Jaime MacLennan
Con motivo de los 20 años de la apertura al público de la cavidad, uno de sus responsables repasa los hitos logrados
Técnico deportivo en Barrancos y Media Montaña y con estudios de Turismo por la Universidad de Wolverhampton, Jaime MacLennan (Madrid, 1974) ostenta desde 2006 el ... cargo de director de Explotación de la Cueva de El Soplao y ha visto en primera persona la evolución de la cavidad que celebró recientemente los 20 años desde su apertura a los cántabros y visitantes.
–Como director de Explotación, ¿cuáles son sus principales responsabilidades en la cueva?
–Mis responsabilidades se centran en la gestión de todo lo que está relacionado con El Soplao, desde las tres modalidades de visita, el sistema de venta de entradas, la taquilla, la restauración, el mantenimiento y la conservación de la cueva.
–¿Cuáles son los desafíos que se enfrenta diariamente en la gestión de la cavidad?
–Sin duda es garantizar la satisfacción del visitante, que cuando es en temporada baja es más fácil para nosotros, pero sí que en verano viene muchísima gente, las exigencias son mayores y te requiere estar más atento y más despierto. Está claro que el turismo en Cantabria es estacional, aunque se lucha mucho por la desestabilización, pero las costumbres marcan mucho las tendencias y eso nos hace tener mucho flujo de personas tanto para la visita turística, la espeleológica y la minera en los meses de julio y agosto. Luego también trabajábamos muy fuerte en fechas claves como los puentes de Semana Santa o la Constitución.
–¿Qué tamaño tiene el equipo humano que gestiona y opera la Cueva de El Soplao?
–Teniendo en cuenta el diferente personal entre fijos y fijos discontinuos, en temporada baja somos 34 personas y en temporada alta llegamos a los 47, aunque a veces hay que contratar algún trabajador de refuerzo durante el verano. El gran equipo de personas que conforma El Soplao trabaja muy duro para alcanzar los índices de satisfacción y calidad que reflejan los visitantes.
–¿Cómo ha vivido la evolución de la cavidad desde sus inicios hasta el día de hoy?
–La transformación que ha tenido El Soplao desde la apertura en el 2005 ha sido espectacular y asombrosa teniendo en cuenta en las circunstancias en las que empezamos. Al principio solamente contábamos con un pequeño espacio de oficina para vender entradas. El bar era un simple mostrador, la tienda no superaba los 12 metros cuadrados y, de repente, ya para el 2007 ya tenemos un centro de recepción de visitantes de primer nivel y con el tren funcionando, que es una recreación específicamente diseñado para las instalaciones. Ahora es muy fácil decir que tenemos internet, pero claro en el 2006, cuando cogimos nosotros la explotación, tener conectividad en mitad del monte era un reto. Entonces estamos continuamente superando retos. Vamos adaptándonos a las nuevas tendencias del mercado, no solo con el sistema de venta de entradas online, sino también en muchas otras inversiones como la accesibilidad universal, conseguir la certificación no es solo adaptar la cueva para las personas que tengan discapacidad, sino también para el centro de recepción de visitantes y el aparcamiento. Hemos tenido que estar adaptándonos a las exigencias actuales del mercado y de las necesidades que hay hoy en día en la sociedad.
– ¿Y cuál es un poco la visión a medio y largo plazo para seguir creciendo bajo su dirección?
–El primer objetivo que teníamos era poder reacondicionar y ampliar la vía ferrata de la mina de La Florida, que ha sido un gran esfuerzo y ha sido recibido por los visitantes como una mejora sustancial. Ahora mismo estamos con este buen sabor de boca que nos está dejando el nuevo recorrido que lo hace mucho más aventurero, divertido, accesible y cómodo. Hay que tener en cuenta que somos la primera ferrata subterránea de Europa que cuenta con dos tirolinas, un puente tibetano y con un descuelgue por una zona que hay un pequeño descenso a la zona minera y todo eso le da mucho impulso. Para nosotros ha sido todo un gran reto este 2025. Ahora, para años venideros, pues tenemos algunas ideas, pero hay que empezar a concretarlas. Todavía son ideas, hay que seguir trabajando en ellas para materializar alguna.
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–Entre esas ideas, ¿hay planes para introducir nuevas rutas, exposiciones o experiencias para los visitantes en el futuro?
–El Soplao ofrece un gran abanico de posibilidades, pero claro, hay que hacerlo con mucho mimo, dedicación y cautela. Entonces, ahora que hay nuevas ideas, luego hay que transformarlas en proyectos y que luego sean aceptados. O sea, todavía son ideas incipientes.
–¿Qué papel juega la innovación y la tecnología en la gestión y el mantenimiento de un espacio natural tan singular?
–La visita turística es accesible para todo el mundo, es muy familiar, desde el inicio ya tienes una locución en off en la cual se hace un juego de luces. La lucha de la electrónica, con un 99% de humedad relativa en la cavidad, pues es un gran esfuerzo, eso son los retos continuos. Y luego, pues los temporizadores de la propia cueva para que las luces se vayan abriendo a medida que el visitante avanza y que le vaya sorprendiendo, pues eso también tiene mucha ayuda de la tecnología. Hay que ver qué nuevas aportaciones tecnológicas ofrece el mercado para que nosotros podamos utilizarlas.
–¿Cómo se gestiona el impacto ambiental de la afluencia de visitantes en un entorno tan delicado?
–Es muy importante para nosotros. La cueva está dotada por un sistema de estaciones de medida en el que cada minuto analiza para saber el estado actual de la cueva y en esas medidas miden el CO2, la humedad relativa y la temperatura, que son variables importantes para saber en qué estado está la cueva. Esas estaciones cogen toda esa información y la Universidad de Almería, que es la que ha diseñado este programa medioambiental dice en todo momento en qué estado está la cueva.
–Y si hubiese alguna situación que sea poco por encima de los niveles adecuados, ¿cuál es el protocolo a seguir?
–Gracias a que la cueva fue descubierta por los mineros y que tiene muchísimos accesos al exterior por distintos niveles hace que haya una gran corriente de aire y que de un día para otro los baremos se restablezcan. Por lo tanto, nunca hemos tenido ningún problema.
«Estamos con buen sabor de boca por el nuevo recorrido que es más aventurero, divertido y cómodo»
«La cueva ofrece un gran abanico de posiblidades, pero las ideas que hay son todavía incipientes»
–Se llevan topografiados 24.265 metros en la actualidad, ¿hay algún objetivo, en forma de cifra, fijado en el horizonte?
–En 2008, la topografía que teníamos de la cueva eran 14 kilómetros. Y desde entonces, con el trabajo de topografía, de dentro de la cueva, lo han ampliado casi 10 kilómetros más y todavía quedan recovecos para poder acceder a ellos y saber qué nos deparan. Pero para eso tendremos que tener un poco de paciencia para todo este tipo de tareas. En un periodo de poco más de diez años hemos pasado de 14.000 a 24.000 metros. Y todavía hay algunas incógnitas que quedan por topografiar. Quién sabe hasta dónde podremos llegar, no lo sabría decir con certeza el límite.
–Como gran conocedor de la cueva, si pudiera destacar un aspecto de El Soplao que cree que los visitantes puedan pasar por alto, ¿cuál sería?
–La gente pasa por delante de los estromatolitos, que no son nada vistosos y entonces no les llama la atención. Nosotros enseñamos y explicamos las formaciones más típicas y características de la cueva, pero eso no quiere decir que un visitante gire la cabeza hacia otro rincón y descubra en su propio Soplao.
–La presidenta Sáenz de Buruaga aseguró que queda mucho y bueno por descubrir en las profundidades de El Soplao. ¿Cree que es posible?
–Claro que sí, por supuesto. Todos los días se descubren cosas nuevas. El Soplao tiene posibilidades de sumar nuevos hallazgos a todos los niveles.
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