¿Estudias o trabajas?
Se trataba de romper el hielo una noche cualquiera, en cualquier bar. La frase terminó por resultar tan previsible como manida, convirtiéndose en toda una declaración de intenciones. Era la época en que dentro de los bares se podía fumar un cigarrillo detrás de otro y el personal lo daba todo bailando El Último de la Fila y Radio Futura. Sí, amigos, los 80 eran otra cosa. Sobre todo, en la política. Quizás, por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, muchos tenemos la sensación de que los políticos de aquel momento gozaban de mayor preparación, superior poso intelectual y, casi siempre, excelentes maneras de saber estar.
Lo digo porque no ha sido ésta, precisamente, la semana más edificante para nuestros representantes. Resulta que el alcalde más joven de Cantabria, a fuerza de serlo, había dado a entender en su perfil de una red social que ya había finalizado unos estudios que todavía sigue cursando. Tuvo que matizar su preparación después de que el volcánico ministro de Transportes, Óscar Puente (¿y los trenes, para cuándo?) pusiera el grito en el cielo. «Estudia, que siempre queda algo», me repetía un profesor.
Claro que quien trabajaba y acabó de encarrilar su futuro profesional por la vía rápida fue el exalcalde de Cartes. Un concurso por aquí, una estabilización por allí, 100 puntos, tope gama y, si la convulsa vida de su partido acaba como el rosario de la aurora, le queda el Ayuntamiento de por vida para llegar a final de mes. Y, puestos, a su hermana, también. Legal, lo será. Tanto como mucho más que discutible desde el plano moral.
Desde hace años, cuando reflexiono sobre la valía de cualquiera de nuestros políticos, siempre tiendo a hacerme las mismas preguntas: «En caso de abandonar la política, ¿cuáles son sus cualidades? ¿en qué empresa trabajaría y quién contrataría sus servicios como profesional?». Me gustaría responderme que hay de todo, pero no. Escasean los políticos con cierta trayectoria laboral, no digamos ya de lustre, y abundan aquellos que han hecho de la política su única forma de vida, convirtiéndose en peritos de la rex pública y disfrutando de un estatus que no gozarían en cualquier otra situación. En esto, me temo que no hay liberales o progresistas. Todos son conservadores porque tienen miedo a perder su privilegiada situación. Reaccionarios de los pies a la cabeza.