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Netanyahu se dispone a votar. AFP

Netanyahu y Gantz se autoproclaman ganadores de unas elecciones muy reñidas

Más que unas elecciones, Israel vivió un referéndum sobre la figura de un Netanyahu acorralado por sus problemas con la justicia

Mikel Ayestaran

Corresponsal en Jerusalén (Israel)

Martes, 9 de abril 2019, 22:41

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«Agradezco a los ciudadanos de Israel la confianza», estas fueron las palabras de Benyamin Netanyahu en Twitter a los pocos minutos de cerrarse las urnas y hacerse públicos los primeros sondeos de las elecciones parlamentarias, aunque las encuestas a pie de urna dieron a su rival, Beni Gantz, como candidato más votado por lo que el ex jefe del Ejército también dio las gracias a sus votantes. Netanyahu anunció que «el bloque de la derecha liderado por el Likud ha logrado una victoria definitiva» y que se ponía a trabajar desde ese mismo instante para formar «una coalición de gobierno» con sus «socios naturales». Y Gantz, líder de 'Azul y Blanco', replicó anunciando que «en estas elecciones hay un claro ganador y un claro perdedor. Bibi (sobrenombre de Netanyahu) prometió 40 asientos y perdió a lo grande«.

Esta primera reacción de los dos grandes favoritos fue una muestra más de lo reñido que fue el pulso tal y como habían anunciado las encuestas. Según los sondeos del Canal 12, el que más se aproximó a la fotografía final en los comicios de 2015, Azul y Blanco obtendría 37 escaños y el Likud, 33, una situación que, completada con los datos del resto de formaciones en la cámara, podría dar un empate a 60 escaños entre el gran «bloque de derechas» liderado por Netanyahu y el centro izquierda de Gantz, donde se incluirían los escaños de los diputados árabes. Otros dos sondeos dieron como candidato más votado a Gantz, pero en ambos casos apuntaron a Netanyahu como futuro primer ministro por la victoria final del «bloque de derechas» en la cámara.

Más que unas elecciones, Israel vivió un referéndum sobre la figura de un Netanyahu acorralado por sus problemas con la justicia y que en breve deberá comparecer ante el fiscal general, Avijai Mandelblit. Esta vez el enemigo no es Irán, Hizbolá o Hamás, esta vez es la Justicia de su país la que amenaza a Netanyahu tras anunciar su procesamiento por «soborno, fraude y abuso de confianza». Pese a todo, el líder conservador aspira a cumplir un quinto mandato en el que prometió poner en marcha la anexión de Cisjordania, una promesa dirigida al votante ultraconservador y que echa por tierra décadas de trabajo diplomático en búsqueda del establecimiento de la denominada «solución de los dos Estados», uno israelí y el otro palestino. Una promesa que trató de atraer hacia el Likud los votos de las pequeñas formaciones ultranacionalistas que tienen en sus programas esta anexión como uno de sus puntos principales.

La jornada transcurrió en medio de un clima veraniego que llevó a muchos israelíes a acercarse a las playas después de semanas con un nada habitual mal tiempo para estas alturas del año. El ambiente de fiesta y calma no se contagió a un Netanyahu que luchó por los votos hasta el último instante. Tras depositar su papeleta en Jerusalén viajó al norte de Tel Aviv y se acercó a la playa de Poleg para pedir a los bañistas que no se olvidaran de votarle. El primer ministro recurrió también a sus redes sociales en las que lanzó un fotomontaje sobre un hipotético Gobierno liderado por Yair Lapid, colíder de Azul y Blanco, rodeado de los candidatos árabes y de partidos de centro y de izquierda. Si en 2015 su as en la manga fue el mensaje «¡que vienen los árabes!» para movilizar a los suyos, esta vez volvió a recurrir a los árabes y acusó a Gantz y Lapid de haber cerrado un acuerdo para «un gobierno de izquierdas con apoyo árabe«.

El incidente más controvertido de la jornada de votación lo protagonizaron miembros del Likud, cuando fueron descubiertos con cámaras dentro centros de votación de ciudades con fuerte presencia árabe. La alianza Hadash-Taal presentó una demanda urgente para pedir la retirada inmediata de estas cámaras y lo consideraron «una maniobra para intimidar a los árabes israelíes y disuadirlos de votar». La Policía tuvo intervino y retiró hasta 1.200 porque el Comité Central Electoral calificó la acción de «ilegal». La participación de la minoría arabe de Israel, que supone veinte por ciento de la población, se situó en mínimos históricos, según destacaron los medios locales.

¿Bibi o Beni?

¿Quién ganará? ¿Bibi o Beni? (forma coloquial de referirse a Netanyahu y Gantz), esa era la gran duda que tenían los votantes cuando se dirigían a uno de lo 10.000 centros de voto abiertos en todo el país. «¡Bibi, Bibi, Bibi, Bibi!», gritaba a un lado de la acera un anciano vestido con la camiseta del Likud y encargado de repartir propaganda frente al Instituto de Secundaria de la calle Hillel, en el centro de la ciudad santa. En Israel no hay jornada de reflexión, pero tampoco hay normas que prohiban a los partidos hacer campaña hasta el último minuto. Las puertas del colegio, situado a unos metros del Museo de la Tolerancia, estaban custodiadas por miembros de las campañas del Likud, Azul y Blanco y Meretz, que trataban de convencer con sus argumentos a posibles indecisos de última hora. En el caso de Likud el argumento se basaba en que «Bibi es el mejor amigo de Trump y Trump es el mejor amigo de Bibi. Esto es bueno para Israel y para estados Unidos, no hay más que hablar. Es Bibi, el rey Bibi», zanjaba el veterano militante del partido conservador.

Sus rivales movían la cabeza con desaprobación, especialmente las dos jóvenes con camisetas verdes de Meretz para quienes «es hora de poner fin a un reinado demasiado largo. Netanyahu ya es como Mubarak o Assad y quiere estar en el poder para siempre, es el típico mandatario de Oriente Medio que no sabe dejarlo a tiempo». Las voluntarias de este partido de la izquierda israelí, que en 2015 obtuvo cinco escaños, advertían de que «votar a Netanyahu es votar por el Apartheid y por un estado racista, sobre todo después de que ha dicho claramente que piensa anexionarse Cisjordania». El tono en la carpa electoral de Azul y Blanco es más moderado y allí la palabra más repetida es «esperanza, sólo esta nueva alianza es capaz de dar esperanza al país y a la región».

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