La realidad muy real
Netflix ·
Un artefacto implacable, preciso y eficaz, basado en la reiteración coral. El peligro y el temor nuclear mediante un rotundo mecanismo de relojeríaCuando uno trata de buscarle tres pies al gato, Kathryn Bigelow ya ha puesto el cascabel a sus criaturas, al espectador y al engranaje implacable ... de su último filme. Un artefacto de una precisión sin escisiones ni fisuras, de una precisión perfeccionista entre forma y fondo, entre lo que quiere contar desde el minuto uno a las diversas fases de una cuenta atrás terminal. Lo sugerente, aunque lo presentíamos, es que lo que transparenta este thriller político vibrante y sin concesiones –no tiene ninguna duda en convertirse en bucle asfixiante y repetitivo como declaración de principios– suena a verdad, se postula cercano y siembra temblores y miedos ante la posibilidad de que el peligro nuclear sea una cruel certeza.
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Año 2025
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País Estados Unidos
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Dirección Kathryn Bigelow
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Guion Noah Oppenheim
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Reparto MIdris Elba, Rebecca Ferguson, Gabriel Basso, Jared Harris
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Género Thriller político
Como en casi toda su filmografía, 'Una casa llena de dinamita' es un filme de ideas claras, enérgico, con enorme potencia narrativa y con una puesta en escena que mezcla eficacia y atractivo. Aquí, además, la directora de 'En tierra hostil' robustece su relato con un montaje y unos intérpretes que conforman el mecanismo visible e invisible que otorga autenticidad al ritmo, hondura a la tesis y una luz interna a esa mezcla torturada de géneros. Porque el filme, todo él, es una carrera contrarreloj atravesada por un misil que hace las veces tanto de mantra como de macguffin, un tour de force habitado por una sucesión de situaciones límite y un suspense encadenado que evita que la película pueda caer en una retorcida cadena discursiva.
'Una casa llena de dinamita' desprende una continua desazón ante la realidad, muy real, como espejo de una trama coherente bajo la que fluye la fragilidad de todos los sistemas posibles. En el fondo es un filme de terror sobre premisas como el pánico nuclear, la guerra tecnológica y la vulnerabilidad de aquello que se considera infalible, profesional, ejecutado con pulcritud. En Bigelow, directora de 'La noche más oscura' no hay ánimo de incidir en lo político, ni en la crítica feroz, pero su construcción no deja de ser un perverso ejemplo de sofisticación narrativa nada frívolo. Aquí su estructura consiste en tres actos para diversificar puntos de vista en una celebración de lo coral que persiste, no obstante, en la reiteración siempre con una diana en la mirada. El escapismo no es posible. La realidad manda. Adrenalina y tensión entre pantallas y llamadas y esa sombra de catástrofe.
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