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El ciclista eritreo Awet Gebremedhin (c). Marco Alpozzi
Awet Gebremedhin, de refugiado a participante en el Giro

Awet Gebremedhin, de refugiado a participante en el Giro

Tras tres etapas del Giro, ocupa la última posición de la clasificación, a más de media hora ya del líder, pero el escalador eritreo espera la llegada de los primeros puertos para remontar posiciones

colpisa / afp

Frascati

Martes, 14 de mayo 2019, 18:02

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Refugiado en Suecia, vendedor de refrescos y ahora ciclista en las grandes carreras del mundo. Awet Gebremedhin Andemeskel participa en la 102ª edición del Giro de Italia, una bella historia para este eritreo de vida atípica.

Tras tres etapas del Giro, Gebremedhin ocupa la última posición de la clasificación, a más de media hora ya del líder, pero el escalador eritreo espera la llegada de los primeros puertos para remontar posiciones y, sobre todo, dejarse ver en carrera.

A sus 27 años y participando por primera vez en el Giro, espera poder brillar en la etapa del 19 de mayo, una contrarreloj que acaba en una subida de 12 kilómetros. Pero no tiene ninguna presión. El simple hecho de formar parte del pelotón en una gran vuelta es ya para él todo un logro.

«Voy a afrontar el Giro como si fuese una carrera normal. Iré viendo día a día, nunca se sabe lo que puede pasar», confió a la AFP antes de la salida de la carrera en Bolonia, el pasado sábado.

Su pasión por el ciclismo nació cuando su padre le compró su primera bicicleta. Tenía doce años y 15 kilómetros separaban la escuela de su población natal, Kakebda.

Rápidamente, sus cualidades llamaron la atención y se convirtió en ciclista amateur. En 2013, obtuvo un visado para viajar a Italia y participa en Florencia en el Campeonato de Mundo juvenil. En lugar de regresar a Eritrea, el joven se refugió en Suecia, país en el que viven muchos compatriotas. Vivió encerrado en casa de un amigo por miedo a ser expulsado, a la espera de que la Oficina de Migración le regularizase el asilo. «Realmente no fue fácil. Dormía muy poco, menos de cuatro horas cada noche, y me estresaba mucho», explica.

El país escandinavo le acordó el estatuto de refugiado en noviembre de 2015. Se dedicó dese entonces a recuperar y reciclar botellas de vidrio para poderse comprar una nueva bicicleta. «Fue muy duro retomarlo (el ciclismo) tras dos años de interrupción, me parecía imposible», recuerda.

Acabó volviendo a participar en carreras de aficionados, pero rápidamente se enconntró sin contrato. Hasta que en 2018, el equipo Israel Cycling Academy le fichó para su academia y este joven conjunto creado en 2014 se convirtió en profesional justo antes del pasado Giro.

Según su director deportivo, el finlandés Kjell Carlström, «Awet es muy fuerte y queríamos darle la oportunidad de evolucionar y ver cómo se desarrolla como escalador».

No participó en el Giro de 2018. «Era demasiado pronto para él. Pero este año está preparado. Tiene más experiencia, ha ganado muchas carreras y nos ha demostrado de lo que es capaz en el seno de este equipo».

Para Awet, esta primera gran vuelta es la oportunidad de demostrar que merece un lugar en la élite del ciclismo. «Es un sueño hecho realidad. Soñaba con esta carrera desde que era pequeño. A veces, durante el entrenamiento, me doy cuenta de la suerte que tengo. Cuando has estado en el fondo del pozo como yo, es increíble encontrarse aquí».

También estaría orgulloso de representar a Suecia, donde vive desde hace seis años en la ciudad de Jönköping. «Espero tener algún día la nacionalidad sueca. Estoy allá muy feliz y todas las oportunidades que he tenido han sido gracias a Suecia».

A la espera de obtener la ciudadanía sueca, corre bajo los colores de su Eritrea natal, conforme al reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI).

Kjell Carlström considera que este Giro es aún más duro que el del pasado año, pero Awet «tiene una mentalidad muy positiva, algo importante cuando afrontar una gran vuelta». El equipo israelí no participará en el próximo Tour de Francia, pero espera ser invitado en 2020 a la mayor carrera ciclista del mundo.

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