«La pervivencia de algunos accidentes laborales en el siglo XXI es intolerable»
El técnico considera que las empresas no deben externalizar la gestión de la prevención sino asumirla con toda la plantilla para tener éxito
Todavía no se acaba de creer que se ha jubilado y, de hecho, la mayoría de las personas que le conocen y que han trabajado ... con él, tampoco. Amalio Sánchez (Ávila, 67 años) ha sido una persona clave en la batalla para prevenir los accidentes laborales y mejorar la seguridad y salud de los trabajadores de Cantabria y acaba de dejar su cargo como director del Instituto Cántabro de Seguridad y Salud en el Trabajo (Icasst), en el que estuvo desde su creación hace más de diez años. Antes había sido jefe de la Inspección de Trabajo en Cantabria. Son muchos años de buen hacer de este abulense que vino a Santander por amor (su mujer es de la capital cántabra y se hicieron novios cuando estudiaban en Salamanca) y que se ha quedado para echarnos una mano en el mundo laboral. Piensa que se ha dejado cosas en el tintero, pero también sabe que en esta carrera de fondo que es la prevención de los riesgos laborales siempre queda algo por hacer.
De momento, mientras espera que nazcan sus nuevos nietos, se siente esperanzado con los pasos que se han dado y anima a que se den más en el campo de la prevención para evitar muertes y enfermedades. Sin embargo, todavía se entristece cuando se produce un accidente laboral mortal que podría haberse prevenido como son las caídas en altura o los atrapamiento con máquinas. Con todo, su conclusión final es optimista siempre que las empresas, especialmente las más pequeñas, crean en la necesidad de interiorizar la prevención y compartirla desde la dirección al último empleado.
-¿Cómo llego a la dirección del Icasst hace ya más de 10 años?
-Estudié Derecho en Salamanca y en marzo de 1977 aprobé las oposiciones de Inspección de Trabajo. Estuve destinado como inspector en Guipúzcoa y Palencia y el 1 de octubre de 1982 llegué a Santander como jefe de equipo. Después estuve 15 años como jefe de la Inspección de Trabajo en Cantabria. Al crearse por ley el Instituto de Seguridad y Salud en el Trabajo cuando era vicepresidenta y consejera de Empleo Lola Gorostiaga me nombraron director. Lo he sido durante diez años y medio, desde Gorostiaga, pasando por Cristina Mazas y ahora con Juanjo Sota. Creo que el hecho de tener un perfil más técnico que político me ha permitido seguir en el cargo a pesar de los cambios de Gobierno. La verdad es que he trabajado muy bien con los tres consejeros y tengo que decir que podría haber seguido con Ana Belén Álvarez, con la que he trabajado con pleno entendimiento, codo con codo en mi etapa final. Me ha costado, pero al final he decidido jubilarme. Le agradezco a ella y a los consejeros anteriores toda la colaboración recibida en el desempeño de mi responsabilidad pública.
-¿Cuál ha sido el principal avance en estos años del Icasst?
-Voy a dar solamente un dato para demostrar que la tarea que ha llevado a cabo el Icasst era necesaria. En 2009, el índice de incidencia de la siniestralidad laboral en Cantabria era de 3.831 accidentes por cada 100.000 habitantes y el de España de 3.973. Es decir, estábamos 142 puntos por encima. En 2018, Cantabria tenía un índice de 2.064 accidentes por 100.000 habitantes y España, 3.326. Ahora estamos 262 puntos por debajo. Hemos pasado del séptimo lugar de menor índice de accidentes laborales al segundo.
-¿De qué logro se siente más satisfecho y qué le habría gustado conseguir?
-Estoy muy satisfecho del equipo que se ha formado en el Instituto porque está implicado en el desarrollo de los proyectos. Desde que yo entré se ha producido un paulatino recambio generacional y se ha renovado el 90% de la plantilla. En cuanto a lo que me hubiera gustado conseguir, es obvio: reducir más la siniestralidad y lograr mejores condiciones de trabajo en todas las empresas y sectores. De todas formas, hay que tener en cuenta que se trata de un área de trabajo en la que no hay límites. No se llega nunca al objetivo porque se quieren reducir los accidentes y prevenir las enfermedades y mejorar las condiciones. Me gustaría, en este sentido, agradecer el trabajo conjunto con empresarios y sindicatos (CEOE, UGT y CC OO...) porque ha existido un buen entendimiento. Los objetivos son comunes y el diagnóstico, aunque se pueda discrepar en el método. Al final, hay acuerdo y las actuaciones se pueden llevar a cabo. No cabe duda que tanto la cohesión del equipo del Icasst y el buen entendimiento con los agentes sociales han sido esenciales para mejorar la situación, sin olvidar la colaboración con la Inspección de Trabajo.
-¿ La prevención sigue siendo una asignatura pendiente?
-Sí. Hay que lograr que nuestras empresas, según el tamaño y las características, tengan una estrategia interna para gestionar e integrar la prevención. Nos hemos puesto excesivamente en manos de servicios ajenos que hacen un buen trabajo, pero no llegan a implantar la prevención en el seno de la empresa. Hay que reforzar la estructura interna de las empresas para que, contando con los informes de los servicios externos, implanten la prevención en el día a día de la actividad. Se trata de que sea la propia empresa la que gestione la prevención porque son sus directivos y trabajadores los que mejor conocen la realidad. Está demostrado que cuando aumenta la actividad crece la sensibilidad y que hay mayores riesgos cuando la prevención es débil. Hay que asimilarla internamente.
-Aunque se ha mejorado, todavía nos encontramos con accidentes laborales, incluso mortales y con enfermedades profesionales...
-La reducción del índice de siniestralidad laboral es importante y ha cambiado la estructura de los accidentes ya que ahora más de un tercio de los que se producen son ergonómicos. Sin embargo, es intolerable que sigan produciéndose accidentes por las mismas causas que hace más de un siglo como son las caídas en altura o el atrapamiento con maquinaria. Su pervivencia en el siglo XXI me parece intolerable. En cuanto a las enfermedades profesionales, el objetivo es que se detecten cuanto antes y que se tramiten las sospechas. Para ello es necesaria la colaboración con el ámbito sanitario, concretamente con el Servicio Público de Salud que es en dónde deberían valorarse estas sospechas. La vigilancia de la salud es esencial para detectar a tiempo la enfermedad profesional y adoptar medidas. Es muy importante que se conozcan los riesgos. En este sentido, el Icasst ha organizado para noviembre un encuentro sobre higiene industrial en el que se abordará el tema de los riesgos y la necesidad de reforzar el control de los contaminantes químicos que dan lugar a una buena parte de las enfermedades profesionales actuales. Pienso que va a resultar muy interesante.
-¿Es cierto que las épocas de crisis económica influyen en la seguridad laboral?
-La debilidad del sistema de prevención se acentúa en las épocas de crisis al contarse con menos recursos e inversiones. De otro lado, se producen bajadas ficticias de la siniestrabilidad porque no se contabilizan los accidentes por miedo a perder el empleo, que es lo habitual en las épocas de bonanza
-¿Hay muchas opiniones sobre el papel que deberían de tener las mutuas?
-Con la nueva normativa se han quedado como entidades colaboradoras en la gestión de las prestaciones de la Seguridad Social. De otro lado, se han quedado sin competencias en materia de prevención. Tienen una pequeña partida para promover la prevención en las empresas asociadas para asesorarlas y poco más. Creo que teniendo el conocimiento que tienen de las empresas deberían tener un papel más importante en la prevención y, por tanto, en la reducción de la siniestralidad laboral. Soy partidario de que tengan un papel más relevante y más activo en la gestión de la prevención de las pequeñas y medianas empresas. Las mutuas son las más interesadas en no tener que gestionar prestaciones por accidentes y su interacción con las pyme mejoraría la prevención y reduciría los accidentes.
-Vamos, que le da pena irse a su merecido descanso porque la tarea que queda por delante es todavía muy grande...
-Sin embargo, pese a todo lo dicho, soy optimista en materia de prevención, a pesar de que son muchas las circunstancias en contra, porque las empresas que se han concienzado y en las que la dirección estima que la prevención es una prioridad y que el cuidado de las personas es una política esencial y no entregan la gestión a otros, ven como los resultados positivos llegan. Es de esta manera como se disminuyen los accidentes y mejoran las condiciones de trabajo y, además, hay una implicación real de los trabajadores en la prevención. Como resumen diría que quien trabaja en prevención logra éxito y que las empresas que se han involucrado en la campaña del Icasst Cero Accidentes han mejorado muchísimo.
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