Borrar
El matemático Carlos Andradas recaló en la UIMP en 2021. Ahora afronta su último periodo de mandato. Juanjo Santamaría

Carlos Andradas

Rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
«Resulta milagroso que podamos hacer todas las cosas que hacemos»

El matemático, que cierra este año su mandato, cree que el futuro de la UIMP pasa por obtener más autonomía

Guillermo Balbona

Santander

Lunes, 23 de junio 2025, 08:03

Es firme a la hora de dejar claro que es su último tramo de mandato al frente de la decana de las universidades de verano. Se marchará, en cualquier caso, abanderando una defensa del «ADN» de la UIMP, de su «singularidad» y, por ende, del potencial inherente a la identidad de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El rector Carlos Andradas (Reus, 1956) reitera su reivindicación de una «mayor autonomía» para garantizar «una gestión más ágil» de la institución académica.

–Lo ha comentado en varias ocasiones en estos meses, pero la pregunta es obligada. ¿Es su último verano de mandato?

–Sí, es mi último verano.

–¿Si se abren alternativas inesperadas cambiaría la decisión temporalmente?

– Soy un hombre responsable. En función de las circunstancias tomaré la decisión oportuna. No se trata de dejar colgado el cargo o a la institución. Yo lo que he planteado al Ministerio (Ciencia, Innovación y Universidades) es que al cerrarse el ciclo hay que darle naturalidad al relevo. Estoy contento de la labor que hemos hecho. Por supuesto, como sucede en todos los cargos, he disfrutado y también he sufrido. Lo que toca es cerrar un ciclo y empezar otro. Si es el 6 de octubre, o en otra fecha, ya se verá en función de las condiciones. La experiencia indica que la persona que vaya a hacerse cargo de la UIMP el verano de 2026 debe incorporarse antes de las navidades porque luego los tiempos imponen unos plazos para desarrollar el mandato.

–¿Qué claves conforman las aportaciones de su periodo de gobierno y gestión de esta universidad?

–Hemos introducido nuevos cursos que espero que se consoliden en el futuro, algunos ya lo han demostrado. La Escuela de Liderazgo Cívico; el informe de la Conferencia de Economía española del Banco de España-Cemfi, hoy complementado con la Escuela de Economía; la de Neurotecnología de Rafael Yuste; la divulgación de ciencia en español o el propio Aula Blas Cabrera, una creación nuestra que funciona maravillosamente; y otros como el curso de Inteligencia Artificial; el de España en el mundo; la Escuela de Estudios Clásicos, ya ambos en su tercera edición. Cursos nuevos con vocación de permanencia. Y, además, siempre está nuestra intención de cuidar la calidad y las relaciones institucionales con entidades de Cantabria y con el Ministerio.

–Al margen de la obvia singularidad, tras estos años, ¿cómo define la UIMP?

–Es una institución a la que vas queriendo a medida que la vas conociendo. Y estoy convencido de que debe jugar un papel mayor del que hace habitualmente dentro de la Educación superior. Esto es algo que se lo reitero al Ministerio con frecuencia. Más allá de los cursos de verano, que por supuesto son el buque insignia y sirven de altavoz y de tarjeta de presentación. Pero hay muchas otras cosas en los mismos cursos que hemos buscado, caso de sinergias entre actividades de posgrado, o propiciar que existan encuentros para presentar las direcciones de determinadas políticas y geopolíticas.

–Y ese hecho diferencial, ¿cómo se refleja?

–Está el hecho de ser una institución nacional, sin profesorado propio, lo que permite atender a propuestas estratégicas que por alguna razón todavía no existen en el mapa español de titulaciones. Y así ha habido iniciativas de diversos terrenos que han llamado a nuestra puerta. Y también sirve para hacer experimentos, en el mejor sentido, a la hora de incorporar personas a determinados ámbitos de la Administración. Por ejemplo queremos dejar ya conformado un proyecto con el Banco de España en el que la incorporación vaya de la mano de un curso de economía y finanzas que forme parte del proceso selectivo.

–Ha insistido en pedir más autonomía para la UIMP. De conseguirse, ¿en qué se traduciría?

–Primero en que la toma de decisiones sería mucho más ágil a la hora de hacer programas académicos, o de establecer convenios. Sin ir mas lejos, ahora algo tan simple como hacer el convenio para el patrocinio de un curso, conlleva una burocracia que exige entre uno o dos meses. Todo eso nos simplificaría muchísimo si fuésemos Universidad con autonomía.

–Pero, sin duda, persisten algunos déficits que, en paralelo, suponen soluciones estructurales. ¿Cuáles son?

–Primero la autonomía, ya comentada, que he reclamado y he escrito sobre su necesidad un montón de veces. Segundo, presupuesto. En el Ministerio se quedan boquiabiertos por que estamos recibiendo ahora de subvención nominativa una cantidad que no llega a los 3,7 millones. En el año 2010 estábamos recibiendo 5 millones. En términos constantes, sin contar variables, inflación..., recibimos un millón de euros menos. Es milagroso que podamos hacer todas las cosas que hacemos. Y en tercer lugar, el personal. Hemos tratado de incorporar a gente nueva, hemos sacado concursos, pero el saldo sigue siendo negativo. Se nos jubila mas rápidamente gente que la que podemos incorporar. Si tuviésemos más autonomía sería más fácil de gestionar el proceso de personal, las convocatorias de las plazas. Ahora cualquier plaza que queremos sacar tiene que ir dentro de la oferta de empleo publico del año correspondiente.

–¿Todas las soluciones pasan por el dinero?

–Es fundamental. Ahora mismo estamos tirando del remanente que había. Una solución que debe corregirse. Hace falta un presupuesto sin duda alguna. Pero al tiempo creo que deben existir herramientas para gestionarlo de manera ágil.

–¿Cree que el debate sobre el modelo de universidad de verano se ha aplazado demasiado?

–Sí, es cierto. El modelo de universidad de verano de hecho ya casi no existe. Incluso para nosotros que nacimos como tal. Ya no solo es de verano, sino que desarrolla toda una actividad a lo largo del año. Y los cursos de otras universidades son como un añadido en verano. El concepto no existe y hay que sentarse para ver si tiene sentido o debe reforzarse.

–¿Está garantizada la supervivencia de la UIMP?

–Sí. Estoy convencido de ello. El Ministerio está muy comprometido con ella. Lo que sucede es que hay que adoptar soluciones estructurales porque llegará el momento en que puede no desaparecer como tal, sino ser consumida, reducida por inanición.

–Y ello teniendo en cuenta otros factores como un cambio político que podría afectar al futuro...

–Claro. Pero la consideración de la UIMP está reconocida tanto por un partido como por otro (Gobierno y oposición). Eso está al margen de los vaivenes políticos. Lo que no está al margen y ese es el problema es justamente la normativa correspondiente para dotarla de las herramientas necesarias. Si se quisiera cambiar la naturaleza jurídica, cosa que veo ahora mismo imposible, haría falta una ley, lo cual es todavía mas improbable, se antoja una tarea hercúlea. Aprobar un nuevo estatuto es un proceso que lleva meses y, de hecho, hemos tenido que modificar puntualmente algún artículo del estatuto para dar cobertura a los complementos de los cargos académicos que se quedaron en el limbo a raíz de un informe de Abogacía del Estado. Y eso tramitado de urgencia ha supuesto un periodo de enero a mayo. Tramitado de manera ordinaria eso hubiera representado el paso de al menos ocho meses.

–Y todo confluye en esa advertencia suya del deterioro del ADN de la UIMP...

– Claro. Si los cambios hacen que la UIMP pierda su frescura o esa capacidad, que la ha tenido siempre, de poder invitar a gente, de salirse de los corsés habituales, entonces no se sabe si será peor el remedio que la enfermedad.

–¿Para quién son los cursos de verano? ¿Considera que ha cambiado el perfil del destinatario?

–Esa pregunta nos la hemos hecho todos los años porque una de nuestras fijaciones era recuperar a los estudiantes, a esa figura de quienes viven en esa franja entre los 18 y 25 e incluso prolongando el segmento hasta los 30 con estudios de doctorado. Ello sin detrimento de que haya personas de todas las edades (jubilados, etc). Pero no podemos olvidar que, cuando la UIMP se creó, su objetivo fundamental, como decía Fernando de los Ríos, era juntar a los mejores estudiantes de otras facultades con los mejores profesores nacionales y extranjeros. Recuperar esa comunidad universitaria es el objetivo y para ello es imprescindible reforzar el capítulo de becas. En el tiempo esto ha ido cambiando pero nosotros hemos ido ampliado el número de becas y el grado de ejecución, que el pasado año, por ejemplo, fue superior al 85%. Y este año de nuevo. Aquí volvemos al mantra de antes, si no hay dinero...

– La parada de la actividad en la tercera semana de agosto ha resultado extraña porque no hay antecedentes.

–Sí, estuvimos dudando mucho. Pero el signo de los tiempos demuestra que nos cuesta cada vez más mantener el nivel alto de actividad en agosto cuando se opta más como periodo vacacional. Muchos de los cursos magistrales que encargamos nosotros y las dos Aulas (Cabrera y Ortega) también las destinamos a agosto al mover mucha actividad en sí mismas. Cuando nos llegaron este año las propuestas para ese periodo solo había dos y ni siquiera eran cursos de semana completa. Para que la existencia de la UIMP funcione plenamente debe existir una masa crítica en el tiempo de convivencia y eso resultaba imposible sin apenas cursos. A nivel administrativo también la decisión era buena para anticipar otras labores. Pero no va a perdurar. Se programarán cursos magistrales en esas semanas.

–¿Habrá alguna sorpresa? Hay una opinión que apunta a que la UIMP necesita más atrevimiento.

–Desde luego la UIMP debe dar espacio y visibilidad a las nuevas voces y apuestas de quienes serán las figuras del mañana. Y ello significa acoger las propuestas y manifestaciones artísticas novedosas pero siempre que tengan calidad. Esto es lo fundamental. La transgresión, el atrevimiento como dice, no es el fin en sí mismo, aunque sí puede ser necesario a veces para abrir nuevos caminos. Sobre sorpresas, creo que la escultura de Chillida, frente al Palacio, es una de esas apuestas diferentes y queremos dejar también terminado el proyecto de alguna publicación sobre la UIMP. Y este curso hemos tirado la casa por la ventana con los honoris causa. Empezamos antes con Isabel Allende y quedan otros dos. Y contaremos como colofón en septiembre con el Nobel de Economía en 2001 Joseph Stiglitz.

–¿Qué significa recuperar el relato de la UIMP?

–Cuando uno intenta explicar lo que es la identidad de la UIMP te encuentras con que es una gran desconocida, empezando por lo de preguntar si somos universidad o no. Incluso colegas rectores piensan a veces que somos una universidad como la de ellos. Hay que montar un relato verdadero sobre la singularidad, en el sentido de que lejos de ser una rémora, su diferencia es una ventaja. Las otras universidades no te ven como una competencia y no estás maniatado al ofrecerte. Lo importante es hacer llegar el relato sobre la necesidad y la conveniencia de la UIMP a nivel institucional; como espacio para debatir políticas públicas; o como lugar para que instituciones sociales y científicas pueden montar escuelas que se vayan renovando...

–¿Cuál es su opinión sobre las universidades privadas?

–Ahora mismo no están haciendo un bien al sistema universitario. No significa que no pueda haberlas. Pero es importante que se controle la calidad y no se abandone la universidad pública como está ocurriendo en muchos sitios. La educación es un servicio público y un derecho. Y eso choca con el hecho de que algunos grupos propietarios de universidades privadas sean fondos de inversión, sociedades con ánimo de lucro, incluso con una ideología muy marcada. A esto hay que darle una vuelta.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «Resulta milagroso que podamos hacer todas las cosas que hacemos»

«Resulta milagroso que podamos hacer todas las cosas que hacemos»