Ricardo Cavada, fiel a la galería Juan Silió, regresa con sus pinturas del último lustro
El artista suma una nueva comparecencia, reflejo de su evolución, a una trayectoria ligada a la galería santanderina desde su etapa fundacional en 1988
Es uno de los grandes pintores del arte surgido en Cantabria en los ochenta. De esos que vive la pintura sin especular, persiguiendo la coherencia ... y ahondando en la creación. «Te pasas mucho más tiempo mirando y escuchando lo que te dice el cuadro que pintando». Cerca de medio siglo de trayectoria, Ricardo Cavada Pontejos, 1954) expuso hace cuatro años en la galería Juan Silió, en su sede de Madrid, una colección de obras emblemáticas que por su trascendencia y significado el artista había guardado en su taller. La muestra celebró también el primer aniversario de la sala de la galería cántabra en la capital y se sellaba un histórico vínculo entre la galería y el artista prolongado durante más de 30 años. Hoy, a partir de las 19.30h, Ricardo Cavada se asoma de nuevo a Juan Silió a través del espacio santanderino. Su trayectoria artística está unida a la de la sala desde su fundación por Fernando Silió en 1988. El lazo de confianza que surgió entre ambos, al año siguiente se mantuvo intacto al tomar Juan Silió el relevo en la dirección y continúa hasta hoy, «envuelta en una profunda amistad y mutua admiración que supera con creces lo estrictamente comercial».
Las obras que se reúnen ahora constituyen un singular 'Viaje', fruto, casi en su mayoría, de los últimos cinco años de trabajo, y «demandan silenciosamente al espectador un ejercicio de contemplación serena, de la búsqueda del sutil detalle, de la mirada atenta en el discurrir del pigmento sobre la superficie, de los encuentros cromáticos y los juegos de intensidades». Tras ello, un hecho: «Disfrutar de la pintura con mayúsculas». La pintura de Ricardo Cavada ha sido definida en ocasiones como expresionista, gestual, sintetizadora, abstracta, esencial, silenciosa, geométrica, reflexiva, minimalista, reduccionista, etc., «y lo cierto es que integra todas esas características que, de una u otra forma, ha ido encontrando».

Estos treinta y seis años de relación artista-galerista suponen sin duda un largo viaje en el que el mundo iba cambiando mientras el artista desarrollaba con ahínco su oficio, buscando su estilo propio y sincero a la vez que también iba madurando como persona. Comenta Cavada que en sus inicios pintar era una lucha constante, durísima y determinada por la necesidad de demostrar lo que uno es capaz de hacer.
Pero poco a poco, a base de trabajo y persistencia, alegrías y también desengaños, fue llegando a pintar desde una actitud «más reflexiva y tranquila, más reposada, aprendiendo a escuchar al cuadro mientras va surgiendo, llegando a ser un transmisor de un arte que parece dictado no se sabe muy bien desde dónde». Y a veces incluso, como muy bien explica, llegar a ese momento «feliz y emocionante de acabar una obra y sentir que surgió la chispa, que sucedió ese estado de gracia que da como resultado un buen cuadro donde todo funciona y nada sobra ni falta».
Los cuadros «demandan silenciosamente al espectador un ejercicio de contemplación serena, de la búsqueda del sutil detalle, de la mirada atenta»
Cavada recorre este viaje hacia la pintura pura, poniendo de su parte «la honestidad original como creador, desoyendo los cantos de sirena de la modernidad y las nuevas tecnologías, del tiempo vertiginoso y la velocidad perversa, de las demandas del mercado y las modas, siempre cambiantes y desorientadoras. La brújula del artista y su meta han de mantenerse firmes». Tras un breve periodo de experimentación y búsqueda a través de estilos más figurativos y expresionistas, Cavada intuyó pronto su querencia hacia la abstracción, por ser más libre y abierta, y dirigió sus pasos hacia una pintura desnuda de narratividad.
En su madurez se vuelca en la investigación pictórica, estableciendo un íntimo y personal diálogo con cada obra. Un discurso que ha evolucionado en las formas, pero que se ha mantenido siempre en esa «búsqueda de la esencia, alejado de las distracciones y las modas», y que ha llevado a Cavada a convertirse en un artista fundamental, con más de un centenar de exposiciones realizadas.
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