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Cuando el dueño sale malo: la mayor pesadilla de las mascotas

Cuando el dueño sale malo: la mayor pesadilla de las mascotas

DMASCOTAS ·

Miles de perros y gatos acaban todos los años abandonados en la calle, aunque se extiende la labor de protectoras y los rescates

javier guillenea

Santander

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Sábado, 14 de septiembre 2019, 11:23

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Al niño se le antoja un perro y los padres se lo compran. No se lo piensan dos veces, lo importante es que sea feliz, que ya tendrá tiempo para sinsabores. Así que van a la tienda o al albergue y vuelven a casa con un precioso cachorro entre los brazos. No hay más que ver el rostro de felicidad del hijo para confirmar que la decisión de ampliar la familia con una mascota ha sido la correcta. En el fondo no es tan difícil llenar un hogar de alegría.

El niño sacará a pasear al perro todos los días con los mismos orgullosos andares que delatan a los padres primerizos. Sus amigos se acercarán al animal y acariciarán embobados a esa bola de pelo juguetona que no para de hacer cosas graciosas. A ellos también les gustaría tener uno. Después de un móvil nuevo, es lo que más desean en la vida.

Pero pasa el tiempo y con él la novedad. Ya no apetece tanto salir a la calle para recoger los excrementos del chucho con una bolsita. El niño pronto estará demasiado ocupado con sus grupos de 'whatsapp' y dejará de prestar atención a Kira, Bruno, Max, Luna o como se llame el pesado del perro. Serán sus padres los encargados de pasear a ese incordio que no deja de crecer y de llenar el sofá de pelos. Serán también ellos quienes lo manden a paseo.

Triste destino

Según un estudio de la fundación Affinity, los refugios y sociedades protectoras recogieron el año pasado en España a 104.688 perros y 33.719 gatos perdidos o abandonados por sus dueños. Estos datos no incluyen a los animales, muchos de ellos felinos, que mueren de hambre, frío o atropellados. El 18,2% de los que se libraron de este destino pudo regresar con sus propietarios pero los demás no tuvieron tanta suerte: se quedaron a la espera de ser adoptados o se convirtieron en huéspedes permanentes de una jaula. La gran mayoría de estas mascotas habían llegado a sus nuevos hogares en forma de regalos de Navidad, cumpleaños o caprichos complacidos demasiado ligeramente.

Como ya contamos en DMascotas, desde 1992 la Sociedad Internacional de los Derechos de los Animales (ISAR) promueve el Día internacional del Animal sin Hogar, que se celebra cada tercer sábado de agosto. Con esta jornada, en la que se multiplican en todo el mundo campañas de adopción, vacunación y esterilización, así como programas de televisión, charlas y colectas, se busca concienciar a la sociedad sobre el problema de la sobrepoblación de perros y gatos que malviven a la intemperie. Gracias a las protectoras y ONG's animalistas se facilita todo para adoptar a un animal, pero no de cualquier manera. Antes de dar el paso hay que pensárselo unas cuantas veces.

Perro a la espera de adopción en una perrera.
Perro a la espera de adopción en una perrera. DM

Demasiado caro

Los problemas económicos, las camadas inesperadas o el comportamiento del animal son las tres principales razones de abandono de mascotas en España. Muchas personas adoptan o adquieren un perro o un gato sin tener en cuenta los gastos que conlleva su mantenimiento y se percatan demasiado tarde de que su nuevo compañero no para de comer, necesita cuidados constantes y de vez en cuando tiene que acudir al veterinario.

Uno sale caro y, si son más, los problemas se multiplican. Las calles también se nutren de cachorros de hembras que no han sido esterilizadas. Cogidos por sorpresa, sus propietarios se deshacen como pueden de una camada que, si tiene suerte, acabará en un refugio a la espera de un hogar. Por este motivo, las sociedades protectoras insisten en la importancia de fomentar la esterilización de los animales. Es la mejor manera de reducir su proliferación.

En algunos casos lo peor de las mascotas es su dueño, que adquiere el animal sin conocer sus características. En pocos meses, un perro hiperactivo encerrado en un piso pequeño puede dejar de ser un amigo leal y convertirse en un monstruo insoportable. A veces el amor por los animales dura lo que tarda un sofá en desgastarse.

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