Realismo cremoso
Embajadores Santander ·
No hay afectación. La cinta está rodada como si nada fuese a caducar, con la energía inherente de lo humano exento de sofisticación y artificio.Nueva ópera prima y nueva directora. En este caso una película fermentada con mucho queso de fondo y una madurez que parece desmentir lo bisoño ... y la juventud de la cineasta. Una historia de iniciación con muchas capas atravesadas por una serenidad extraña, mucho poso y ganas de contar. Louise Courvoisier es de esas directoras que genera confianza, que envuelve al espectador en un ecosistema del que emana complicidad y esa ansiosa calma del que siempre espera algo o a alguien tras una puerta abierta. Y la cineasta abre muchas puertas en esta historia de iniciación de un joven al que las responsabilidades sobrevenidas le obligan a cruzar a ese otro lado que llamamos mundo adulto o maduración, aunque nos mintamos.

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País Francia
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Año 2024
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Dirección Louise Courvoisier
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Guion Théo Abadie y Courvoisier
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Música Charlie y Linda Courvoisier
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Fotografía Elio Balezeaux
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Reparto Clément Faveau, Maïwène Barthèlemy, Luna Garret, Mathis Bernard
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Género Comedia dramática
Para tirar por el camino más corto hablamos de comedia dramática, pero 'La receta perfecta' contiene los suficientes registros y matices como para eludir los encasillamientos más facilones. La directora en un tour de force arriesgado, pero a su vez con naturalismo de oficio y mucha potencia narrativa, traza, casi en paralelo, el proceso de mutación del protagonista y el de la elaboración del queso, aventura existencial una, y vital y de subsistencia la otra. El filme tiene algo de neorrealismo cremoso, huele a verdad y mantiene una situación expectante ante la posibilidad de que asome lo inesperado o de que un detalle cercano y reconocible sea materia prima del asombro.
Hay frescura, una brisa de cercanía y de luz propia que convierte a la película francesa en un cuento diferente. Sí, los ingredientes están ahí: la superación, el dinero, la delincuencia, el cruce de la mayoría de edad, la amistad, el descubrimiento del amor, todo encaminado sin aparente esfuerzo a transmitir una aureola de autenticidad. Hay ternura y torpeza por igual en los gestos y en ese retrato individual pero al tiempo coral. Jóvenes actores no profesionales y una batuta muy fina que sabe dónde están los límites del cine y del queso; en ambas de la textura a la curación, de la coagulación al maridaje. Cabe una simbiosis entre la juventud diseccionada y el entorno de esa cultura agrícola donde la tradición y la herencia de la sangre y la memoria son parte del montaje, de la mirada de la cineasta novel y también del queso comté que se elabora en una región colindante con Suiza. No hay afectación. La cinta está rodada como si nada fuese a caducar, con la energía inherente de lo humano exento de sofisticación y artificio. Artesanal pero abierta a muchos sabores.
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