Borrar
Los sueños ¿sueños son?

Los sueños ¿sueños son?

"En los clubes modestos, como el nuestro, no nos conformamos con esperar el éxito. Vamos a buscarlo"

bernardo colsa

Domingo, 22 de mayo 2016, 08:29

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Son innumerables las veces que me he acostado soñando la posibilidad de que el Racing disputara una final de algún torneo importante. Son las cosas del hincha apasionado. Y ojo, nótese que digo disputar y no ganar, quizás porque en mis propios sueños soy consciente de nuestras limitaciones. Y no digamos nada de una Liga.

Recientemente, con el sorprendente título liguero del Leicester City en Inglaterra, he vuelto a soñar despierto. Los foxes tenían en su haber un subcampeonato liguero logrado hace tantos años como el del Racing e incluso, son menos que nuestro representativo en su contexto: mientras nosotros hemos estado la mayor parte del tiempo en Primera, cuarenta y cuatro temporadas de ochenta y cinco ediciones, el 52%, ellos solo lo han hecho el 40%, cuarenta y ocho sesiones de un total de ciento dieciocho, aunque tiene en sus vitrinas algún que otro título oficial. ¡Ojalá igualáramos la gesta del Leicester!, me decía a mí mismo, aunque hoy por hoy sea una quimera

Lo cierto es que, saliendo de las ensoñaciones, creo que lo más cercano al éxtasis de un título tiene que ser otro tipo de éxito deportivo. Nuestro equipo, el Racing, nunca ha ganado competiciones, por lo que no sé qué se siente levantando un trofeo; mi escala de valores y triunfos en el fútbol, como la de la mayoría de los racinguistas, es otra, no se mide por títulos, por lo que entiendo que, por ejemplo, un ascenso es equiparable, en sentimiento y emoción, a un título. Es además, una especie de revancha del descenso. Y es, sobre todo, la culminación de una ilusión, del deseo de volver.

En este sentido, tenemos experiencia, como el Leicester. Porque el Racing ha caído de categoría en quince ocasiones y se ha rehecho, ha ascendido, en trece, ocho de ellas a Primera, dos más que los británicos. Las otras cinco fueron para recuperar la Segunda División: las veces que ha estado en la tercera categoría, salvo una. Y no fueron fáciles; eludiendo los dos ascensos de la década de los cuarenta, únicas alegrías en uno de los decenios más duros de la historia de Santander, los otros tres han rondando el paroxismo: 1970, el legendario gol de Aguilar en el desempate de la repesca a cinco minutos de acabar; 1991, el mítico autogol de Pombo en el horno de Getafe pasado ya el tiempo; y 2014, con otro autogol del rival a tres minutos de la conclusión. Algo de ello también lo han sufrido los seguidores del Leicester.

Precisamente por ese dramatismo, ¿quién no se acuerda de estos momentos? Están grabados a fuego ¿verdad? Y, ¿quién no sueña con repetirlos? Los racinguistas, los foxes, los aficionados de los equipos llamados modestos, somos todos iguales; estamos deseando cumplir un deseo, convertir en realidad un sueño delicioso. Lo perseguimos además con ahínco, porque sabemos que es posible, que ya lo hemos hecho otras veces. Nosotros trece veces.

Pues bien, ha llegado la hora. Ya está aquí el endémico mariposeo del estómago, el que siempre viene cuando hay una cita con el destino; es la señal que indica la hora de escribir un nuevo y esperemos que glorioso episodio en nuestra historia. Pero también es el que marca el momento de suturar las heridas que arrastramos de nuestra historia. Porque clubes como el nuestro, como el Leicester, son más pupas que El Pupas. Llevamos días soñando con superar la cita con la fortuna de este año e incluso vamos más allá «volveremos a Primera, como en el 93»- porque tenemos guardadas las miserias, las enormes heridas de los últimos tiempos. Y pensamos, soñamos, que por esas leyes no escritas, algún día se compensará todo, como el pasado domingo se compensó el empate de Ferrol.

Sin embargo, los hados del fútbol no han dictado normas sobre las restituciones entre el éxito y el fracaso. Queremos creerlas pero no existen. Todos los seguidores, de cualquier equipo, confían en ellas, pero no hay manera que se conviertan en ley. En Leicester pensaron lo mismo hace un par de años, cuando valiéndoles el resultado que se daba en el tiempo añadido de su último partido, el que decidía la opción de ascenso a la Premier inglesa, fallaron un penalty y en el contraataque inmediato, su rival marcaría fulminado su sueño. Los hinchas foxes purgaron su desgracia. Al año siguiente ascenderían y luego ganarían nada menos que la Liga. Recientemente, un amigo inglés me decía: «El fútbol les ha devuelto lo que les quitó, pero lucharon lo indecible para conseguirlo, rehaciéndose de una brutal crueldad».

Tiene razón mi amigo Steve. Es así. Caes pero te levantas, por muy dura que sea la caída. Siempre buscamos la otra cara de la moneda. El año pasado fue especialmente duro con nosotros pero, al final, como siempre, te da igual. Te levantas malherido y vuelves al lugar que te hizo tanto daño una y otra vez porque las desgracias vienen de serie. Es irracional, una revancha constante. Sabes que en algún momento volverás a sufrir otro palo; no importa, vuelves siempre porque sabes que en el camino hay un momento en el que se abre la puerta de los sueños para que se hagan realidad. Se llama ilusión. Eres del Racing y sabes que eso supone caer y levantarse. El miedo es de los ricos, la ilusión de los pobres.

Te rearmas constantemente. Te levantas porque crees. Buscas, siempre, la cita con el destino sabiendo que nadie te va a regalar nada. Por eso, cuando llega la hora de poder ser felices y la de saldar cuentas, que a este tipo de clubes siempre llega, los aficionados no nos conformamos con invocar al dios del fútbol para que nos aplique la justicia que exigimos en compensación con las afrentas sufridas. No. No nos conformamos con esperar al éxito: vamos a buscarlo. Está en nuestro ADN.

Es la gran diferencia con otro tipo de clubes, acostumbrados a ganar. No es lo mismo estar en un partido como estos, a la espera del éxito para celebrar la fiesta, que jugar junto al equipo para propiciar el festejo, consustancial en equipos de nuestro porte, sufridores de nacimiento. No tiene nada que ver. Absolutamente nada que ver. La pasión se desborda, se lucha para que los sueños sean realidades. Es tan sencillo como eso. Una pasión inexplicable. Ser del Racing. Ser del Leicester. No esperas los éxitos, vas a buscarles.

Los sueños se persiguen. Y a veces se consiguen. Paso a paso, segundo a segundo. Persigamos la ilusión para demostrar que nuestras expectativas no son solo sueños. Hay trece muescas en el corazón que nos dicen que no es así. Con todo lo que tenemos dentro, ¡aúpa Racing!

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios