Leila Guerriero
La autora de 'La llamada', tras participar en Felisa, habla de periodismo y de la vida real de la escritora
Asegura el novelista Pedro Mairal que Leila Guerriero (Junín, 1967) tiene una mirada de rayos X, cuyos superpoderes son una curiosidad despiadada y a la ... vez inocente, el análisis del comportamiento humano, observación forense, la habilidad de volverse medio invisible, la conciencia del tiempo y un feroz don poético. Claro que Leila nos recibe con gafas oscuras, porque este verano luce un sol de justicia para celebrar la Feria del Libro, que la ha traído de nuevo a Santander para departir con lectores y periodistas sobre el oficio de cronista. Ya a resguardo del calor, en una casona señorial reconvertida en hotel, empezamos a conocerla mejor: el ordenador portátil con un artículo en proceso, la maleta de viajera frecuente, unas cerezas y el mate con su bombilla. Y entonces se quita las lentes y por fin nos deja ver la mirada intensa que buscábamos.
-¿Esa es la mirada que necesita un periodista, con rayos X?
-No sé si tanto; si todos tuviéramos la misma mirada los textos saldrían tipo cadena de producción... Pero sí creo que se necesita una mirada fuerte, propia, una manera de ver las cosas. Una mirada cándida pero cultivada; no se puede ser periodista nada más leyendo el diario.
-¿Y qué hay que leer, entonces?
-Ensayo, filosofía, ficción... y a otros periodistas que escriben.
-Sin embargo, en sus textos no solo hay alta cultura...
-Un periodista que no tiene calle, no tiene mundo. Aunque no sea lo que más le guste, debe saber qué le gusta a la gente, qué leen, que escuchan. Yo nunca he leído volúmenes de Harry Potter, pero sé qué es.
-Y defiende, por ejemplo, a Stephen King.
-Me parece un gran autor de género, con libros realmente muy, muy buenos, que sabe cómo llevar una narración, que quiere seducirte contando una historia. Y que fue vapuleado por la intelectualidad. Aunque en las últimas dos décadas ha sido puesto en valor como corresponde.
-¿Pero todo vale?
-De pronto escucho algunas letras de reggaeton y similares y como que no... Pero luego escucho algunas músicas urbanas y descubro que hay un tipo en la Argentina, Wos, que dentro de ese género es un tipo súper sofisticado y me gusta escucharlo. Si cerrara los oídos a ese tipo de música nunca hubiera llegado a escucharlo.
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-¿Siempre hay que tener el radar encendido?
-Un periodista es una figura bastante distinta a la de un intelectual, un académico que se ocupa solo de estudiar los mapas antiguos del mundo cuando no se sabía que la tierra era redonda. Uno se nutre de un montón de cosas, de conversaciones, de escuchar a la gente en la calle, de ir a un bar y conversar con el barman. De haber ido mucho al cine y ver películas muy buenas y ver películas malísimas y otras muy populares, que no sabes por qué te tocan una fibra de emoción. Vi 'Amarcord' o 'Y la nave va', pero también me gusta 'Flashdance'.
-¿Y qué le aportó 'Flashdance'?
-Cuando yo viví en Junín, el pueblo donde nací, la película me envalentonó; me hizo pensar: si a ella le salió bien su sueño de ser bailarina, a lo mejor a mí también me puede salir bien vivir de la escritura.
-Pues al final lo logró...
-Pero algo distinto: de chica yo pensaba que iba a ser una escritora de ficción, de novelas. Y no, por suerte me dediqué al periodismo y nunca más quise escribir ficción ni tengo la intención de hacerlo. No sé, quizás dentro de un tiempo pueda firmar una novela, pero no es la idea.
-En concreto, se ha dedicado al periodismo narrativo. ¿Qué es eso concretamente?
-Los reportajes de largo aliento, en profundidad. Son perfiles y crónicas trabajados a lo largo de meses, a veces de años. En América Latina lo empezamos a llamar 'crónica' hace algunos años, pero la palabra tiene distintas acepciones en distintos países. No es periodismo de investigación, y tampoco lo llamamos periodismo literario porque induce a pensar en una mezcla de ficción y no ficción y no es así: todo lo que escribimos, lo investigamos, lo averiguamos, lo preguntamos, lo encontramos. Son textos que se realizan a través de muchas entrevistas y mucha observación. De acompañar a la gente a sitios que son importantes para su vida.
-Pero también la vemos cómoda en formatos más breves, como las columnas.
-Ahí el trabajo con el lenguaje es distinto porque la columna corta es como la zeta del zorro: tenés que hacer 'zazazá' y se terminó. Así que necesitas alzar el volumen. Sin embargo, es una tarea bastante ardua; a veces te pasas dos días leyendo cosas para escribir un parrafito.
-¿Y eso de ser escritora resultó ser como imaginaba?
-Resultó mejor. Cuando yo era chica tenía esa idea de un escritor de película que se encierra en su casa con su máquina de escribir o se sienta en un bar y hace eso nada más, sentarte y escribir reportajes o libros, pero no. La vida real del escritor es mucho más; es también ser editor, encabezar un taller, colaborar en medios, enseñar en distintos sitios, escribir prólogos, impartir conferencias, participar en festivales... Aparte de todas las tareas de promoción que están relacionadas con el hecho de publicar un libro.
-Una vida en los aeropuertos...
-¡Y eso que soy un poco bicho de cueva! Vivo en Buenos Aires, pero paso mucho tiempo viajando. Tengo un archivo en la computadora en el que voy armando la documentación de cada viaje: billetes de tren, aéreos, 'vouchers' de hoteles....Y los voy numerando: uno, dos... treinta y pico. Este año, todos los meses estuve viniendo para Europa, pero también fui a Princeton, a Chile, a Cartagena, a México. Una persona normal se quedaría en Europa dos meses y medio, pero yo necesito estar allá.
-¿Consigue escribir mientras viaja?
-No paro de escribir jamás; si lo hiciera tendría que sentarme antes en mi casa en Buenos Aires y escribir catorce columnas, todas juntas, y después voy a ir mandando. Cuando viajo me digo: voy, hago mi trabajo y vuelvo. Pero luego participo de toda la cosa social y paso el tiempo dando vueltas y conversando.
-Pero estará trabajando en algo de largo aliento...
-Sí, en un libro sobre una cuestión muy puntual del proceso de escritura. Pero por ahora solo está dando vueltas en mi cabeza.
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