«El 32 impacta de forma temeraria»
Los futbolistas del Racing y su técnico se marcharon muy descontentos por la pena máxima señalada en el 94 en Córdoba, pero árbitro principal y VAR lo tuvieron claro, cumpliendo directrices y atentos a la imagen fija de la jugada
El análisis del partido va mucho más allá, con un Racing que no supo matar el partido ni con 0-2 a favor ni cuando, después de que el Córdoba se colocara con 1-2 a favor, se encontrara con un jugador más por la expulsión de Jacobo. Pero el penalti de Jorge Salinas a Rubén Alves que Carlos Muñiz señaló en el minuto 94 a instancias del VAR, Rubén Ávalos, y que Carracedo convirtió en el 97 en el tanto del empate, ha dejado mucha polémica.
No lo vieron así ni José Alberto López ni los futbolistas del Racing, y las imágenes de televisión siembran muchas dudas. De ahí que el técnico verdiblanco incluso mostrara, con mesura y sin aspavientos, su disgusto en la sala de prensa del Nuevo Arcángel. Sin embargo, los audios del VAR lo dejan claro. Tanto Martín como Muñiz, que en primera instancia no vio nada, lo tienen claro.
La jugada de la polémica se produjo en un balón colgado al área que Jorge Salinas despejó de cabeza ganado el duelo al exracinguista Rubén Alves, que quedó tendido sobre el césped. El árbitro dejó seguir el juego, pero a los pocos segundos, cuando lo detuvo por una falta a favor de los locales, fue advertido desde la sala de videoarbitraje para que revisara la jugada mientras el cordobesista, con las manos en la cara, evidenciaba movimientos de dolor sobre el terreno de juego, tendido en el área cántabra.
«Es una accion fortuita donde mi jugador no sabe ni que hay un rival detrás. El adversario le busca el brazo»
«Tenemos que dar una vuelta al VAR, porque está claro que no estamos utilizando bien una herramienta tan potente»
«Lo que hemos visto en la última jugada del partido empaña completamente lo que es el fútbol»
El contacto se produjo. El codo de Salinas impacta en Alves. Eso es un hecho. También que no había intencionalidad de agredir -de ahí que se castigara al central con tarjeta amarilla y no se le expulsara- y que se trata de un movimiento natural en el salto. Pero a partir de ahí existen diferentes interpretaciones. Máxime ante la sangre que Alves mostraba en su rostro, que hizo más evidente el contacto y 'facilitó' a Muñiz señalar la pena máxima.
Más que la señalización en sí, el debate que la jugada ha generado en Santander (no así en Córdoba) es si se deben penalizar este tipo de jugadas fortuitas y sin intencionalidad, máxime cuando en primera instancia el árbitro no juzga comportamiento antirreglamenterio, y si por lo tanto debe entrar en juego, en estas ocasiones, el videoarbitraje. Si se debe o no dar mayor manga ancha al árbitro principal. Por una parte tendría el peaje de una mayor posibilidad de error. Por otra, dejaría más margen de interpretación en este tipo de lances fortuitos.
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También existen diferentes perspectivas sobre si lo más adecuado es quedarse con la imagen fija; el frame congelado, o analizar todo el contexto de la acción y su influencia. Es decir, observar la jugada entera, su intencionalidad y su incidencia. Pero este no es el criterio que se sigue habitualmente en las revisiones de vídeo y el protocolo establece otro comportamiento.
No lo vió en directo
El aragonés, bien colocado, juzgó en primera instancia ese movimiento natural y dejó seguir el juego. Según esa perspectiva, el brazo de Salinas impacta de modo fortuito en Alves durante el salto, al tomar impulso. El central vasco, también en su intento de llegar al balón, se golpea con el verdiblanco. Esa es al menos una interpretación. La otra, la que tras revisar la jugada en el monitor compartieron árbitro principal y asistente de VAR, es que fue un movimiento «temerario» y, por lo tanto, penalti. Una decisión que deja muy descontento al Racing y a su entrenador. «Tenemos que dar una vuelta a esto del VAR, porque está claro que no estamos utilizando bien una herramienta tan potente», se lamentaba JAL.
Sin decirlo de forma expresa, el asturiano sostenía al final del partido que aquello no había sido penalti: «Lo que hemos visto en la última jugada del partido empaña lo que es el fútbol. Completamente. Es una accion fortuita donde mi jugador -Salinas- no sabe ni que hay un rival detrás. El adversario le busca el brazo, el árbitro está perfectamente colocado y ve perfectamente lo que sucede. Poco más puedo decir».
Sin embargo, la conversación entre los árbitros muestra una perspectiva muy diferente: «Te voy a ofrecer una cámara al 50 por ciento. En mi opinión el defensor golpea de forma temeraria con el codo en la cara del adversario», advertía Ávalos a Muñiz. El aragonés, tras revisar la jugada en el tótem a pie de césped, no dudó y lo tuvo claro, repitiendo la valoración de su compañero: «Perfecto... De acuerdo, efectivamente, el número 32 impacta de forma temeraria en la cara del número 16. Voy a renovar con tiro penal y amonestación al número 32». Así fue como se señaló la pena máxima, entre las protestas verdiblancas, y Salinas vio la tarjeta amarilla.
El VAR manda
En lenguaje coloquial se puede hablar de penalti muy riguroso e involuntario, y el propio JAL se lamentaba de que se ven muchas jugadas similares cualquier fin de semana, si bien el reglamento y las últimas directrices definen con rigor este tipo de acciones. Una tarea, aun así, muy compleja para el árbitro.
«Mete el codo en la jugada, eso está claro, pero entre que sea una acción de juego o que exista intencionalidad, me quedo con lo primero», explica el exárbitro internacional Alfonso Pérez Burrul antes de acotar que «la tecnología ha cambiado las cosas en este tipo de acciones. No creo que en esa acción, y con el codo, evite el remate. Probablemente antes del videoabitraje no se hubiera señalado, pero ahora con el VAR, y una vez vista la jugada, digamos que en cierto modo obliga a señalarlo. En principio e puede observar una jugada correcta que no incide en el juego, pero una vez el VAR se ponen en contacto y vistas las imágenes, es la revisión la que manda».
Quizá a esto se refiriera José Alberto cuando en la sala de prensa del Nuevo Arcángel apelaba a «dar una vuelta al VAR» al hablar de una acción que el asturiano considera que no debió señalarse. En cierto modo, y sin desautorizar en absoluto a un Muñiz que a su juicio debía señalar la falta -«Según el protocolo VAR no hacerlo sería un error obvio»-, el santanderino entiende la postura del entrenador del Racing: «Es lo mismo que el penalti que le pitaron Villalibre. Son acciones de juego en las que lo que hay que valorar no es la foto, salvo que sea una clara agresión, sino la incidencia del contacto en impedir el remate. Es decir, lo que la acción interfiere en qué el jugador tenga ocasión de gol y se lo impida».
En una línea similar, a grandes rasgos, a la de Burrul se expresa Javier Teja, exasistente de Primera División y exárbitro de Segunda B: «Es una jugada en la que no hay intencionalidad, pero en la última reunión arbitral ya se dejó claro que cuando se ocupa un espacio por encima de los hombros y se invade el espacio del rival, como en este caso con las manos en alto, se debe señalar falta. Y, al ser dentro del área, penalti. Máxime cuando se observa una lesión del contrario que quita dudas sobre si se ha producido contacto».
«No hay intención alguna de cometer falta -insiste-, pero a día de hoy, y con el reglamento en la mano, es penalti. Cierto es que hasta hace poco tiempo este tipo de acciones quedaban siempre a la interpretación del árbitro y podían no señalarse, pero ahora, con las últimas directrices, ha quedado claro que hay que hacerlo».
En cuanto a que no se decretara en el momento, pese a la buena perspectiva que tenía el árbitro principal, explica que «si Carlos Muñiz no lo pitó en primera instancia, en directo, es porque, pese a estar bien situado, Salinas salta con Alves, lo que dificulta la observación, y también puede incidir otro futbolista del Racing en su visión. Pero una vez se le ofrece la revisión en la pantalla tiene que decretar la pena máxima».
La jugada resultó en cualquier caso decisiva para el que el Racing viera neutralizada la renta de dos tantos (los de Andrés y Sangalli) que llegó a tener hasta el minuto 72, cuando Villarrasa acortó distancias para el Córdoba. En el 79 los locales se quedaron con diez futbolistas por la expulsión de Jacobo, pero esa pena máxima señalada a instancias del VAR en el minuto 94 (se habían anunciado cinco de añadido), y que Carracedo no pudo ejecutar hasta el 97 por la pertinente revisión dejó a los racinguistas sin margen de reacción y sin dos puntos que ya casi se habían asegurado.