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Hay platos que saben a mar y a domingo, que huelen a cocina encendida desde temprano, a persianas subidas mientras se pone la mesa, y a esa sensación de que el día se va a centrar solo en comer bien y estar juntos. El arroz con almejas es uno de esos platos que, al menos en Santander, tiene algo de rito doméstico. Cada casa tiene su versión y cada familia sus manías, pero todas tienen ese sabor que nos conecta con la cocina de siempre.
No creo que haya mucha gente que no le guste un buen arroz con almejas, es más, yo lo considero un plato nuestro y que evidentemente cada uno tiene su forma de hacerlo, caldoso, seco, meloso, pero hay una cosa más que importante para que salga perfecto, que la almeja sea buena y abrirlas correctamente para que no se pasen de cocción, que estén en su punto. No hay nada más desagradable que encontrarnos una almeja gomosa o seca en un arroz.
No necesitamos muchos más ingredientes para el plato de hoy, un arroz bomba, unas buenas almejas, un par de dientes de ajo, tres cayenas y un toque final que le vamos a dar con unas aceitunas rellenas de ajo encurtido, que suelo comprar en el puesto exterior de la Plaza de la Esperanza..., y que son uno de mis vicios.
Aunque sé que ya no se cocina tanto como antes entre semana, este arroz merece al menos una tarde de sábado, sin prisas, con tiempo para hacerlo bien y disfrutarlo. Y si me permitís, os comparto mi versión, que tiene su carácter, como todas.
Lo primero que hago es preparar en una cazuela, con un chorro de aceite de oliva virgen extra, un par de dientes de ajo bien picados y unas cayenas, una, dos o incluso tres, según el gusto. A mi modo de ver, este arroz debe de tener carácter, para que vaya cogiendo ese punto picante diferencial.
Cuando el ajo empieza a dorarse, añado las almejas, subo el fuego y tapo, para que las almejas se vayan abriendo al vapor.
En cuanto veamos que se empiezan a abrir, las sacamos, inmediatamente, y las reservamos, evidentemente con todos los jugos que hayan soltado en la sartén.
En esa misma sartén añadimos un par de cucharadas de aceite e incorporamos el arroz, del redondo de toda la vida, y lo rehogo bien un par de minutos, para que se impregne de todos los sabores que están en la sartén.
Mientras, en una cazuela al lado, tengo el agua al fuego para que hierva y poder ir añadiéndoselo al arroz. Son 16 minutos exactos de cocción los necesarios para empezar a salivar, añadiéndo el agua que necesite el arroz. Como os digo siempre, hirviendo, sin moverlo en absoluto, y los últimos cuatro lo bajamos un poco el fuego para que se termine de hacer. Nos quedará un grano entero, con una pizca de resistencia a la mordida, pero excelente.
Añadimos las almejas y el caldito que han soltado, las aceitunas, que cuando las probéis me lo vais a agradecer, y bien de perejil picado.
Advertid siempre que hay tres cayenas que han dado su juego por ahí, porque no es agradable comerse ninguna. Y listo, tenemos un arroz con almejas de 10.
No recuerdo en qué momento exacto me enamoré de este plato, quizá porque en casa siempre estuvo ahí.
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