Las brujas modernas no dan miedo

«Se trataba de dar la vuelta, de subvertir la idea tradicional de las brujas y hacerlas las buenas del cuento, empoderadas, frescas, divertidas...», explica Mañas, uno de los autores de referencia en la literatura infantil y juvenil en España, como demuestran los numerosos galardones con que cuenta en su haber, entre ellos algunos tan prestigiosos como el de El Barco de Vapor de la editorial SM o el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Una vez planteado el personaje, su universo y sus primeras aventuras, fue Sierra el encargado de plasmar visualmente a Ana Kadabra y su mundo. Lo hizo utilizando las que se han convertido en señas de identidad de esta exitosa serie de narrativa infantil: «Es una propuesta llena de color vivos, brillantes y más planos, que se basa en dibujos que tienden a la sencillez pero que a la vez son ricos en detalles», señala. Dentro de esa propuesta gráfica Mañas destaca también «la expresividad de los personajes, que desde el principio invitan a los niños a la complicidad y a la risa porque están muy caricaturizados». El universo creado por Mañas, afirma Sierra, «da pie a crear unos personajes muy divertidos y variopintos y a desarrollar escenas muy sorprendentes, desde un gato que se hace gigante hasta una bruja que vuela en aspiradora».

Para Pedro Mañanas, las claves de una historia que enganche a los niños pasan «por establecer un nivel adecuado, que no les perturbe para dormir por la noches y que sea accesible a nivel de vocabulario y gramática, porque por lo demás las bases de una buena historia son las mismas que para cualquier otro público». Entre dichas bases, afirma el autor, se cuentan «unos personajes bien construidos y coherentes, una trama interesante y compromiso y rigor para con tus lectores». En el caso del fenómeno 'Ana Kadabra', Mañas cree que parte de su éxito responde a que «no es una historia educativa, sino que trata de conectar con el lector a través de una aventura divertida y fresca». En ese sentido, Sierra añade que «cuando los niños leen este libro no sienten que estemos intentado aleccionarles, aunque también tiene sus mensajes de fondo». «Como en toda la literatura», añade Mañas, «porque no puedes evitar que tus valores se imbuyen en la historia, pero no es la intención principal, que no es otra que conseguir que se diviertan al leer».

La ilustradora Luján Fernández (Asturias, 1985), que trabaja con Mañas en las sagas 'Princesas Dragón' y 'Los Cazapesadillas', destaca «la capacidad que tiene Pedro para habla en el lenguaje de los niños y conseguir que sientan que les está hablando una amiga que se encuentra al otro lado del libro». En el caso de la creadora, señala que Mañas «domina muy bien el humor, algo que cuadra muy bien con mi estilo, muy influenciado por el cómic». A la hora de plasmar gráficamente las historias escritas por el autor madrileño, ambos ilustradores destacan que es ««un escritor que nos permite aportar nuestras propias ideas o matices e incluso, en caso de que sea conveniente, plantear algún cambio que a nivel visual enriquezca el trabajo final».

A la hora de analizar el gran crecimiento que han experimentado este tipo de propuestas en los últimos años, Mañas resalta la «paradoja de que sea uno de los sectores editoriales que más dinero genera a la industria de la literatura y, sin embargo, para muchos seguimos siendo el vagón de cola de la literatura». En ese plano, el autor señala que «es muy bueno que haya esa variedad de títulos y ese interés pero creo que queda mucho por hacer para que se valore como literatura y como arte y no solo como instrumento didáctico». Sierra y Fernández, por su parte, lamentan que «pese a ese auge las condiciones que ofrecen a los ilustradores se han ido precarizándose de forma importante en los últimos años».