«La docencia totalmente presencial volverá al alcanzar el 90% de alumnos vacunados»
El máximo dirigente de la UC asegura que tiene «fundadas esperanzas» en recuperar este curso las clases como se impartían antes del covid
Lo que más preocupa ahora mismo al rector de la Universidad de Cantabria es conseguir cuanto antes que todos los alumnos regresen de nuevo a ... la educación presencial. Este curso, el tercero ya afectado por el covid, es además el más madrugador de la historia. Soldado a su mascarilla, Ángel Pazos reconoce que tiene «fundadas esperanzas» en lograr el objetivo antes del final del periodo lectivo. Sólo necesita que la cifra de contagiados acompañe y, por supuesto, «que Sanidad lo permita».
–Ha sido el comienzo de curso más temprano de la historia, ¿cómo se ha desarrollado?
–Bien, sin incidencias. La razón es que el curso pasado cambiamos al nuevo calendario en el que desaparecen los exámenes de septiembre, por eso comenzamos antes. Lo más destacable es que seguimos con un modelo de enseñanza híbrido.
–¿Qué objetivos se marca?
–El primero, muy a ras de suelo, es que el discurrir del ejercicio académico regrese poco a poco a la normalidad. Lo hemos comenzado con el mismo modelo del anterior. En aquellas titulaciones donde el número de estudiantes y la capacidad de las aulas lo permiten, el 100% de la docencia es presencial. Donde no se puede guardar el metro y media de distancia, el sistema híbrido es obligado: una semana se da clase presencial a la mitad de los alumnos y el resto, lo sigue por videoconferencia. A la siguiente, lo contrario.
«Nos preocupa mucho el acceso al empleo de los estudiantes, no somos una fábrica de parados»
–Además de la docencia y la investigación, ¿cómo lleva la universidad la incorporación de sus alumnos al mercado laboral?
–A nosotros nos preocupa mucho el acceso al empleo de los estudiantes. A veces suena el runrún de que las universidades somos fábricas de parados. Los datos demuestran que en España hay un problema serio de paro que nos salpica a todos, pero los números demuestran que acabar un Grado y luego un Máster oficial genera unos niveles de empleabilidad que van siempre varios puntos por encima de los estudiantes que se queden en la educación Secundaria o la Primaria. Hay entre cinco o seis puntos de diferencia a favor. Pero es cierto que estamos en la obligación de mejorar.
–Al problema del paro se une además el del despoblamiento rural. ¿Cómo pueden ayudar desde la UC a combatirlo?
–He tenido alguna reunión con el Gobierno y algún alcalde antes del verano. Una de nuestras ideas con el curso ya empezado es hacer una aproximación, un estudio para ver con qué gente y grupos contamos en la universidad y qué ideas podemos aportar tanto desde el punto de vista de la geografía humana, como de la economía. Sabemos que es una circunstancia especialmente importante en Cantabria.
–Cambiando de tema. ¿Los últimos descubrimientos en las cuevas de Puente Viesgo son un espaldarazo para una universidad tan ligada a Prehistoria?
–Tenemos un instituto de investigación de Prehistoria de gran calidad. Por supuesto, queremos potenciar esta institución. Teniendo en cuenta que está formada por tres partes, la Universidad de Cantabria, Banco Santander y Gobierno regional, queremos establecer el máximo nivel de colaboración posible. Es uno de nuestros activos más importantes. Además, estando en Cantabria sería imperdonable que no lo hiciésemos.
–En números, ¿a cuántos alumnos afecta?
–Hay un 30% de estudiantes que recibirá todas las materias, o al menos el 80% de ellas, de manera presencial. Eso en las clases teóricas, porque las prácticas se harán todas con el alumno en nuestras instalaciones.
–¿Tienen expectativas de recuperar la docencia habitual de los años prepandemia?
–Tenemos fundadas esperanzas, pero con cautela. Ahora está vacunado más del 90% del profesorado y personal de administración y servicios. El estudiantado rondará el 80% en un par de semanas. La docencia presencial regresará cuando ese porcentaje se acerque al 90%, si las cifras de incidencia en la región siguen como ahora. Esa es la idea, aunque, eso sí, manteniendo el resto de medidas: mascarilla, ventilación, higiene de manos... Eso nos permitirá eliminar el metro y medio de distancia de seguridad y regresar a la docencia 100% presencial.
–¿Lo ve factible?
–Está claro que será cuando Sanidad lo permita, aunque tengo la esperanza de que podamos volver cuando ya estemos todos en unos porcentajes altos de vacunación. Regresar a las clases como las conocíamos antes del covid es el objetivo más directo, el que más nos importa.
–¿Qué otros se plantea?
–Básicamente, los que se encuentran dentro de las líneas del Plan Estratégico que planteamos hace unos años y que debido a la irrupción de la pandemia han quedado algo bloqueados.
–¿Los puede enumerar?
–El primero es insistir mucho en que los estudiantes se formen bien en todos los sentidos: en el estrictamente académico y en el de la convivencia y las actividades culturales. También que obtengan todo el apoyo que les podamos dar. El segundo es seguir avanzando en la internacionalización. El gran reto aquí es que ahora estamos en el consorcio de universidades europeas Unice. El año pasado fue el pistoletazo de salida y este queremos empezar a definir entre los siete centros asignaturas comunes, módulos de trabajo, proyectos culturales...
–¿Alguno más?
–La tercera clave es intensificar el acercamiento a las empresas desde el punto de vista de la docencia, las prácticas de los estudiantes... Queremos crear planes de estudio adaptados a las necesidades del sector productivo y de la investigación. También hay que seguir por la senda de la transformación digital. La pandemia nos ha obligado a un enorme esfuerzo y ahora debemos sacar provecho. Por último, hay que avanzar en los títulos propios. Los oficiales están muy regulados de forma rígida por parte del Ministerio. Eso hace que si yo quiero dar respuesta a una necesidad muy urgente de la sociedad cántabra, si lo hago con un uno propio, un máster, por ejemplo, al año siguiente se podría impartir. Es aquí donde la enseñanza a distancia va a tener un peso específico. Nosotros no somos un centro de educación a distancia, pero en la fase de formación permanente, lo que son títulos propios, ahí sí que tenemos un camino que podemos recorrer.
–Le queda menos tiempo del previsto, la pandemia le ha robado unos cuantos meses de su segundo y último mandato.
–Sí, lo ha ralentizado todo, incluso el proceso electoral en el que salí reelegido. El objetivo primordial ha sido mantener al estudiantado, al profesorado y al personal de administración y servicios trabajando sin que se vean demasiado afectados por la pandemia. Ahí hemos tenido mucho éxito.
–¿Han conseguido mantener a raya al virus?
–Hemos monitorizado los datos de toda la comunidad universitaria y los hemos cotejado con los de Sanidad. El nivel de incidencia ha transcurrido a la par de las cifras regionales. No hemos tenido ningún 'boom' de contagios.
–¿Cree que los fondos europeos de recuperación serán un acicate para la UC?
–Estamos teniendo muchos contactos con el Gobierno regional para abordar ese asunto, porque nos ha asegurado que podremos acceder a ellos. Nos centramos en el dinero que llegará para digitalización y para uno de los problemas más acuciantes que tenemos: la renovación del parque de edificios. No hablo de construir ninguno nuevo, sino de su rehabilitación. Tenemos algunos con varias decenas de años encima a los que hace falta renovar cuanto antes. De eso estamos hablando con el Ejecutivo. Ya hemos tenido la posibilidad de acceder a algún fondo europeo de los que se convocan directamente a través de los ministerios. También ha habido ayudas para investigadores y profesores, para que se marchen un tiempo fuera para formarse.
–Hablando de investigación. El año pasado captaron 21 millones en casi 400 proyectos diferentes. ¿Cuál es el objetivo para este?
–Estamos en una proyección similar a ese dato, quizás un poquito mayor, unos 22 millones. Los centros asociados y los institutos tienen un enorme potencial, pero es que los diferentes grupos investigadores que hay en la propia universidad también hacen una labor encomiable.
–¿Qué se genera con todo ese dinero?
–Pues sirve para sacar adelante e investigar los diferentes proyectos, pero también hay que tener en cuenta que, para poder cumplir con esa labor, se necesita contratar a otros investigadores, técnicos y especialistas que no están en la casa.
–¿Puede traducirlo en cifras?
–Tenemos a unas 500 personas contratadas para participar en proyectos de investigación que no son ni profesores ni personal de plantilla. Los fondos para mantener a 400 de esos 500 contratos no provienen del presupuesto que el Gobierno de Cantabria otorga a la Universidad. Su salario depende, en ese caso, de los fondos que captan los diferentes proyectos en los que participan.
–¿De ahí la importancia de la apuesta por la investigación?
–Sí. De los 22 millones de los que hablaba, siete provienen directamente de la Unión Europea. Curiosamente captamos más fondos de Bruselas que del resto de fondos competitivos estatales. En cifras, unos trece millones provienen de los concursos en los que participamos compitiendo con otras universidades y empresas y unos nueve de Europa. Eso explica que aparezcamos en las primeras posiciones de los ranking en cuanto a la investigación.
–¿Cree que la sociedad cántabra valora este hecho siendo una de las comunidades autónomas más pequeñas del país?
–Vamos mejorando, aunque hay un problema nacional a la hora de valorar la investigación, tanto la básica como la aplicada en colaboración con las empresas. Si en la coyuntura actual de la pandemia esto no sirve para que nos demos cuenta todos de lo importante que es investigar, pues mal asunto. Falta por entender que las universidades tienen dos labores bien definidas: formar a los estudiantes e investigar. Este es un binomio que no siempre se percibe desde fuera. Al menos, los ranking nos avalan, especialmente los que miden la productividad, es decir, los que analizan la relación entre número de investigaciones y personal investigador.
–Se está tramitando la futura ley de convivencia universitaria, pero a los alumnos les preocupa. ¿Qué les puede decir?
–Ahora está en fase de redacción, habrá que ver el texto final. A los rectores nos preocupaba que se eliminase la anterior, aunque datase del año 56 o 57, sin tener una nueva. Por eso hablamos con el Ministerio.
–¿Entiende el recelo entre los estudiantes?
–Es comprensible, pero he tratado de tranquilizarlos. Hay una parte importante de la ley que habla de mediación, de intentar interceder salvo en casos flagrantes como el acoso, el plagio evidente... No estoy descontento con el texto que hay encima de la mesa.
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