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Garbiñe Muguruza celebra la victoria con rabia. Reuters
Los retrasos no impacientan a Muguruza
Segunda ronda

Los retrasos no impacientan a Muguruza

La española concluye a las tres de la mañana con victoria el partido que más tarde comenzó en la historia del Abierto de Australia y selló su pase a la tercera ronda de torneo donde se enfrentará a Baczinszky

Enric GArdiner

Madrid

Jueves, 17 de enero 2019

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Son las 12:30 de la madrugada en Melbourne y Garbiñe Muguruza, en lugar de llevar un rato ya durmiendo, se dispone para restar el primer servicio de la británica Johanna Konta. Cuatro partidos había programados en su pista, la Margaret Court -segunda en importancia del torneo-, antes de que arrancaran Muguruza y Konta. Las maratones a cinco sets de Ivo Karlovic contra Kei Nishikori y de Alexander Zverev contra Jeremy Chardy, retrasaron una y otra vez el inicio de un partido que antes de comenzar ya era histórico.

Se rompió el anterior récord del inicio más tardío de un partido del Abierto de Australia en la historia (23:59 horas el Gavrilova-Mertens en 2018) y se hizo en los prolegómenos de la segunda victoria de Muguruza en Melbourne (6-4, 6-7 (3) y 7-5) la que le permite pisar la tercera ronda del torneo tras dos horas y 44 minutos de partido.

La organización no supo cómo afrontar el problema de horarios que se les venía encima. Intentaron a última hora, viendo que Zverev y Chardy dirimirían su encuentro en el quinto set, moverlo a la pista 3, donde Muguruza venció en su debut. La imagen de la cancha era una ruina. Llena de gaviotas que aprovecharon la falta de acción para hacer suyo el cemento. Ante la rapidez con la que Zverev despachaba al francés, los organizadores se agarraron al plan establecido.

Habían sido más de cuatro horas de espera, desde que el partido se había programado, hasta que finalmente se pudo jugar. La impaciencia por los retrasos no hizo mella en Muguruza.

La española, tras un inicio brillante, se medía a una jugadora que necesitó de casi tres horas para despachar a su rival en primera ronda.

Konta, número 38 del mundo y semifinalista en Australia y Wimbledon en 2017, se encontró con la misma Muguruza que dejó perpleja a Saisai Zheng dos días antes. La solidez con el revés, la brillantez en la volea y la eficacia al servicio seguían estando allí, perennes como los eucaliptos que pueblan la gran isla australiana y su salida evidenció el hambre con el que ha llegado al torneo.

Inicio fulgurante, rotura a favor y todos los servicios del primer set sostenidos concediendo una única oportunidad de 'break'. Ni siquiera cuando sacó para cerrar el parcial y Konta sacó la cabeza con un 15-30, Muguruza titubeó.

Ante un estadio prácticamente vacío por el horario intempestivo, el partido fue ganando en pulsaciones. Konta congeló sus errores y contuvo a Muguruza, a la que cada vez le costaba más encontrar los ganadores en la pista. Cuando se le abrió la oportunidad en una bola clara para rematar cerca de la red, Muguruza se equivocó de lado y le regaló el 'passing' a su rival. El desempate se abrió paso entre las gotas que comenzaron a caer, dando un toque más de locura a la noche.

El techo se cerró en cuestión de minutos y la bola de rotura fallada con anterioridad se paseó por la mente de la española, que cedió el desempate y alargó la noche australiana.

Pasaban las dos horas de encuentro y las dudas atenazaban a la española. Necesitó seis oportunidades para cerrar su segundo saque del set. Sintomático. Konta encontraba con facilidad las líneas y Muguruza iba a contracorriente. Pero en esa superioridad de la británica, su cabeza resistió y ambas aguantaron su saque y la presión, hasta que Konta no pudo más. Pasadas las tres de la mañana en Melbourne, Muguruza aprovechó su primer punto de partido, bromeó en la entrevista postpartido con irse a desayunar y abandonó la fantasmal pista 3. Su rival en tercera ronda será la suiza Timea Bacsinszky. Contradiciendo a aquella famosa 'sitcom' americana, a veces sí que ocurren cosas buenas después de las dos de la mañana. A Muguruza sí.

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