A los perdedores de ambos bandos
Julio Llamazares recrea, en 'El viaje de mi padre', el recorrido de su progenitor y su amigo durante la guerra civil
LEn la génesis de este libro hay un remordimiento: el de no haber escuchado a nuestros mayores. Lo explica el autor en primera persona, pero es un hecho universal: apenas hacía caso a su padre cuando le contaba el episodio más importante de su vida, sus sufrimientos durante la guerra civil, año y medio de miedo y frío, con apenas dieciocho años. Y, como nos pasa a todos, cuando por fin le interesó ya era demasiado tarde, porque su padre ya no estaba.
Sin embargo, y por fortuna para sus lectores, Julio Llamazares sí que pudo reconstruir la peripecia de Nemesio, su padre, porque la fortuna quiso que ... se encontrara con Saturnino, amigo de su padre y de un pueblo vecino, que le acompañó durante toda la aventura. Una odisea, con su ida y con su vuelta, que llevó a dos estudiantes de magisterio desde la montaña leonesa hasta las cruentas batallas del Ebro y de Levante. Los jóvenes, avisados de que pronto llamarían a filas a la llamada 'quinta del biberón', se presentaron voluntarios al cuerpo de radiotelegrafistas, una manera de esquivar la infantería, que equivalía a una muerte segura.
Casi un siglo después, Llamazares decide pues repetir el mismo viaje de Nemesio y Saturnino, un camino de mil kilómetros en el que no siempre puede seguir sus pasos, pero en el que todavía resultan evidentes las cicatrices que la contienda dejó en paisaje y paisanaje.
'El viaje de mi padre'
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Autor Julio Llamazares
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Editorial
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Páginas 338
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Precio 22,90 euros
Dedicado «a los perdedores de uno y otro bando», 'El viaje de mi padre' no es ni un ajuste de cuentas ni una mirada revisionista, sino una búsqueda interior en la que partiendo de los lazos familiares el escritor retrata a una generación que pasaría el resto de su vida traumatizada por la guerra. No solamente el paisaje, sino toda nuestra herencia social y cultural sigue marcada por un conflicto que no deja de resonar, aunque por fortuna –y eso se recoge en varios pasajes del libro– el país sea hoy muy distinto, con una realidad en las calles muy alejada de la retórica frentista que se estila en la política actual.
Llamazares regresa así a los libros de viajes, tal vez su género fetiche, pero también a lo mejor de su producción, esa indagación en la memoria que fue 'Escenas de cine mudo', en la que el foco pasa de lo familiar a lo colectivo, con la palabra poética como vehículo.
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