Todos los pueblos tienen un gran día. El de la ciudad de Santander fue el día 25 de julio de 1890. Así lo siente la ... población y así lo fija para la posteridad la prensa contemporánea. En junio, causa sensación saber que la empresa taurina se propone encargar carteles de mucho lujo para anuncio de las grandes corridas inaugurales que se verificarán a fines del mes de julio. El periodista Diego Diéguez toma papel y pluma y anuncia contienda: «la hora de la lid se acerca, tendrá lugar en el mes próximo». Santa palabra. Por Santiago habrá una desigual contienda: la plaza de toros nueva (Cuatro Caminos) contra la plaza de toros vieja (Molnedo).
No se ha dicho. Y hay que decirlo. En aquel tiempo, la ciudad de Santander tuvo dos plazas de toros dos por falta de una. Con los papeles cambiados. La plaza de toros que acaba, a levante. Y la que empieza, a poniente. En verso y prosa, el cronista taurino MIXTO produce para la historia taurómaca santanderina dos crónicas de enorme peso testimonial que con sumo gusto exhumo, tras ciento treinta y cinco años mutis, para que conste, si a bien lo tienen, en el reabierto Museo Taurino: «Corrida clausural» y «Corrida inaugural», dos poemas en varios cantos. En aquélla (domingo, 20), intervienen Espartero y El Ecijano frente a astados que destriparon diecisiete caballos. Y en ésta (viernes, 25), «Cara-ancha» y Mazzantini, ante seis astados de Veragua de nulo trapío.
Corridas de toros aparte, Santander tira la casa por la ventana. Memorable día de Santiago. Barcos orlados. Visitantes llegados de todas partes. Pasacalles. Cohetes. Feria en la Alameda Segunda. Atracciones. Dulces. Golosinas. Botas alzadas. Inmenso griterío. Marinos y placenteras anticipando HAMPA en Garmendia. Tintos y blancos. Todo lo cual sublimó «El Atlántico» en un párrafo digno de figurar en los anales de la ciudad en letras de oro: «Los pueblos tienen días: el del nuestro fue ayer». Memoria quede.
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