Cueto despide a Uco Lastra
A ritmo de ranchera, el pueblo dijo adiós a su púgil: «Un hombre sincero, bravo y un líder desde niño»
«Ninguno como Uco Lastra, como Uco Lastra ninguno...». Este es uno de los versos de la canción que otro cuetano, Chema Puente, escribió en ... homenaje al boxeador, y que familiares y vecinos entonaron con cariño y sentimiento durante la misa de despedida celebrada en la Iglesia de Santa María del Lugar. Domingo Landeras, párroco del barrio, que a la vez es un pueblo, resumía el sentir: «Esta mañana la primera noticia que nos presentaba el periódico era que Uco había celebrado su último combate, pero esta vez el contrincante no era de su categoría. No era de peso pluma ni welter ni semipesado. Era de una categoría superior: el contrincante era la muerte. Un combate en el que no hubo ni golpes ni esquives».
Con presencia de un mariachi, durante su despedida se cantaron dos rancheras. La primera fue la de 'El rey' de Vicente Fernández. Una de las favoritas del púgil cuetano y que se entonó antes del arranque de la ceremonia. La segunda, el homenaje que compuso Chema Puente y que ya fue presentado durante el acto de entrega de la estrella de Tetúan, en 2024.
Cerca de un centenar de personas se acercaron a decirle su último adiós. Para quienes le conocieron desde niño, era mucho más que un campeón del mundo. Ángel Saiz, amigo suyo desde la infancia, recordaba: «Somos amigos desde niños y lo que me guardo de él es que le encantaba la canción mexicana. Yo también canto rancheras, y así es como le recordamos: por su fe, su bravura y esa forma de ser única.
Las frases
Párroco de Cueto
Domingo Landeras
«Uco celebró su último combate, pero esta vezel rival era de categoría superior. Ni peso plumani welter. El contrincante esta vez era la muerte»
Vecino de Cueto
Vecino de Cueto
«Era indómito, un líder desde los doce años.Fue lo que le llevó alboxeo. Más que porser un gran deportista,fue por su valentía»
Dueño Restaurante La Lola
Javier Gómez
«Era el primero en llegar todos los días y poníamosa Vicente Fernández casia diario, mientras tomaba una cerveza y leíaEl Diario Montañés»
Su mejor amigo
Jose María Rubio
«El último mensaje que quiero mandarle esque es mi mejor amigoy que nunca le olvidaré. Hemos pasado muchas batallas juntos»
Saiz también recordó que Uco era «indómito, un líder desde los doce años. Fue lo que le llevó fuerza al boxeo. Más que por ser un gran deportista, fue por su valentía. No tenía miedo y jamás se rendía. Y sin embargo, nunca presumía de ser campeón del mundo, era él mismo, auténtico y fiel a su manera de vivir».
Uno de los protagonistas de la ceremonia fue Javier Gómez, vecino de Cueto, amigo de Uco y dueño del restaurante La Lola, en el barrio Bellavista. Fue quien, micrófono en mano, le dió voz a la canción homenaje en la iglesia. Gómez destacó con cariño la vinculación que tenía con el entorno: «La misa ha sido muy emotiva. Él siempre estuvo muy vinculado a la música, sobre todo a las rancheras. La canción que he cantado fue creada especialmente para él y era la mejor manera de despedirle».
Sobre su relación con el restaurante, añadió: «Desde chaval estaba muy vinculado al lugar, vivió donde ahora está mi bar. Celebró allí muchas de sus victorias, y el gimnasio, donde entrenaba desde pequeño estaba justo detrás. Era el primero en llegar todos los días, incluso antes que yo; compartíamos la afición del boxeo y poníamos a Vicente Fernández casi a diario, mientras él tomaba una cerveza y leía El Diario Montañés. Era una persona muy especial».
Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, José María Rubio, vecino de Cueto, quiso dejar su último mensaje a Uco impreso en estas páginas de despedida del que fue su mejor colega: «Es mi mejor amigo y nunca le olvidaré. Hemos pasado muchas batallas juntos como íntimos que somos».
El funeral fue también un recorrido por la vida del boxeador más allá del ring. Sus vecinos, amigos y familiares coincidían en un mismo recuerdo: un hombre con bravura, que amaba la música mexicana y que, pese a su fama y coraje sobre el cuadrilátero, mantenía la humildad y cercanía de quien siempre se considera uno más. Cada rincón de su barrio parecía recordarle: desde el restaurante La Lola, que él mismo visitaba con mucha frecuencia, hasta el gimnasio Tano Diego, que estaba justo detrás del bar y donde entrenó con disciplina desde que tenía trece años.
El ambiente se impregnó de música, conversaciones entre sus amigos y familiares, y un respeto silencioso que llenaba la iglesia y el barrio. Los asistentes se detenían a intercambiar recuerdos, anécdotas de combates, entrenamientos y victorias compartidas, mientras otros simplemente permanecían en silencio, dejando que la emoción y el recuerdo de Uco llenasen el espacio. La combinación de rancheras, gestos de cariño y palabras de quienes le conocieron de cerca ofreció a todos los presentes una despedida completa, donde la emoción se mezcló con la memoria viva de su historia, dejando la sensación de que, aunque Uco Lastra se hubiera ido, su espíritu indómito, su pasión, valentía, humildad y respeto por la gente seguirían resonando en cada rincón de Cueto, donde sigue «siendo el rey».
«Más que un boxeador era un amigo, era como mi hijo»
Victoriano Diego Carrera, 'Tano', para los amigos y vecinos de Cueto, fue quien entrenó –junto con su hermano, en el Gimnasio 'Tano' Diego– a Uco Lastra desde sus primeros pasos en el boxeo hace más de seis décadas. Comenzó a guiarlo cuando Uco apenas tenía trece años y le acompañó hasta que se retiró en cada victoria y cada aprendizaje dentro del cuadrilátero. Recordarlo es, para 'Tano', volver a un tiempo de cercanía y confianza: «Era franco y muy claro, le gustaban las cosas claras y te las decía a la cara, como lo sentía». Pero más allá de su fuerza y determinación, lo que permanece en la memoria de su entrenador es su lado más humano: «Más que un boxeador, era un amigo, era como mi hijo». Desde aquel niño inquieto hasta quien se convirtió en campeón del mundo y de España, 'Tano' acompañó cada etapa de su carrera, orgulloso de haber estado siempre ahí. Sus recuerdos, simples y directos, reflejan la claridad y la autenticidad de Uco: un hombre que decía lo que sentía, que no fingía y que conquistó su lugar en la historia del boxeo sin perder nunca su esencia. Para quienes le conocieron, una combinación perfecta de valentía, lealtad y humanidad es el legado que permanece intacto, como una huella imborrable en su corazón. El único boxeador cántabro campeón del mundo y un referente fuera del ring.
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