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José Enrique Campillo, colaborador habitual del Suplemento Cantabria en la Mesa, ha participado en numerosos encuentros relacionados con la gastronomía y la alimentación. Luis Palomeque
José Enrique Campillo, médico y catedrático de Fisiología

Sin recuerdos no hay sabores: El riesgo de que los jóvenes no tengan pasado gastronómico

'La hipótesis de los dos cerebros' invita a reflexionar sobre cómo interactúan la mente, la consciencia y el cuerpo

Jueves, 8 de mayo 2025, 15:01

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Voz autorizada de la sección nutricional del suplemento Cantabria en la Mesa, José Enrique Campillo presentó hace dos semanas en la sede del Colegio de Médicos de Cantabria 'La hipótesis de los dos cerebros'. Una obra de divulgación científica. Un libro que combina fisiología, evolución y neurociencia para explicar cómo funcionamos y por qué muchas veces no lo hacemos como creemos.

–¿Qué le ha llevado a publicar esta teoría?

–Soy médico y durante toda mi vida he sido profesor de Fisiología Humana en las facultades de medicina de Granada y de Extremadura. El funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso es una parte muy importante de esta asignatura básica para los médicos. Y siempre he estado muy interesado en esos órganos de los que se sabía tan poco hasta hace apenas unos veinte años. Con la jubilación llegó la oportunidad de enfrentarme a la tarea de investigar cual era el estado de conocimientos en la actualidad respecto a ese órgano extraordinario que es nuestro cerebro. Y el resultado es este libro.

–¿Qué plantea exactamente y por qué es necesario abordarla? ¿Algún ejemplo?

–Nuestro cerebro es un ordenador biológico cuya función es procesar y almacenar información. Y desde hace apenas tres o cuatro años sabemos que dentro del cráneo, conviven dos ordenadores cerebrales. Uno es el cerebro convencional, electroquímico, el que es responsable de todas las acciones neurológicas, conscientes o inconscientes, que nos permiten nuestra vida y nuestra actividad diaria; por ejemplo, me hace sentir hambre tras trotar un rato y me indica como ir a comprar algo en una pastelería. Otro es el que cuyas acciones no pueden explicarse por la física convencional. Es el que se encarga de lo que denominamos la consciencia, es decir la interpretación intima de nuestra experiencia emocional. Por ejemplo, mientras estoy en la pastelería el olor despierta en mi cerebro el recuerdo y añoranza de mi abuela que me daba de pequeño en su cocina unos bollos muy parecidos al que me estoy comiendo.

–¿Qué implicaciones tiene esta hipótesis en las decisiones cotidianas?

–Todos los animales tienen fijado en sus genes y en su cerebro cuáles son los alimentos que deben comer para tener salud y vitalidad. Nuestro cerebro de funcionamiento clásico tiene centros del hambre y otras áreas cerebrales que determinan qué debemos comer mediante esa sensación que es el apetito; es lo que me fuerza a comer un bollo dulce, porque tras el ejercicio es lo que mi cuerpo reclama. Pero luego, está el otro cerebro, la consciencia, que pone el detalle íntimo a nuestra alimentación. Es lo que me hace optar por ese bollo que se parece en forma y olor al que me daba mi abuela en la cocina de su casa.

–Si profundizamos en nuestra manera de alimentarnos, ¿qué peso tienen nuestra cultura y las emociones?

–La alimentación es un estado emocional en las personas y en los animales. Es un elemento primario de nuestra supervivencia. Pero en nosotros, a causa de ese plus que suponen los memes y la evolución cultural, la alimentación adquiere otros matices más complejos en los que juega un papel importante la consciencia, mediante los sentimientos y la cultura. Por ejemplo, lo que hemos comido en nuestra familia de pequeños tiene un peso importante en el placer de la alimentación en la edad adulta. También es importante en nuestra alimentación el entorno cultural en el que vivimos. No comeríamos lo mismo si en vez de vivir en Cantabria lo hiciéramos en Pekín. Una vez superada la estricta necesidad energética, nuestra alimentación depende de circunstancias íntimas, culturales, de modas o de circunstancias diversas.

–Estos dos cerebros de los que usted habla en el libro, ¿cómo se comunican para gestionar el vínculo entre placer, hambre y salud?

–En el cerebro hay un conjunto de órganos que se denomina sistema límbico. Es, como se dice en el libro, la central de procesamiento. La CPU de los dos ordenadores cerebrales. Es la unidad que controla el impacto emocional que nos puede causar las informaciones que llegan desde fuera del cerebro (por ejemplo, el plato que nos acaban de poner en la mesa) y las que llegan desde dentro, desde la consciencia (el recuerdo de cómo mi madre preparaba aquel guiso). En todos los momentos de nuestra vida están balanceándose estos dos estados bajo el control del Sistema Límbico: las emociones, externas, objetivas y los sentimientos, internos, subjetivos.

–¿Una pérdida de equilibrio entre ellos podría explicar parte del aumento de enfermedades como la obesidad o los trastornos por ansiedad?

–En el libro se muestra con claridad y con la ayuda de numerosos ejemplos que una gestión incorrecta de las emociones y de los sentimientos es la causa principal de los problemas mentales, sobre todo de la depresión y de la ansiedad y de muchas enfermedades orgánicas, y entre ellas, sin lugar a duda, la obesidad.

–La mente sigue las leyes físicas clásicas y computables. Esto lo dice usted, pero en un lenguaje menos científico cómo se explica...

–Nuestro cerebro es un computador biológico, incluso como los ordenadores convencionales, funciona mediante algoritmos. Hace unos años comenzó a plantearse que los productos de la consciencia, nuestros sentimientos, la capacidad de añoranzas, de imaginaciones del futuro, de los recuerdos íntimos de nuestro pasado, el creer en seres sobrenaturales, etc. no podían explicarse mediante los mecanismos clásicos de funcionamiento cerebral electroquímico. Y comenzó a hablarse del difícil problema de la consciencia y con el fin de darle una explicación informática al funcionamiento de dicha consciencia se planteó la hipótesis de la existencia dentro del cerebro de un segundo sistema informático, de naturaleza cuántica. Lo que parecía una hipótesis poco probable, se ha convertido en una prometedora realidad a través de tres publicaciones realizadas en 2023 y 2024; es decir, ayer. Esto abre nuevas y fascinantes posibilidades. Fíjense si será importante esta concepción informática del cerebro que hoy, en el mundo, hay más ingenieros estudiando el cerebro que neurólogos.

Emociones y conducta alimentaria

–¿Qué función cumple la educación alimentaria en ese equilibrio entre esos impulsos y la lógica?

–La evolución cultural de nuestro cerebro permitió una característica única de nuestra especie la capacidad de aprendizaje y la de transmitir los conocimientos mediante la enseñanza. Sobre esta base, la educación alimentaria es un proceso muy importante y que hoy día está desapareciendo de nuestros hogares. Hoy día los niños y jóvenes están desconectados de nuestra tradición culinaria. Cuando sean mayores van a carecer de lo que podíamos llamar 'pasado gastronómico', como el que disfrutamos lo que tenemos más edad. Y el pasado es la fuente principal de nuestros sentimientos. Esa va a ser una carencia de las personas en un futuro cercano.

–Plantea que la consciencia nos abre a lo inmaterial: imaginar, sentir, planificar... ¿Está la sociedad preparada para una alimentación verdaderamente consciente?

–Creo que ya queda contestada con la respuesta anterior. Nuestra consciencia se nutre fundamentalmente de nuestros recuerdos que se han almacenado asociados a un sentimiento especial (los bollos de mi abuela) y las nuevas generaciones van a tener una carencia de estos sustratos de memoria, salvo que consideremos como tal el recuerdo futuro que tengamos de lo bien que sabía la pizza que vendían, envuelta en plástico y para calentar en microondas, en un cierto supermercado.

–Para comprender el cerebro, la evolución del ser humano es clave...

–El cerebro humano es producto, en principio, de la evolución biológica darwiniana, basada en los genes y luego afinado mediante un proceso que se denomina la evolución cultural, basada en los llamados memes. Este último proceso, combinado con los cambios sociales, culturales y tecnológicos es lo que ha hecho que la humanidad sea como es y también, por supuesto, ha determinado nuestra forma de alimentarnos.

–¿Sería capaz de resumir el mensaje de este libro en una sola frase?

–El velo del misterio acerca de nuestro cerebro comienza a entreabrirse y lo que nos deja entrever es aún más sorprendente a todo lo imaginado.

–¿Qué espera del lector?

En primer lugar, cualquier lector va a tener una visión muy actualizada de cómo funciona ese órgano misterioso que es nuestro cerebro. En segundo lugar, va a ayudar a muchas personas, y a algún profesional, a comprender mejor los mecanismos por los que se produce esa auténtica plaga sanitaria que son las enfermedades mentales (en España las alteraciones mentales afectan a más del 30 por ciento de la población). En tercer lugar, se proponen algunas medidas para la prevención de las enfermedades mentales, aunque no se debe olvidar (y se recalca en varias ocasiones en el libro) que cualquier persona con alguno de estos problemas debe acudir lo antes posible a un especialista, que le proporcionará el mejor tratamiento para su problema en particular.

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