"La UCI no es la antesala del infierno, sino una sucursal de la vida"
"El 90% de los pacientes que pasa por Cuidados Intensivos sobrevive, pero hay mucho margen de mejora en el cuidado emocional", objetivo del proyecto que lidera el médico Gabriel Heras
Ana Rosa García
Jueves, 16 de marzo 2017, 07:45
HUCI, con la H de humanización por delante, es el nombre del proyecto que está cambiando el paradigma en la asistencia sanitaria en el trance ... más crítico en la vida de un paciente. La fórmula para combatir "la soledad, la vulnerabilidad y el miedo" que se siente al despertar en medio de un silencio solo roto por el pitido de las máquinas que invaden la estancia llegará de la mano de "la humanidad compartida". Y de ese "elixir mágico" habló ayer, en la Jornada de Buenas Prácticas celebrada en el centro hospitalario Padre Menni, el médico Gabriel Heras La Calle, responsable de este proyecto de investigación, premiado como la mejor idea de Sanidad en 2014, que ya se ha introducido en la mitad de las 300 Unidades de Cuidados Intensivos de España incluido Valdecilla y que ha traspasado fronteras.
"El 90% de los pacientes sobrevive a su paso por la UCI, lo que demuestra que no es la antesala del infierno, sino una sucursal de la vida", dijo en su presentación este facultativo intensivista del Hospital de Torrejón de Ardoz (Madrid). Pero "nos hemos centrado en lo puramente científico y tecnológico; ahora hay que trabajar el cuidado emocional, donde hay mucho margen de mejora, porque cada vez sabemos más de la enfermedad pero menos del enfermo". Según explicó, "lo que planteamos con nuestro método, que es exportable a cualquier parte del mundo, son cuestiones de sentido común". Una batería de un centenar de medidas encaminadas a hacer "más humano el paso por la UCI", ese espacio "donde se puede comprobar que un minuto no dura 60 segundos", y que se basan en "el respeto, la sensibilidad, la atención de puertas abiertas, sin paternalismos y con la mira puesta en devolver la vocación a los profesionales".
Ante un aforo de más de 350 personas, Heras abogó por la formación de los profesionales para dar "una vuelta de tuerca" al sistema y trabajar sobre los "cuidados invisibles" con "una herramienta de última tecnología que es la escucha". En este sentido, afirmó que "tenemos que vencer las estructuras físicas y mentales del siglo XXI porque la sanidad del presente se construye entre pacientes, familiares y profesionales", los tres protagonistas de cualquier UCI, los tres pilares del proyecto.
"Los familiares son los grandes olvidados, nadie está preparado para convertirse en la visita", criticó, en alusión a los estrictos horarios que marcan los hospitales para acompañar a un paciente en Cuidados Intensivos. Heras invitó a flexibilizar los protocolos. "Como paciente, hay que plantearse que tal vez le gustaría decidir quién quiere que venga a verle; al tiempo que los familiares necesitan que se les explique qué está pasando, darles la posibilidad de implicarse en los cuidados e incluso adaptar las visitas a su propia planificación, bien ajustándose a su jornada laboral o a la conciliación familiar. ¿Por qué no ampliar los horarios? ¿Por qué no dejar entrar a los niños a la UCI? ¿O a su mascota? ¿Por qué se prohíbe la música? Son cuestiones que hay que plantearse, si funcionan y benefician al paciente ¿por qué no? Con muy poco se pueden logran grandes cambios". Y puso como ejemplo algo tan básico como dotar a los allegados de una sala de espera acogedora, en lugar de fríos e impersonales espacios, a veces reducidos a un simple pasillo.
Tras la primera mesa redonda, en la que, además de Heras, intervino José Juan Burgos, del Grupo Vygon, y Raquel López, receptora de cuidados en Salud Mental, tomaron la palabra Soledad Gallego, gerente del hospital de INCA (Islas Baleares), y María Luz Fernández, profesora en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Cantabria, quien defendió que "la humanización en el ámbito sanitario es una obligación, es inherente a la profesión". Con casi 40 años de experiencia en el campo de la enfermería y la docencia, insistió en la importancia de formar en valores (responsabilidad, respeto, compasión, honestidad, sinceridad, tolerancia) "Tenemos que ser capaces de trabajar en equipo, que no es lo mismo que en grupo, lo que significa ser generosos con los demás, pensar que todos tenemos algo que aportar y unir sinergias". Para esta profesora, "cuidar de la salud de las personas requiere de todos esos valores. Y en la actualidad yo echo mucho de menos el respeto, y me duele. ¿Cómo es posible que alguien que no respeta esté cuidando de alguien? Nada tiene sentido si no se transmite con el ejemplo".
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