'El ingeniero que adelantó el siglo XXI', Torres Quevedo, recala en el Palacete
Un itinerario visual e inmersivo invitará a recorrer en cuatro secciones temáticas el legado del cántabro, el más prodigioso inventor de su tiempo
A modo de novedoso recorrido por la obra del más prodigioso inventor de su tiempo, «visual e inmersivo», el Palacete del Embarcadero acogerá este otoño, la exposición 'Leonardo Torres Quevedo, el ingeniero que adelantó el siglo XXI'. Infografías, planos, cianotipos, pantallas de televisión, fotografías, maquetas, publicaciones originales, sellos, postales y hasta un busto en bronce del genio iguñés se mostrarán en el espacio portuario del 7 de noviembre al 18 de enero. Toda la propuesta, comisariada por el profesor y estudioso Francisco A. González Redondo (UCM) y con diseño expositivo de Arauna Studio de Barcelona, que encabeza el diseñador santanderino Daniel Rubio, está estructurada en cuatro secciones independientes y, al mismo tiempo, interrelacionadas. Una muestra que se postula «definitiva».
En palabras de César Díaz, presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, «esta muestra significa la recuperación de una linea expositiva de divulgación científica e histórica, una de las señas de identidad del Palacete del Embarcadero en sus 40 años de actividad cultural». Desde la APS, «afrontamos el último trimestre del año con una agenda cultural intensa y variada, centrada en la programación de exposiciones, artes escénicas y actividades de mediación en todos sus espacios, incluyendo el Archivo General del Barrio Pesquero».
El comisario de la exposición sostiene que en un mundo como el del siglo XXI, «dominado por la informática y la Inteligencia Artificial, parece obligado empezar recordando y reivindicando a Torres Quevedo como el pionero de la computación y la automática». En el Palacete se revelará cómo, a finales del siglo XIX, con su Memoria sobre las máquinas algébricas y los diferentes modelos de demostración que construyó con tecnología mecánica, «se convirtió en la figura mundial en la mecanización del cálculo». También cómo, entrado el siglo XX, con su tratado teórico, los Ensayos sobre Automática, con las máquinas que demostraban sus proféticas innovaciones «ofreció a la humanidad los primeros autómatas que consiguieron 'imitar' el pensamiento humano». La solución al problema del vuelo se abordará en la sección dedicada a sus dirigibles que, ensayados en Madrid y en Guadalajara, se comercializarían desde Francia y el Reino Unido estableciendo los fundamentos para todos los dirigibles que se construyen en la presente centuria. El emblemático Transbordador de su creación ocupa un lugar central en la exposición con maquetas tanto del transbordador del Monte Ulía, primer teleférico para personas abierto al público en el mundo, como del Niágara, el primer teleférico para personas que sigue sobrevolando el río Niágara después de más de cien años.
La cuarta sección es, a juicio de González Redondo, «quizá la más original», pues descubre la obra de un genio como ingeniero naval, «una aportación también pionera materializada en su proyecto de buque campamento, la propuesta de unión de náutica y aeronáutica en un navío, o en la binave, el origen de los catamaranes modernos». Especial protagonismo tendrá el telekino, la creación que pone en relación las diferentes invenciones: «Un autómata electromecánico que se convertiría, por un lado, en el origen de los drones; por otro, en el punto de partida de su Automática; y, singularmente, en elemento integrante de las primeras embarcaciones eléctricas teledirigidas de la historia».