«Estoy encontrando quién soy yo haciendo canciones»
El músico, con dos cántabros en su banda, presenta el domingo en la Sala Niágara su disco homónimo
Su vida en las alturas (es piloto) hizo que Germán Salto (Madrid, 1984) terminara grabando con los Gospel Beach, un grupo de admiraba desde que ... era adolescente, en una escala en Los Ángeles. El domingo hará otra en Santander (Sala Niágara, 20.30 horas) para presentar su trabajo, un disco homónimo que ha logrado auparse tan alto como los aviones que maneja para los críticos musicales que no han dejado de alabar las cinco canciones.
-No le caben más elogios a este disco homónimo. ¿Lo esperaba?
-(Ríe) La verdad es que no me puedo quejar. A veces me da hasta un poco de vergüenza cuando veo comentarios muy exagerados, pero me alegro de que guste. ¿Sabes qué pasa? Con los dos anteriores ya ocurrió un poco: la crítica los puso muy bien. Mi batalla sigue siendo convencer a la gente de que vaya a los conciertos y se crea las críticas.
-¿Cuánto tiempo y qué estímulos hay detrás de este trabajo?
-La verdad es que bastante, porque el anterior disco es de 2017, hubo dos años un poco raros que nos robaron y además, yo soy muy pesado con las canciones. Por eso dura 30 minutos el disco. Yo lo de hacer discos de hora y media...o eres Paul McCartney o no tiene mucho sentido. Hasta que termino una canción, la redondeo y creo que está lista, pasa mucho tiempo. ¿Y estímulos? Soy melómano antes que músico y es el resultado de haber escuchado mucha música y hacer el disco que me apetecía hacer.
-Había canciones que veía sonando como Tom Petty y han terminado en otra órbita. ¿Esos 30 minutos son muy distintos de lo que imaginaba?
-Suele pasar, pero en este caso un poco menos. Es la primera vez que trabajo con Íñigo Bregel como productor y ha pasado algo mágico. Yo le canturreaba la idea que tenía en la cabeza y él lo sabía llevar a un sitio muy parecido al que yo imaginaba. El caso de Tom Petty es un ejemplo; a mí me gusta mucho y a él no. Nos llamábamos a las tantas de la mañana para decirnos: ¡tío, te estás equivocando!
«Mi batalla sigue siendo que la gente vaya a los conciertos y después se crea las críticas»
-Bregel es uno de los cántabros en su banda. ¿Cómo se encontraron?
-Nos liaron a los dos para un homenaje a George Harrison que hizo un amigo común y fue conocernos y llevarnos bien a nivel personal y a nivel musical también. Encima tuve la suerte de que no solo entendía lo que yo quería hacer, sino que para este disco necesitaba a alguien como él, porque ha estudiado composición clásica. Yo puedo tener la fantasía de hacer un disco orquestal, con violines y demás, pero no sería capaz de escribirle los arreglos a un violinista. Él era el hombre perfecto; con la conexión musical y la posibilidad de hacerlo realidad. Soy fan total.
-El segundo cántabro es el hombre orquesta, Pablo Solo, que se suma a la gira.
-En el disco el bajista es Iñigo Bregel y ahora, para el directo, Los Estanques propusieron a Pablo. Conocíamos el uno el trabajo del otro, pero no a nivel personal. Le propuse y la verdad es que mola, porque toca todo. Siempre digo que le ofrecí el puesto de bajo porque era el que estaba libre, pero si no, ¡le hubiera ofrecido cualquier otro! El batería que llevamos, Iñigo Pilatti, también es cántabro. Llevo dos en la banda.
-¿Trabaja bien en equipo o es un jefe complicado?
-Casi tendría que preguntárselo a ellos. Nunca me lo he planteado. Sí suelo ser muy mío y muy maniático, en el sentido de que se hagan las cosas a mí manera, pero me rodeo de gente tan talentosa que lo raro es que hagan algo que no me guste. Una vez, con la banda anterior votamos y cinco eligieron a y yo b. Y se hizo b (ríe). Creo que lo llevo bien y nunca he tenido problemas.
-Una pregunta que casi no le han hecho, ¿escribir en español facilita la poesía?
-No, de hecho hay veces que, tengo una canción en inglés, pienso que suena a Grateful Dead, pero la paso al español y suena a otra cosa. La sonoridad incluso lo puede estropear, pero en mi caso, siempre he escrito en español y en inglés. La diferencia es que ahora me ha dado por enseñarlas. Para mí no ha sido un cambio, sino para el que escucha.
-Respecto al cambio, si eso no lo ha sido, ¿hay algo que sí?
-Es un disco muy poco comercial ahora mismo, pero es lo que me apetecía hacer; pop barroco orquestal. Es una cosa que te puedes plantear una vez en la vida. El cambio principal fue quitarme el capricho y ya el siguente supongo que volverá a la banda de rock and roll y cuatro tíos tocando.
-Si yo le digo Burt Bacharach usted dice...
-Joer, pues...el número uno. Me extraña lo poco que se habla de él en el mundo de los músicos. Todo el mundo habla de McCartney, de Lennon, de Wilson, pero nadie lo nombra cuando cualquiera de los que he dicho le pondría en el top cinco.
-¿Conoce a algún otro músico al que le pregunten tanto por su otra profesión como a usted?
-No. Es una buena pregunta porque nunca me lo había planteado. He entendido que es una historia interesante lo de dedicarse a la aviación y al final me lo tomo con mucha naturalidad. Es un trabajo que para dedicarte a la música es muy bueno, porque te deja mucho tiempo libre; me puedo llevar la guitarra, me puedo ir a conciertos, me puedo comprar discos en diferentes lugares... De momento estoy encantado.
-No sabe qué será lo siguiente, pero como alguien que reconoce escribir a diario, ¿ya tiene material nuevo al que dar vueltas?
-Sí, ya tengo cuatro o cinco canciones que me gustan. La gente nota más los cambios de un disco a otro, pero para mí es el mismo estilo y lo agradezco porque es como que estoy encontrando quién soy yo haciendo canciones.
-¿Y quien usted haciendo canciones?
-Todavía estoy en ello y me parece la cosa más bonita de la música. Que una canción no exista, sacarla de la nada y grabarla es lo que más me gusta. Prefiero no saberlo, no pensarlo mucho y ver donde me lleva para pensarlo cuando tenga 80 años.
- «La fama no tiene un lugar donde agarrarse que sea realmente positivo». ¿Comparte esta máxima de su tío, Miguel Delibes?
-Sí, completamente. No la conocía.
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