Ribamontán roba un punto de la Mateo Grijuela
Los de Loredo, en un gran partido, igualan ante Peñacastillo, que pierde la oportunidad de meter presión por el liderato a Andros
Andros está un paso más cerca de llevarse la Liga. Peñacastillo volvió a dejarse un punto ayer por el camino, en este caso ante ... Ribamontán, y perdió la oportunidad de acortar más distancias con el líder. Fue un partidazo, un toma y daca en el que los de Loredo pudieron sentenciar antes y en el que salieron a flote para empatar el encuentro.
Los de casa arrancaron el partido haciendo historia... negativa. Una mano de dieciséis, con las ocho bolas, lo que supone un registro que no recuerdan ni los más viejos del lugar. Desde veinte metros Ribamontán no eligió el camino fácil, no embocó ni cerró de primeras y se llevó el chico de segundas tras un gran birle, cuando Peñacastillo había apretado gracias a dos emboques.
Los de Loredo tuvieron la sentencia del partido en su mano. Tras hacerse con el segundo de nuevo con una gran bajada y con dos parciales a su favor desaprovecharon una oportunidad de oro para matar la tarde. Jonathan García escondió un poco el emboque y Peñacastillo se quedó a un palo del cierre con una queda de Salmón que pegó encima y no llegó a la raya por centímetros. El partido estaba en esa mano, en un birle asequible después de una subida de dieciséis. Si en los albores del duelo Ribamontán había acertado en las bajadas, esta vez marró, lo que mandó la jugada a una segunda tirada en la que marcó el ritmo Rubén Haya.
El camargués puso la igualada en el cuarto con una última bola de cuatro desde el lateral de la mano a media bolera, un empate que dio paso a un duelo de francotiradores que se resolvió a favor de un Ribamontán que resucitó cuando más complicado lo tenía. Con tres emboques los santanderinos hicieron 77 bolos, un registro al que respondió el cuadro visitante con otros tantos aciertos máximos, dos bolas de seis (una de Cacicedo y la penúltima de Borbolla), y un cierre de cuatro del capitán que les daba un valioso punto. En el epílogo Peñacastillo no perdonó, aunque por Las Fraguas ya estaban de celebración.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión