Obituario
Feliciano Vega
Lunes, 17 de noviembre 2025, 07:21
El 26 de octubre falleció en el Hospital de Sierrallana Rafael Rojas López tras haber sufrido un infarto de miocardio cuando se encontraba trabajando en ... su huerto en la localidad de Cuchía, y ello a pesar de haber sido trasladado de inmediato a dicho hospital, donde desgraciadamente los médicos que le atendieron nada pudieron hacer por salvarle la vida.
Rafael Rojas nació en 1927 en Belmez (Córdoba) y ejerció su carrera profesional en Cantabria desde 1953, cuando se incorporó como funcionario en el Juzgado municipal de Corvera de Toranzo, pasando después al Juzgado de Distrito de Villacarriedo, donde ocupó la plaza de oficial durante muchos años,. Seguidamente, se trasladó con su familia a Santander, donde pasó a ocupar también plaza de oficial en el Juzgado de Distrito Nº1 de Santander y, finalmente, a la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria hasta 1992, donde, al cumplir 65 años, alcanzó la jubilación.
Ha sido una triste e inesperada noticia que, a pesar de su avanzada edad, nos ha causado un gran impacto y un sentimiento de dolor, al igual que le ha ocurrido a su afligida y apenada familia, a sus numerosas amistades, y, muy especialmente, a cuantos pertenecemos al ámbito judicial de Cantabria, donde siempre, tanto sus superiores como los profesionales del Derecho y sus compañeros, le hemos considerado un funcionario de referencia. Una persona que atesoraba sobresalientes virtudes humanas y profesionales; una persona generosa, que irradiaba simpatía; un funcionario, en definitiva, honesto, prudente, recto y muy trabajador, y, sobre todo, un hombre solidario y siempre presto a ayudar a las personas más desfavorecidas y necesitadas.
A quien esto escribe le unía una recíproca, entrañable y cercana amistad desde hace muchos años, concretamente, desde inicios de la década de 1970, cuando compartimos mesa y mantel en un restaurante de Villacarriedo, entre otros, junto con nuestros excelentes amigos don Gerardo Muriedas, registrador de la propiedad; don Eduardo Ortega Gayé, juez entonces de aquella villa; don Benito Huerta, abogado, o don Manuel Seco, oficial que fuera del Registro (estos tres últimos, fallecidos).
Destacó nuestro finado amigo por ser un gran amante y protector de su familia. Fue padre de siete hijos, y tres de sus hijas ejercen actualmente su función en la Administración de Justicia en Santander. Fue asimismo un gran defensor de los animales, pues en su casa de Cuchía, a donde se desplazaba desde Santander, siempre que podía tenía toda clase de animales: perros, gallinas, faisanes...; y en su tiempo libre se dedicó con esmero a plantar flores de toda clase y a trabajar en la huerta que tanto le gustaba, al punto de que allí fue donde le sobrevino el desgraciado infarto que acabó con su vida. Desde estas líneas reiteramos nuestras más sentidas condolencias a su querida familia, al propio tiempo de desearle al inolvidable amigo y compañero que siempre fue el goce de la paz eterna.
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