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La dimisión

Miércoles, 10 de junio 2020, 07:10

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Parece mentira que, a estas alturas del drama, los partidos y los medios se animen a jugar la imposible carta de la dimisión. No deja ... de tener su gracia en pleno proceso de derrumbe de las instituciones; hay cierto encanto en el contemporáneo retorno a los escrúpulos y a la moral. Desde luego, solicitar la dimisión del adversario es hoy un ejercicio de arqueología, ajeno a un tiempo donde el personal malvive sin más ataduras que las de la cotidianidad. Cuando escuchamos las palabras del representante público que pide la dimisión de un alto cargo, nos vuelven de inmediato al paladar los sabores añejos; aquellos relatos de quien prefirió irse para no comprometer sus principios. La dimisión, en España, tiene para siempre el sello de Nicolás Salmerón, quien siendo presidente, se negó en 1873 a firmar sentencias de muerte. Otro tipo humano.

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