
Ofrenda sin hechizo
Cinesa ·
El folk horror, más allá de la moda, está planteado aquí como un cuaderno de campo de envoltura atractiva pero vacío, incapaz de salirse de la líneaSecciones
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Cinesa ·
El folk horror, más allá de la moda, está planteado aquí como un cuaderno de campo de envoltura atractiva pero vacío, incapaz de salirse de la líneaLo del folk horror, a modo de subgénero que mezcla tanto lo atávico como lo pintoresco, la superstición y el embrujo, es como el perejil ... de Arguiñano. Ahora está en todos los emplatados cinematográficos y en todas las salsas del terror con apelaciones a lo primigenio, primitivo y ancestral. 'Ritos ocultos' (reduccionista y simplista título elegido para la distribución española de una película a priori más compleja que lo que insinúa) rebosa tanto en referencias que acaba por ocultar la escasa personalidad que posee de raíz el filme de William Brent Bell.
Año 2023
País Reino Unido
Dirección William Brent Bell
Guion Tom de Ville
Reparto Tuppence Middleton, Ralph Ineson, Matt Stokoe, Evie Templeton
Género Terror
Su punto de partida, hasta que se desencadena el conflicto, la ambientación, la nada desdeñable mirada y tacto a la hora de atraer y confluir creencias populares y sus representaciones, con los terrenos acotados de la religión, propician la sensación de que la cinta del cineasta de 'Devil Inside' va a adentrarse con valentía en un mundo poliédricamente extraño. Pero su atractivo se desvanece pronto. Su estructura y su relato se momifican enseguida.
La reiteración es la norma y los posibles acontecimientos no llegan ni como elipsis ni como presagios, ni tan siquiera como resultado de un pulso de enigma y suspensión. Todo se enuncia antes y el filme del cineasta de 'The boy' se vuelve monótono y hasta cansino. La evocación de 'Midsommar', desgraciadamente solo en las afinidades aparentes, sale inevitable a la luz: el folclore y las tradiciones, el sentido de comunidad siempre bajo sospecha y la celebración con raíces combinan bien pero con tono desmayado, como si más allá de los componentes artísticos que la envuelven, nadie creyera en las posibilidades de la historia. La argamasa de todo ello es la desesperación de una madre por recobrar a su hija, algo grave y catártico pero que pierde su identidad de drama entre un armazón pintoresco, habitado por susurros, secretos, una iconografía envolvente a veces seductora, aunque todo se antoja deshilachado, confuso y disperso. No hay hondura. Tampoco la suficiente solidez como para otorgar autenticidad a un supuesto duelo entre lo pagano y lo religioso. Hay materia prima visual. El problema es la falta de sustancia de sus criaturas, que parecen llegar tarde a la entraña de cada decisión, y, sin duda, un guion necesitado de un buen hechizo.
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