«El público necesita nuevas formas de ver y sentir la ópera más acordes a los tiempos que vivimos»
El cantante cántabro interpreta esta noche el rol de Enrico en el espectáculo 'Lucia di Lammermoor' que Ópera Garage presenta en las Naves de Gamazo
Hace más de tres décadas que un joven Manuel Lanza (Santander, 1965) se fue a Madrid para completar sus estudios de canto. No tardó en ... debutar en el Teatro de la Zarzuela y con posterioridad ha pasado por los principales teatros del mundo. Su forma de cantar «elegante y sincera», según público y crítica, le han convertido en uno de los grandes nombres de la lírica de este país. Esta tarde vuelve a casa, para interpretar un rol que ha interpretado en decenas de ocasiones, el de Enrico de la obra 'Lucia di Lammermoor', pero desde una perspectiva completamente distinta y actualizada. Un proyecto, el de Ópera Garage, que se ofrecerá esta tarde a las 19.30 horas, en Las Naves de Gamazo, y que este barítono comparte completamente convencido de que la ópera debe actualizarse de la misma forma que la sociedad lo hace.
–¿Cómo llegó a este proyecto?
–Conozco a Emiliano Suárez desde hace muchos años y me habló de su proyecto tiempo antes de que se iniciara. Un día me llamó y me dijo que quería hacer 'Lucia di Lammermoor' y que yo interpretase a Enrico. Me explicó su visión y cómo iba a ser la adaptación del libreto original a nuestros días y, la verdad es que no tuve que pensármelo mucho porque desde el principio estuve muy de acuerdo en el enfoque.
–¿Qué es lo que más me gustó?
–Me gusta, porque además creo que es necesario, la idea de actualizar la ópera. Golpes Bajos cantaba 'Malos tiempos para la lírica' y yo creo que ya va siendo hora de que todos cantemos 'Nuevos tiempos para la lírica'. Tenemos que empezar a ver que las cosas han cambiado, que también lo ha hecho la sociedad y que el público necesita nuevas formas de ver la ópera como arte universal que es. Teatro y cine cambiaron hace tiempo y ahora nos toca a nosotros.
«Este espectáculo permite una inmersión de emociones entre público y espectadores que pocas veces he visto en un escenario»
–Háblenos de qué se va a encontrar el público que vaya esta noche a las Naves de Gamazo.
–Un proyecto que a mí me entusiasma que hoy hago por tercera vez tras Madrid y Bilbao y que va a permitir al público disfrutar de una 'Lucia di Lammermoor' contemporánea. La obra original es una de las más populares del romanticismo que se adapta perfectamente a nuestra manera de sentir actual. El público verá la misma obra, pero con unos personajes que visten como se hace en la actualidad y con unas circunstancias que como la vida misma también han cambiado. Pero la esencia del autor del libreto original, Salvatore Cammarano, es exactamente la misma. Esta es una de las grandezas de esta obra que las emociones de sus personajes y las que transmiten al público son perfectamente adaptables.
–¿En qué se diferencia este Enrico del que ha interpretado en otras producciones?
–Enrico es el hermano de Lucia, la protagonista, y en esta adaptación Emiliano Suárez lo presenta como un abogado de éxito, con un estatus muy alto, que ve peligrar a su hermana por la relación que mantiene con un hombre que tiene una forma de ver la vida totalmente diferente a la suya. En este montaje, Enrico ve que con esta relación se pone en peligro su mundo por lo que se opone frontalmente a esa boda. Pero no se trata de un villano al uso, porque una de las características del romanticismo es que no existía el mal como hemos conocido en otras obras, como 'Otelo' o 'Tosca'. En este caso todos estos personajes se ven obligados a hacer ciertas acciones que, aunque efectivamente se dañen unos a otros, están movidas por sus emociones.
–Y en esta Ópera Garage, los intérpretes no están frente a los espectadores y en un escenario, sino a escasos metros de él y a la misma altura. ¿Cómo siente esa proximidad del público?
–No te voy a negar que esa proximidad al principio choca. Estamos acostumbrados a cantar de frente y elevando mucho la voz para que se nos oiga desde las ultimas filas así que a mí al principio hasta me daba miedo de que no se me oyese. Pero una vez que te has adecuado a eso creo que esta proximidad es otra dimensión para un cantante e incluso te hace sentirte más cómodo. No estás obligado a gesticular tanto y de una forma tan exagerada porque tienes al público pegado a ti. Se produce una inmersión de las emociones entre espectadores e intérpretes como pocas veces he visto y también me atrevo a decirte que el más sorprendido con este tipo de representaciones es el propio público.
–Hoy canta en Santander, su ciudad, y el lugar donde empezó su carrera. Supongo que le será difícil no recordar sus comienzos.
–Me encanta volver a casa y claro que me acuerdo de esos inicios que fueron en el conservatorio Jesús de Monasterio y a principios de los 80. Yo no era tan niño pues hasta que no estuve en el instituto no me di cuenta de mis posibilidades y en realidad lo que más me llamaba la atención era el teatro, pero luego, ya en el conservatorio, tuve la suerte de tener una maestra, Sonsoles del Val, que me animó a ir a Madrid y seguir estudiando en la Escuela Superior de Canto. Y así lo hice, eso fue en 1988, allí recibí clases de otra grande, también cántabra, que era Isabel Penagos y luego ya la cosa fue muy rápida porque en el 90 debuté en el Teatro de la Zarzuela con 'El manojo de rosas' y luego en el 92 en Italia, en el Rossini Opera Festival de Pesaro con La Scala di Seta y ya no paré.
–Ha cantado en el Metropolitan de Nueva York y en la Scala de Milán entre otros escenarios con una gran aceptación por parte de público y crítica que han definido su voz como elegante y sincera. ¿Lo cree así?
–No me imagino otra forma de cantar que no sea de forma honesta y sincera pues no concibo engañar al público con algún tipo de artificio.
«Todavía hay poca conciencia de que es una inversión a largo plazo, y no solo en lo espiritual, también en lo económico»
–En un momento dado hizo un parón y se alejó de los escenarios. ¿Cómo ha sido el regreso?
–Sigo alejado de los grandes escenarios y de las grandes producciones y mis actuaciones están más centradas en formatos reducidos como 'El estudiante y la zarzuela', que hemos hecho en Madrid en varias ocasiones, o recitales temáticos. Mi regreso coincidió con una mala época para la cultura en general que fue la que más afectada se vio por las crisis económicas y luego con la pandemia, así que las cosas están como están, pero no descarto volver a los grandes teatros.
–¿España no trata bien a la cultura?
–No es que no la trate bien, es que no la trata como se merece. Todavía hay poca conciencia de que la cultura es una inversión y que a largo plazo proporciona riqueza y no solo espiritual, también económica.
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