¿Cogestión o congestión?
Cada vez tolero menos las soflamas políticas de los que no gastan de lo suyo, sino de otros
Días atrás nuestra renovada vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, me dejó perplejo al manifestar que este año trabajará en diseñar un modelo de «cogestión empresarial» para ... que «el qué se produce, cómo y cuándo deben ser ámbitos en los que los trabajadores tengan poder de decisión». Ni Karl Marx, en sus mejores tiempos y con algunas de sus ideas tan trasnochadas, como estas, hubiera dicho algo semejante. Es decir, el empresario invierte su dinero, arriesga su capital en una única alternativa, la suya, monta su empresa y, después, arriesga su futuro con la participación en las decisiones importantes de su empresa, por parte de quienes, jugándose su trabajo, tienen otras o más alternativas de desempeñarlo en otras empresas. Dicho lo anterior y, con todo respeto, permítanos, señora vicepresidenta, que los ciudadanos tengamos parte activa en su Gobierno para que nos tenga en cuenta en sus decisiones; todos, no sólo los que aplauden visiones populistas como con la que ahora se nos ha despachado; y no sólo nos dejen la simple opción de votar, pues lo que un día votamos no sirve para lo que se ejecuta en los cuatro años siguientes. Realmente nuestro voto tiene el valor de un día, después, a saber...
En esa misma intervención en el Círculo de Bellas Artes, tuvo también arte para regalarnos otra perla: «no es aceptable que los tipos máximos del IRPF sean sólo del 45%». Es decir, a usted le parece poco que, entre impuestos directos e indirectos, más la Seguridad Social que pagan las empresas por nosotros, más del 60% de lo que ganamos ni lo veamos. Las empresas se ven obligadas a ajustar sus recursos siendo cada vez más eficientes para sobrevivir y usted y los que nos gobiernan viven sin competencia, durante cuatro años, al menos, pueden ser todo lo ineficientes que deseen y nadie les puede toser porque el mango impositivo está de su lado. ¿Por qué en lugar de fijarse en un economista francés, Thomas Piketty -adalid de la lucha por la igualdad- no se fija en EE UU o en Irlanda, adalides de los impuestos bajos y de las economías más ricas? ¿Por qué quiere subir los impuestos a los ricos y no nos hace más ricos, a los demás, bajándolos?
Por cierto, que cuando uno comprueba que hay políticos que se estrenan desacertadamente en expresiones, maneras y formas y que luego, misteriosamente, se aderezan con maestría en la oratoria, el vestir y la imagen, uno piensa ¡Pues sí que mis impuestos, verdaderamente, sirven para algo! Aunque, en estos casos, no para mi y si con la parte alícuota de mi dinero. Cada vez tolero menos las soflamas políticas de los que no gastan de lo suyo, sino de otros. Qué fácil es ser generoso con el dinero ajeno.
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