudad en la bahía». Especialmente para el visitante que llega por la vía marítima. «El Centro Botín, como icono simbólico, será nuestra Torre Eiffel», recalcó hace tiempo Mónica Álvarez, gestora cultural y comisaria de exposiciones.

El punto de inflexión llegó en marzo de 2015. Se puso entonces fin a meses de incertidumbre y silencio, a semanas de dudas y suspense. Las obras en el muelle de Albareda retomaron el pulso con la instalación de esa piel de cerámica con 280.000 piezas que cubren la fachada. «Nunca he temido por el futuro del Centro Botín», defendió sin ambages Fátima Sánchez, directora ejecutiva del edificio. Hoy, esa aspiración es un hecho cumplido.

«Tenemos la fortuna de tener en casa una gran obra de arquitectura-arte, de igual forma que seríamos afortunados de albergar una obra de Chillida o de Picasso en el salón de casa», esgrimió hace tiempo el arquitecto Domingo de la Lastra. «Como arquitecto, la crítica habrá de llegar cuando el uso y la realidad lo pongan a prueba. Ahora solo queda reconocer que estamos ante una obra excepcional. Como espectador, le confío mis emociones».

A partir de hoy, la ambición es llevar lejos el nombre del edificio, darlo a conocer enel circuito del arte mundial; pero por encima de todo y eso fue un precepto ineludible fijado por el propio Emilio Botín, el edificio debe calar en el corazón de los vecinos de la ciudad. «Los gestores acertarán si mantienen la política de sacar la cultura a la calle», esgrimió el sociólogo y profesor de la Universidad de Cantabria Juan Carlos Zubieta.

A juzgar por las cifras, parece un fin alzado. Ya son cerca de 70.000 los cántabros que se han hecho con el pase permanente para el centro poco más de la mitad son santanderinos. Y son decenas los vecinos que durante estos últimos días se implicaron en la ilustración de la cinta artística inaugural con la que hoy se simboliza un abrazo multitudinario de la ciudad para arropar la apertura oficial del edificio.

Quizá las personas responden a los gestos, a las propias palabras que en repetidas ocasiones han llegado desde la Fundación Botín y que certifican su intención de poner el edificio al servicio de la sociedad. Tal vez todo el mundo ha reaccionado ya a ese preludio de actividades que el pasado verano dinamizó los espacios en torno a los jardines de Pereda, como las proyecciones de cine al aire libre o el teatro en la calle.

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«El Centro Botín está concebido como un proyecto social, contrario a lo elitista», esgrimió hace semanas Benjamin Weil, director artístico del proyecto. «La misión de la Fundación ha estado siempre vinculada a la idea de fomentar el desarrollo social y cultural desde el conocimiento y la creatividad, proponiendo nuevas maneras de acercarse a la creación artística», aseguró.

De ese sustrato florece otra de las ramas del centro, el proyecto formativo y de investigación. «Pretendemos convertirnos en un lugar pionero en el mundo para el desarrollo de la creatividad, que aprovechará el potencial que tienen las artes para el desarrollo de la inteligencia emocional y de la capacidad creadora de las personas», esbozó más de una vez el director de la Fundación Botín Íñigo Sáenz de Miera.

Parte de ese camino también se ha andado de la mano de la Universidad de Cantabria, que lleva años trabajando en el Máster en Educación Emocional, Social y de la Creatividad. Y por último, llegaría el más complicado de los objetivos, el que aspira a que el proyecto engorde de la mano de la ciudad para modificar el espíritu mismo de Santander. «Necesitamos convertirlo en un lugar de encuentro, en un enclave privilegiado del centro de la ciudad, que completará el eje cultural de la cornisa cantábrica», agregó Sáenz de Miera.

Más aún: «Este edificio es fundamental para el futuro de Cantabria», apuntó con entusiasmo el ministro de Fomento y exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna. «Es un proyecto de transformación de la ciudad. Confío en que además, sea capaz de generar crecimiento en el tejido cultural gracias a las vías de comunicación que se están abriendo con los agentes e instituciones del sector».

De un modo u otro, la inauguración del Centro Botín abre hoy un nuevo tiempo para comprobar el verdadero alcance de todo. La misma Fundación lo tiene claro: «Lo importante y lo difícil, es lo que se viva en el Centro a partir del 23 de junio», confirmó Javier Botín hace semanas.

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