Situación de la región
T al y como manifestaba hace poco en esta misma columna, escribir sobre la economía de Cantabria no me resulta tarea sencilla. Pese a ello, ... decía, creía que era mi obligación hacerlo de vez en cuando, pues así ustedes podrían hacerse una idea general, en mi opinión no sesgada, de cómo estamos y cómo nos comparamos con los demás. Pues bien, si en aquella ocasión lo hacía planteando el tema en términos un tanto abstractos, sin apoyo estadístico efectivo, ahora, y merced a dos recientes publicaciones (una del BBVA y otra del INE), vuelvo a las andadas, bien que con el soporte estadístico que ambas publicaciones ofrecen.
De acuerdo con las mismas, y en esto corroboran lo que también sostienen otras fuentes, es obvio que la economía cántabra, aunque relativamente sólida, lleva, al igual que la del conjunto nacional, un tiempo inmersa en un claro proceso de desaceleración que, parece, continuará en el futuro inmediato: en concreto, mientras que el INE situó el crecimiento del PIB en 2024 en el 2,3% y el BBVA lo eleva hasta el 2,9% (¿cómo se explica esta enorme discrepancia), las previsiones de esta última institución lo sitúan, respectivamente, en un 2,5% en 2025 y 2,2% en 2026
Al examinar esta clara desaceleración de la actividad económica en la región, tres hechos llaman la atención. El primero de ellos es que, en términos relativos, los registros mencionados son, en todo momento, inferiores a los nacionales, lo que significa que, poco a poco, nuestro peso específico en la economía del país (y, por lo tanto, en la política) va disminuyendo de forma evidente. El segundo es un tanto engañoso, pues se refiere a que, en términos per cápita, nos comportamos mejor que la media nacional, esto es, convergemos hacia el PIB por habitante medio del país; la explicación a esta aparente incongruencia es tremendamente sencilla pero muy negativa para la región: nuestra evolución demográfica, el crecimiento de nuestra población, es menor que el del conjunto nacional. El tercer hecho que llama la atención, al menos en mi caso lo hace, es que calificar al crecimiento previsto para este año y el próximo como sólido, parece un tanto exagerado, pues se justifica única y exclusivamente en que las perspectivas para la UE son peores que para Cantabria y España.
Para abundar en esta última cuestión, y sin ningún ánimo de cargar las tintas, pero tampoco de ocultar la realidad, es preciso subrayar, y así lo hace implícitamente el informe del BBVA, que el crecimiento del empleo en la región (que es, en buena medida, el espejo del crecimiento del PIB) se basa sobre todo en el buen comportamiento de los servicios públicos; por el contrario, el sector industrial, que, pese a todo, pasa por ser el pilar fundamental de la economía montañesa, está actuando de forma bastante contenida en lo que a creación de empleo se refiere. También, cómo no, desde el punto de vista productivo, tal y como muestra la evolución del IPI, bastante peor, por cierto, que a escala nacional.
Asimismo, la, a mi juicio, endeblez (o falta de solidez) del crecimiento en la región se manifiesta también en que el mismo es muy diferente según cual sea el área geográfica considerada: mientras que el aumento del empleo va relativamente bien en lo que conocemos como el Arco de la Bahía, su comportamiento es mucho más problemático en el resto de la región.
Para finalizar, y de acuerdo con los últimos informes del BBVA (el aquí mencionado y otro previo), se subraya que, a corto y medio plazo, los dos aspectos más preocupantes para la economía de Cantabria son la elevada incertidumbre a la que se enfrenta la misma y la lenta recuperación (creo que sería más justo hablar de estancamiento) de la economía europea. Ambas cosas están debilitando nuestro potencial exportador y, dado que nuestras importaciones (sobre todo las de bienes de equipo) siguen aumentando, están contribuyendo al deterioro de la balanza comercial. Es por eso que, en términos de demanda agregada, el crecimiento esperado en la región se seguirá sustentando en el dinamismo del consumo, tanto público como privado, y, en menor medida (y según parece apoyada por el impulso fiscal), en la inversión.
Como se ve, y pese al eufemismo del que hacen uso todo tipo de informes, una situación y unas perspectivas plagadas de luces y sombras, con un resultado final bastante discreto. Vamos, lo mismo que decía hace dos semanas.
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