María Oruña abandona Cantabria en su nuevo libro 'El bosque de los cuatro vientos'
La novela, ambientada en Galicia, y que reivindica el cuidado del patrimonio histórico, se presentará en octubre en el Aula de Cultura de El Diario
En sus tres primeras novelas, María Oruña (Vigo, 1976) llevó a los lectores por distintos puntos de la costa de Cantabria occidental para desvelar ... una serie de crímenes investigados por la teniente Valentina Redondo. La trilogía, compuesta por 'Puerto escondido' (2015), 'Un lugar a donde ir' (2017) y 'Donde fuimos invencibles' (2018), la convirtió en una de las escritoras de novela negra más exitosas del momento con más de 200.000 lectores muchos de los cuales se han acercado a Cantabria, sobre todo a la zona de Comillas, para admirar esos paisajes donde se desarrolla la trama. El pasado día 25, la escritora publicó su nueva obra, «un nuevo viaje literario con aires de leyenda» que lleva por título: 'El bosque de los cuatro vientos' y que se desarrolla en su Galicia natal. «Un misterio antiguo y extraordinario protagonizado por una mujer enfrentada a su tiempo que, en esta ocasión no será la inspectora Valentina Redondo», asegura la autora quien presentará el libro en el Aula de Cultura de El Diario Montañés, en su sede del Ateneo, el próximo mes de octubre.
En 'El bosque de los cuatro vientos' Oruña narra un misterio antiguo y extraordinario, una leyenda basada en hechos históricos que surge en del monasterio de Santo Estevo, en Ourense, donde se custodiaban nueve anillos «mágicos», que habían pertenecido a nueve obispos que, entre los siglos X y XI, pasaron allí sus últimos días. Aquellas reliquias fueron reunidas en una cajita de plata, y los que la tocaban decían que sanaban de sus dolencias, explica la autora. «Nunca pensé que fuese a averiguar tantas cosas de la leyenda. Fue como una aventura y no me creía haber podido llegar hasta donde llegué», indica.
Y es que, a pesar de todo lo que había llegado a documentar, el último registro escrito sobre estos anillos es del siglo XVII y, a partir de ahí, no se sabe qué pasó con ellos: «Desaparecen sin que nadie diga nada, algo que me extrañaba mucho y por eso la investigación personal y literaria fue por caminos muy parecidos a los del protagonista de la novela, Jon Bécquer, un inusual antropólogo que trabaja localizando piezas históricas perdidas», recuerda Oruña.
La autora, que prescinde de su personaje Valentina Redondo, narra un misterio antiguo basado en hechos históricos
Destino, la editorial que lanza esta publicación destaca de esta obra que «María Oruña ha tenido el acierto de recrear el monasterio de Santo Estevo en dos momentos, de modo que el lector viaja constantemente en el tiempo, de la soledad y belleza primitiva del monasterio del XIX al lujo y arquitectura del parador actual, de modo que lo antiguo y lo moderno se dan la mano constantemente. En la botica decimonónica casi pueden olerse las hierbas y en el moderno alojamiento se puede intuir el lujo de una reforma inteligente».
Pero sobre todo, recuerda la autora, la novela es también una llamada de atención para valorar el patrimonio histórico de España y, en concreto, de Galicia, una investigación casi detectivesca de una leyenda de hace mil años y en la que se ha encontrado con restos románicos «abandonados en medio del bosque».
Además, en el libro se vislumbra también ese mercado del arte desconocido «donde hay gente que posee bienes que serían casi patrimonio inmaterial pero que mantienen oculto y al que solo acceden ciertas élites», indica.
La época de la Ilustración
La novela transcurre también paralelamente otra historia ambientada a comienzos del siglo XIX, cuando un doctor se instala en el monasterio con Marina, su hija, para servir como médico. Una joven interesada en la medicina y la botánica pero sin permiso para estudiar que luchará contra las limitaciones impuestas. Una época que eligió la autora por tratarse de un momento de crisis y cambio, cuando tras siglos del poder intocable de la Iglesia, se transforman los valores y la Ilustración va llegando y que ha sido poco tratado en la literatura, indica.
María Oruña recuerda también cómo conoció el monasterio, hoy convertido en Parador Nacional, y cómo el llamado Claustro de los Obispos ejerció durante años sobre ella el poder de un imán. Entonces no era escritora, ejercía como abogada, pero sabía, y así se lo dijo a una amiga, que algún día escribiría la historia de ese sitio. Este ha sido el momento.
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