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El obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, ha aprovechado el confinamiento para revisar algunos artículos sobre teología. Roberto Ruiz
Manuel Sánchez Monge | Obispo de Santander

«La ciudadanía está dando lo mejor de sí»

De puertas para adentro ·

«Rezo cada día por todos los fallecidos y por sus familiares, que no han podido darles sepultura como era debido»

NACHO GONZÁLEZ UCELAY

Santander

Miércoles, 20 de mayo 2020, 07:14

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El obispo de Santander ofició hace sólo 72 horas la primera misa dominical que se celebra en la Catedral desde que el día 14 de marzo se decretó el estado de alarma. Misa dominical corpore praesens, físicamente presente, porque en los dos meses que España lleva confinada en su más variada gama de escalas, la Iglesia católica no ha dejado de saciar la sed espiritual de sus fieles a golpe de tecnología. No ha sido, desde luego, un desafío menor.

«He intentado permanecer al lado de nuestros feligreses por todos los medios posibles», dice Manuel Sánchez Monge, que cada mañana, a las diez, y cada tarde, desde las seis, se ha asomado a 'Popular TV' para comentar el Evangelio, rezar las Vísperas y concelebrar la misa diaria.

No ha sido ese el único canal de comunicación del prelado, que en los días más restrictivos del confinamiento puso su móvil y su ordenador a disposición de todo aquel devoto que quisiera hablar con él, a viva voz, por whatsapp o por videconferencia.

«Quisiera celebrar un funeral solemne en memoria de todos los fallecidos. Ya nos las ingeniaremos»

«He tenido muchas llamadas, pero he podido atenderlas todas», dice el obispo, especialmente pendiente del estado de salud de las religiosas que viven en régimen de clausura. De eso, y de un virus despiadado con los ancianos e inmisericorde con sus familias, a las que ha negado una despedida digna.

«He pensado sobre eso, sí. Y siento mucho dolor. Mucho. Rezo a diario por los muertos y también por sus allegados, a los que las circunstancias no han permitido celebrar el funeral que todos se merecían», se lamenta Sánchez Monge, que ya medita una manera de resarcirles.

«Quisiera celebrar un funeral solemne en su memoria. Aún no sé ni cuándo ni cómo, pero ya nos las ingeniaremos. Estoy seguro de que encontraremos la manera de hacerlo en cuanto la situación mejore, que espero que sea pronto», dice monseñor.

Hasta que llegue ese momento, el obispo trabaja sin descanso en la vuelta a la normalidad, a la 'nueva normalidad' más bien. A la de la Iglesia católica y a la suya, como la de todos, «trastocada».

Lectura y escritura

De natural casero, el prelado, que hasta la flexibilización de las medidas de confinamiento apenas había abandonado su refugio en el Obispado para atender asuntos eclesiásticos, ha aprovechado este tiempo para leer y escribir.

«Me gusta mucho la teología, así que he estado actualizándome con algunos artículos». El último, o uno de los últimos, le ha dado muy buenas ideas sobre el anuncio del Evangelio en la era de la digitalización. Y entre lecturas y relecturas, también le ha dado un pequeño empujón a su último libro, un volumen acerca del acompañamiento que su editor espera ya como agua de mayo y en el que el obispo dedica un capítulo al duelo.

Para conservarse en forma, Sánchez Monge ha estado supliendo sus largas caminatas por veinte minutos de ejercicio en una bicicleta estática. Y para mantener una alimentación sana, el obispo de Santander, que es diabético, decidió no complicarse la existencia y recurrir a su hermana, una gran cocinera que ha suplido la baja por enfermedad de su asistenta.

«Alejandro, mi ayudante, es un hombre muy polifacético, pero flaquea un poco en la cocina», dice riendo monseñor, que colabora en ese menester «lavando platos».

Mecánica, y sencilla, esa tarea permite a Sánchez Monge abstraerse de una situación que, vista desde el lado mejor, le ha dejado observar de cerca «la solidaridad y la generosidad de toda la ciudadanía, que, es verdad, está dando lo mejor de sí».

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