Ramón Gelabert: «Es el resto de la sociedad la que debe cambiar las gafas con las que mira a las personas mayores»
Entrevista al coordinador de proyectos de Fundación PEM ·
Programa en Campoo. «Buscamos dinamizar a la población mayor de cinco municipios del sur de Cantabria para que esas personas sean protagonistas de sus vidas»R.C.
Viernes, 1 de agosto 2025, 09:00
La soledad no deseada es a menudo la consecuencia de desafíos más profundos, como la pérdida de espacios comunitarios y una percepción social que relega a las personas mayores a un rol pasivo.
Para revertir esta situación en el entorno rural, la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM) impulsa el proyecto 'Fomento de la participación de las personas mayores en 5 municipios del Sur de Cantabria'. Una iniciativa que ha recibido el impulso de Fundación 'la Caixa' a través de las Convocatorias de Proyectos Sociales y de la que se han beneficiado 150 personas. Su enfoque no es acompañar, sino dinamizar y empoderar a este colectivo para que reconstruyan sus lazos y sean protagonistas activos de la vida en sus pueblos.
–¿Cuál es la misión principal de la fundación y qué significa la 'solidaridad intergeneracional' en vuestro trabajo diario?
–Nuestro trabajo está volcado en promover y garantizar el ejercicio de los derechos humanos de las personas mayores y prevenir las causas que las ponen en situaciones de vulnerabilidad. La solidaridad intergeneracional la entendemos de una manera transversal: como la necesidad de que personas de diferentes edades se cuiden de forma permanente y en todos los aspectos.
–Desde vuestra perspectiva, ¿cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrentan las personas mayores en la sociedad actual, más allá de la soledad?
–Desde Fundación PEM creemos que la soledad no deseada no es un reto, sino la consecuencia de otros desafíos no abordados, como los bajos ingresos de las 34.000 mujeres que reciben en Cantabria pensiones de viudedad por debajo de los 1.000 euros, las malas condiciones de muchas viviendas, los obstáculos a la movilidad o la falta de recursos públicos de calidad en los ámbitos rurales. Pero, quizá, el mayor desafío de las personas mayores es el de ser consideradas por el resto de la sociedad como personas adultas con capacidades y no como seres dependientes que sólo suponen un costo a las arcas públicas –algo que, por cierto, es falso–.
–Habláis de conectar generaciones. ¿Podríais darnos algún ejemplo de actividades que realizáis para que jóvenes y mayores compartan tiempo y experiencias?
–Conectar generaciones no significa poner en diálogo a jóvenes con mayores. De hecho, nos interesa más la interactuación de personas adultas en edad productiva con personas adultas que están jubiladas o ya no trabajan en el mercado laboral. Nuestra apuesta pasa, primero, por cerrar la brecha entre adultas, luego podemos hablar de jóvenes.
–Mirando al futuro, ¿qué papel creéis que deben jugar las personas mayores para que sean vistas como una parte activa y valiosa de la comunidad, y no como un colectivo pasivo?
–Las personas mayores ya juegan un papel fundamental. Si ellas dejaran de participar de forma activa, habría que cerrar museos o teatros, la mayoría de asociaciones culturales o de mujeres dejarían de existir, y el costo de los cuidados que proporcionan a sus familiares y allegados debería ser pagado por alguien —y no sería asumible—. Es el resto de la sociedad la que debe cambiar las gafas con las que mira a las personas mayores que, por cierto, son muy diversas.
«Si seguimos encerrados en nuestra vida y nuestros deseos individuales, todas y todos, con cualquier edad, estaremos en riesgo de soledad no deseada»
Ramón Gelabert Chasco
Coordinador de proyectos de la Fundación PEM
–Vuestro programa se centra en cinco municipios del sur de Cantabria. ¿Por qué es especialmente importante luchar contra la soledad no deseada en un entorno rural como Campoo?
–El programa con 'la Caixa' lo que busca es dinamizar a la población mayor de esos municipios para que esas personas sean protagonistas de sus vidas. Es decir, aunque el programa ayuda a prevenir el aislamiento social, en realidad parte de una constatación: la mayoría de la población con capacidades que habita los ámbitos en riesgo de despoblación son personas mayores, así que son ellas las protagonistas de los cambios necesarios, siempre desde un vínculo comunitario.
–En la práctica, ¿en qué consiste el 'acompañamiento' y qué tipo de actividades organizáis para que las personas mayores de la zona vuelvan a participar en la vida social de sus pueblos?
–Las personas mayores que han dejado de participar lo han hecho en contra de su voluntad. Se cerraron o limitaron sus espacios de participación, se dejó de preguntarles, quedaron clasificadas como 'problema'. Nuestro papel es ayudarles en la reconstrucción de esos espacios comunitarios que siempre habitaron.
–Más allá de tener compañía, ¿qué beneficios concretos aporta este programa al bienestar y a la salud, tanto física como anímica, de una persona mayor?
–El programa no acompaña, dinamiza. Por tanto, los dos beneficios más palpables son el empoderamiento individual y la alianza entre ellas. Gracias a los espacios que dinamizamos, vuelven a salir de casa, a planear acciones con sus vecinas y vecinos, a ser protagonistas de la vida en el municipio.
–Para terminar, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros en nuestro día a día para combatir la soledad de las personas mayores que tenemos más cerca, en nuestra familia o vecindario?
–En realidad, lo mejor que podemos hacer es retomar la vieja práctica de la vida en comunidad. Cuando diferentes generaciones comparten espacios y anhelos, gestionan conflictos y expectativas, y hacen planes conjuntos, alejamos cualquier fantasma relacionado con el aislamiento social. Lo cierto es que si seguimos encerrados en nuestra vida y nuestros deseos individuales, todas y todos, con cualquier edad, estaremos en riesgo de soledad no deseada.