Suicidio y entorno
«No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio» (Albert Camus)
Es insólito en la historia humana que un niño se suicide. Que el pensamiento de no poder más, inunde su voluntad apenas salido de la ... infancia. El suicida quiere la vida, solo está descontento con las condiciones en las que se encuentra. No renuncia a ser como es, pero el dolor de no ser aceptado le va dejando sin aire, actuando igual que un dolor físico constante.
No basta una perspectiva para entender la violencia cotidiana, tiene muchas variables sociales. La realidad total es infinita. La violencia atraviesa todas las edades, hay una necesidad de control externo en el violento. El bullying aparece asociado a un 20% de casos de sucidio en menores. También hay una relación entre economías ultra competitivas y suicidio, Corea del Sur a la cabeza.
En esta alarma social avanzamos entre el miedo, la reflexión, y el diagnóstico; los jóvenes, las familias, piden dar más pasos en acciones protectoras. Nuestro entorno es digital, a los niños los educa Internet; los padres huyen del autoritarismo, cansados, ausentes y muchas veces medicados, quieren a sus hijos y ha disminuido la distancia generacional con ellos, pero en la actual crianza los padres no pueden acceder a su mundo, a sus códigos.
Durkheim estudió el suicidio como fenómeno social, por encima de lo individual. Observó que cuando una persona se ve apartada, se autodestruye, algo así como lo que hacen las células del cuerpo cuando ya no son necesarias, conocido como apoptosis. ¿Qué necesita un niño, adolescente?: sentirse útil, desarrollar su identidad, bienestar económico, compartir herencia social, vivir civilizadamente, tener servicios educativos, sociales y sanitarios.
El adolescente transita por el descubrimiento sexual, búsqueda de referentes, nuevos o viejos. Quiere sobre todo ser parte del grupo de iguales, le falta maduración del pensamiento abstracto, sujeto a inestabilidad emocional y al cuestionamiento de normas. A Sandra, y antes a Claudia y tantas otras y otros niños, adolescentes, se les fue privando de la vida en vida por iguales de su entorno; se les agredió por ser diferentes y no querer renunciar a su identidad.
Los 'bullers' envidian a la víctima por genuina. El perfil de Sandra repite el mismo patrón de víctimas anteriores: brillante, alegre, activa, inocente y vulnerable. Se termina quitando la vida por falta de lo que la sostiene: estar incluida, recibir confianza, afecto, complicidad, ser reconocida tal y como es.
Los jóvenes reciben agresiones digitales, se sienten solos, incomunicados, drogados, disociados, ansiosos, insatisfechos, les da miedo la vida y al tiempo la retan. Quien acosa impone el control en un entorno que no controla. Rompe los límites del otro, las normas de convivencia, desde una rigidez de pensamiento.
El bullying se dirige a quien provoca envidia, extrañeza, vulnerabilidad, falta de respuesta, no sabe relacionarse, es inteligente, buen estudiante, con altas capacidades, a veces con algún espectro autista, o 'raros' que quieren encajar pero no saben cómo. Quien acosa odia, se cree superior, con problemas familiares, impulsivo, agresivo. Con sus actos de crueldad quiere hacer el vacío al acosado, invisibilizarlo. Es la forma ancestral de dominio y sumisión donde el fuerte ejerce el poder sometiendo y destruyendo a la víctima que no puede defenderse por sí misma, si el sistema no la defiende. El buen trato y los vínculos alargan la vida.
A los menores suicidados les han quitado la pulsión de vida, el interés por el mundo a edades en que éstas son energías extraordinarias.
¿Donde engorda la ira, la crueldad y la falta de empatía?, ¿en el patio del colegio, en casa, en los demonios internos? El acosador está herido; el acosado no sabe enfrentarse a agresiones exteriores. Quiere pertenecer al grupo aunque le agredan.
En Cantabria aumentó la inversión un 40% entre 2016 y 2021, en el ámbito educativo. y se han creado diferentes recursos asociativos. Disminuyen los casos de acoso presencial pero aumenta el ciberacoso, los delitos en menores y las agresiones sexuales. En el acoso y las agresiones sexuales lo que se ataca es a la identidad del otro.
Proteger la vida de los menores de las nuevas violencias es la responsabilidad adulta del momento. Talleres y asociaciones contra el bullying como Tolerancia 0 al bullying Cantabria, entre otras, hacen un gran trabajo.
Son urgentes iniciativas psicosociales creativas para trabajar lo que no se entiende, lo que no se controla y también recuperar la asignatura de ética. El 54% de chavales de 15 años se siente insatisfecho por la vida y ha aumentado a 1 de cada 6 según el último informe PISA.
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