Sergio ya va al cole
El niño de cuatro años con una traqueotomía ya tiene asignada a una técnico sanitario que lo acompaña y vigila durante la jornada escolar
Sergio recorre los últimos metros que lo separan de la puerta del colegio Menéndez Pelayo, en Santander, con prisa. Va de la mano de su ... madre, pero es él quien tira de ella. Su sonrisa le delata: han sido muchos meses de espera y estaba deseando ir a clase con el resto de niños de su edad. Tiene cuatro años y desde los dos meses vive con una traqueotomía. Una condición que, actualmente, tiene controlada y apenas le causa molestias. «Pero necesitaba un técnico sanitario que lo vigilase durante toda la jornada escolar. Ahora, por fin, lo tiene», expresa su madre, Mónica Expósito.
Ajeno a todo lo peleado por su progenitora, Sergio disfruta de las clases desde la semana pasada. Y parece que quiere recuperar el tiempo perdido. «Bueno mamá, adiós», dice el pequeño desde la verja del recinto, con ganas de despedirse y colocarse en la cola con el resto de sus compañeros antes de entrar al edificio. «Que no se te olvide la mochila», recuerda rápidamente el pequeño, mirando a su madre y a su técnico sanitario, Teresa. En ella no transporta libros ni cuadernos, sino el 'kit' de emergencia –que contiene cánulas de recambio, aspirador de mocos y bombona de oxígeno–. Tranquilo al ver que la mochila se queda con él, se dirige a la fila y habla con los otros niños, como si los conociera desde siempre.
Desde la dirección del centro se muestran «encantados» con la incorporación del pequeño. «Ha sido un proceso lento, pero desde la Consejería de Educación se han tenido que crear plazas de técnico sanitario –un total de ocho para diferentes centros–, publicarse en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC)... Lleva su tiempo y es completamente ajeno a nosotros». Sergio está en el aula de infantil de cuatro años, la que le corresponde por edad. «Siendo tan pequeños, los niños no repiten curso, no tienen problema para coger el ritmo. Sergio ya está perfectamente integrado». Aunque lleva sólo diez días acudiendo a clase, nada hace sospechar que su escolarización se ha producido un año y medio después de lo que debería.
No sólo en el aprendizaje, también en la relación con sus compañeros de clase. «Ya se lleva muy bien con todos, especialmente con dos niñas», asegura su tutora. «La técnico está siempre pendiente de él y no ha habido ninguna incidencia en estas dos semanas. Es exactamente igual que el resto de alumnos». «El segundo día que lo traje ya lo llamaban desde el patio por su nombre y esa misma semana se quedó en el comedor. De hecho, le pareció mal no comer allí un día porque se lo pasa muy bien con los demás. Es muy extrovertido y sociable. Ya me han contado que hasta se puso a bailar en mitad de la clase», afirma Expósito.
Aunque Sergio está constantemente vigilado por la técnico, su madre no puede alejarse mucho del centro educativo. «Su función es vigilar al niño pero, si le pasa cualquier cosa, me tienen que llamar a mí o al 112 para intervenir», narra la mujer. Pasa la mañana paseando por los alrededores o en alguna cafetería cercana, pendiente del teléfono por si su hijo la necesita. «Trabajo aquí al lado –es funcionaria en el Centro de Evaluación, Valoración y Orientación (EVO) de Cañadío–, pero no puedo volver de la baja si soy la única persona que puede actuar en caso de necesidad». Lo idóneo sería que el colegio contase con una enfermera escolar, pero es una figura que no está presente en ningún centro. «El año pasado había dos, en los Escolapios y en Antonio Mendoza, pero estaban demasiado lejos de mi trabajo y no nos venía bien. Este curso ya no hay enfermeras en ningún colegio pero, gracias a la última operación, Sergio está mucho mejor y ya no le hace falta», añade.
«Estoy muy agradecida»
Al niño le correspondía empezar las clases en el curso 2017/2018, pero no pudo hacerlo por la ausencia de un técnico sanitario en el colegio que tuviera conocimiento y experiencia en manejo de cánulas. A mediados de abril de 2018, paralizaron el proceso de escolarización porque el pequeño tenía una operación programada para noviembre. «Preferimos parar y esperar a que estuviera recuperado». La intervención, una cordectomía para facilitar su respiración, salió bien. «Fuimos un día a Madrid –al Hospital de la Paz– y volvimos al día siguiente. Sergio estaba perfectamente», explica Expósito. El resultado cambiaba la situación y el nuevo informe pediátrico recogía que el niño ya no requería un profesional con una experiencia concreta, «únicamente que lo vigilasen en las horas escolares». Aunque todo hacía indicar que podría comenzar las clases después de las vacaciones de Navidad, la espera se ha demorado dos meses más.
A pesar de haber tenido que luchar durante más de un año y medio hasta conseguir escolarizar a su hijo, Expósito sólo tiene palabras de gratitud. «El apoyo de mis amigos, de la gente de mi pueblo –Panes, en Asturias–, de los medios de comunicación, de personas en situaciones similares a la mía que he conocido a través de las redes sociales...». En este tiempo se ha reunido con el presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla, con el consejero de Educación, Francisco Fernández Mañanes, y con la titular de Sanidad, María Luisa Real. Entre muchos otros. «Soy muy cabezona y no iba a parar hasta conseguirlo. No puedo con las injusticias, ni con las propias ni con las ajenas».
Aunque Sergio ya está escolarizado e integrado en el centro, su madre debe estar disponible durante todas las mañanas para atender cualquier posible urgencia, sin poder volver al trabajo. «En mayo tenemos que regresar al Hospital de la Paz. En el mejor de los casos, lo decanularán y la herida del cuello se cerrará. Si eso ocurre, ya podrá hacer vida normal y no necesitará vigilancia. Si no, tendrán que volver a operarlo». Expósito se muestra optimista. Lo más difícil ya está superado.
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