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Antonio Casado Briz
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Antonio Casado Briz
Es la primera vez en su vida que Antonio Casado Briz concede una entrevista a un medio de comunicación. El momento lo merece. La ... vivienda se ha convertido en el principal problema del país y él es el empresario que más casas está construyendo en Cantabria ahora mismo. Los proyectos de Casado Briz, de familia lebaniega y emigrante en Guatemala, se extienden por Suances, Santillana, Reinosa, Santander, Bezana, Laredo... pero también por Madrid, Asturias y Galicia y Toledo, sin contar sus negocios en Sudamérica.
–¿Cuántas casas está construyendo ahora en Cantabria?
–En desarrollo tengo quince promociones con 643 viviendas y unos 90 millones de euros. Pero tengo suelo suficiente en la región para levantar otras 2.052. Siempre he tratado de comprar bien para que no me coja el tren, para que no me pille la subida y el precio de venta se dispare.
–¿Esas cifras de construcción son normales? Después del estallido de la burbuja todo se paró.
–Estamos en un buen momento. ¿Podemos desarrollar más? Sí. ¿Tenemos capacidad para hacerlo? También. Pero nos frena el hándicap de los planes generales de los municipios. El gran problema de la vivienda en Cantabria es la lentitud en la tramitación de los suelos. No sé en qué están pensando los ayuntamientos. Si me dejaran podría hacer muchas más viviendas, pero no tramitan los proyectos, no los agilizan. Ahora mismo tardo entre 8 y 10 años en sacar adelante una promoción. Eso no puede ser. Yo trabajo con un margen de beneficio bastante reducido, del 7-8%, y si por culpa de las esperas burocráticas tengo que trabajar por menos de eso, pues entonces que el riesgo lo corra otro. No hay forma de poder desarrollar proyectos porque los ayuntamientos te ponen mil trabas.
–¿Por qué no aprueban esos planes generales? ¿Qué interés tienen los ayuntamientos? ¿O es una problema de la Crotu?
–Esa es la pregunta que habría que hacerle a los ayuntamientos. ¿No tienen personal, no quieren trabajar o es que están especulando con el suelo? Este Gobierno de Cantabria sí está tratando de poner los medios para agilizar los trámites, pero llega donde llega. Hay cosas que solo dependen de los ayuntamientos. Y tampoco es un problema exclusivo de ahora. Estos lodos vienen de atrás. Nunca ha habido interés por hacer los planes generales y ahora pasa lo que pasa. Cantabria está de moda pero no vienen inversores. El capital tiene miedo a la lentitud burocrática de esta región. Los grandes fondos se dan de plazo medio cinco años para sus proyectos, y aquí tardas diez años en desarrollar un suelo. Bueno, yo he tardado hasta veinte años con algún suelo. Si los ayuntamientos no empiezan a agilizar, aquí solo podrán comprar casa los cuatro que vengan de fuera con dinero. Los precios se están disparando a unos niveles que va a ser imposible para la gente de aquí comprar una vivienda.
–Estará de acuerdo, entonces, con la Ley de Simplificación aprobada por el Gobierno, muy permisiva, además, con la construcción en suelo rústico.
–Es que es necesaria. He visto que otros partidos políticos la han criticado, pero si queremos abaratar el precio de la vivienda, es la manera de hacerlo. Todo ese tiempo de trámites, son intereses y gastos de personal que, al final, repercutes en el consumidor final. Yo, ahora mismo, si me dieran los permisos estaría haciendo diez obras más y poniendo en el mercado muchas viviendas que la sociedad demanda. Lo que pasa es que no te lo tramitan. Habrá que ver cómo funciona lo de los PSIR en suelo rústico, porque eso no es un menú a la carta para todo el mundo. Si un ayuntamiento no tiene voluntad, da igual lo mucho que lo intente el Gobierno.
–Entonces, ¿esa lentitud burocrática es la razón principal de que los precios de las viviendas sean prohibitivos para los jóvenes y un amplio sector de la población?
–En Cantabria sí. No hay oferta porque hay miedo de los inversores a la lentitud con la que se tramita todo aquí. En otras comunidades no pasa eso. En Madrid la vivienda también es cara, pero por razones distintas. Allí hay mucha oferta porque se facilita el desarrollo de los suelos. Perdón por insistir, pero la única solución para que esto no se dispare más, y que la gente de aquí pueda comprarse una casa, es agilizar la tramitación de los planeamientos. Si hay suficientes viviendas y la gente puede elegir, nosotros calibraremos mucho más los precios.
–Pero también influirá la falta de mano de obra o el coste de los materiales...
–Esas cosas se notan, pero no es lo principal. Los oficios en la construcción desaparecieron y estamos yendo a Portugal a buscar trabajadores. Además, los gastos de personal se han encarecido tremendamente. Un encargado que cotiza un poco no baja de los 60.000 euros. Pero en el Grupo Casado tenemos ahora mismo 150 empleos fijos y 1.500 indirectos. Esos gastos son caros pero todavía asumibles. Lo que no se puede soportar es tener un suelo y no poder desarrollarlo porque te ponen trabas por nimiedades.
–¿Y cómo explica los precios imposibles de los alquileres?
–Están tan altos porque se buscan clientes seguros. La culpa es de la ley que hay en la actualidad. El Gobierno dice que tenemos en Cantabria 50.000 viviendas cerradas por miedo a alquilarlas. Y me lo creo. Los inquilinos te dejan de pagar y encima te dejan el piso reventado. Los propietarios no quieren hacer el tonto. Prefieren tenerlo cerrado y venderlo después. Hay una inseguridad jurídica tremenda.
–Hay demanda de primeras viviendas y los constructores reclaman suelo, pero luego solo construyen segundas residencias. Así no se soluciona el problema. ¿Cual es el perfil del comprador de las 643 viviendas que tiene en construcción?
–Yo no creo que la solución sea que el Gobierno cargue íntegramente con la construcción de viviendas sociales. Debe ser una colaboración público-privada. Pero no merece la pena si no suben los precios de los módulos. De lo contrario, perdemos un montón de dinero. Las segundas residencias se están construyendo fuera de Santander, en la capital yo acabo de hacer casas en Peñacastillo para gente de aquí. Y también voy a levantar en Torrelavega 150 viviendas, las primeras que se construyen en veinte años allí. También hago viviendas sociales en Suances, Bezana... El 90% de lo que hago es en altura, el resto unifamiliares porque el costo es muy caro y no salen los números. En cuanto a los compradores, hay de todo, pero mucha gente de fuera, sobre todo de Madrid y de Castilla y León.
–En San Vicente de la Barquera también va a construir residencias de lujo en lo que eran los hoteles Miramar. Y en Comillas también.
–Sí, en San Vicente son cien viviendas en un suelo urbano consolidado y llevo cuatro años esperando para desarrollarlo. La historia de siempre. En Comillas estaban previstas 325 pero las reduciré a 200, el 30% de ellas VPO.
–¿Cuáles son las zonas de mayor expansión urbanística ahora mismo?
–Soto de la Marina de largo. Desde la crisis de 2008, Bezana se ha comido toda la tostada porque tenía el planeamiento preparado.
–Pero si Bezana no tiene Plan General nuevo...
–Pero el viejo tiene mucho suelo y bien desarrollado. Y es un ayuntamiento que trabaja bastante bien, no son demasiado pesados. En Piélagos, por ejemplo, que tienen infinidad de suelo, no se está haciendo nada.
–Otro municipio que tiene mucho suelo es Santander y tampoco se desarrolla demasiado. Ahí está el Cabildo sin que nadie le ponga solución.
–Porque la ley es muy confusa. Yo no tengo propiedades allí, pero me parece increíble que eso esté así en pleno centro de Santander. No me importaría comprar porque vendes las casas de un día para otro, lo haría con una ley que me diera seguridad. Igual hace falta hacer un PSIR allí. Pero bueno, no todas las culpas son siempre del político. El funcionario también tiene su parte, algunos mandan mucho.
A sus 73 años, Antonio Casado Briz sale todos los días a primera hora de la mañana a correr por El Sardinero y a hacer pilates. «No me queda otra», reconoce. Muy lejos queda 1976, el año en el que dejó Vega de Liébana y cogió un avión para instalarse en Guatemala, donde su hermano Virgilio llevaba ya dos años levantando un negocio de cultivo de algodón. «Era una vida muy austera, muy dura. La seguridad era pésima, nos tocaba hasta patrullar por el pueblo», recuerda.
Así que en 1993 decidió volver a España y su hermano se quedó allí, donde falleció años después, en 2008, en un accidente de helicóptero. Antonio se hizo cargo de sus sobrinos al mismo tiempo que sus negocios seguían ampliándose en España y Sudamérica.
El constructor lebaniego trabajó mucho en la Marbella posterior a Jesús Gil, con Julián Muñoz como alcalde. Allí levantó más de 1.500 viviendas mientras también vivía en Cantabria la explosión del ladrillo. En aquellos primeros años del siglo XXI, Casado Briz también estuvo vinculado al Racing de Santander, como consejero entre 2001 y 2003, en la última etapa de los hermanos Díaz.
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria, en 2008, le obligó a tomar decisiones difíciles para afrontar los pagos. Tuvo que vender al niño de sus ojos, un edificio en la Gran Vía de Madrid por el que la marca H&M le pagaba cuatro millones de euros anuales de alquiler. «A mí la Sareb no me conoce, yo pagué todo lo que había comprado y a todo el mundo le di hasta el último centavo. Era mi responsabilidad», dice.
En estos momentos, Casado Briz no solo se dedica a la construcción. Su grupo empresarial ha diversificado con negocios hidroeléctricos en Guatemala, hostelería en España, el tratamiento de residuos en Colombia... A la espera de ver si prueba suerte, otra vez, con el proyecto del teleférico de Vega de Pas. Ya lo intentó en 2015 sin éxito. «Puede ser rentable, el turismo manda mucho. Pero quiero ver primero cómo lo saca el Gobierno», avisa.
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