Un día de guardia cualquiera
Santiago Raba
Vicepresidente del Sindicato Médico
Miércoles, 15 de octubre 2025, 07:22
Leo, anestesista del hospital Valdecilla, 50 años, 25 de experiencia profesional. El viernes 3 de octubre le toca guardia. A su jornada ordinaria de 08 ... a 15 horas deberá sumar una complementaria obligatoria hasta las 10 de la mañana del sábado. Un día normal atendería un quirófano programado. Hoy es un poco diferente. Hay huelga de médicos y está de mínimos.
El motivo es que los médicos piden disponer de un estatuto propio, como el resto de colegas europeos u otras profesiones de nuestro país, como profesorado o judicatura. El hecho de no disponer de uno hace que los médicos, al ser el colectivo más minoritario de trabajadores, no tengan representación alguna en las mesas de negociación y sus condiciones laborales sean negociadas por otros trabajadores como celadores, auxiliares y enfermeros.
En los mínimos solo se atienden urgencias así que Leo espera que al menos la mañana sea un poco más tranquila que un día ordinario. Falsa esperanza. A las 08:30 suena el busca. Hay dos fracturas de cadera que no se pudieron hacer la tarde anterior por su estado de salud y, una vez estabilizadas, hay que intervenirlas. Tienen 95 y 96 años. Pacientes con múltiples patologías. Hace ya tiempo que son así. Lo fácil se externaliza a la privada. Esto origina problemas en hospitales docentes como Valdecilla porque, al desaparecer los pacientes menos complejos, los residentes no adquieren una curva de aprendizaje adecuada.
Pasa ya el mediodía cuando suena otra vez el busca. Los dos días previos han sido pródigos en donantes, quedan varios trasplantes pendientes y el tiempo de isquemia se agota, así que en cuanto acabe con lo que tiene tendrá que echar una mano.
Termina a las 14:45 y baja corriendo al comedor de personal. Tiene suerte. Hay una paella potable. La comida es habitualmente mala. Se rumorea que el hospital paga a la concesionaria 4,5 euros por menú, así que la calidad no ha hecho más que disminuir en los últimos años.
Come en 20 minutos y a las 15:30 está de nuevo en quirófano. Le esperan dos trasplantes. Hacia las 21:30 vuelve a sonar el busca. Es de la UCI. El primer trasplante está sangrando. Hay que volverlo a meter urgente en quirófano, pero están con el segundo. No pueden ir a cenar así que traen unos tápers del comedor. El menú es la misma paella, recalentada. A las 02:20 de la madrugada por fin termina y se encamina a su habitación.
Leo es un afortunado porque dispone de una individual con baño propio. En algunos sitios son cubículos sin ventanas de 6 m2 con baños compartidos y sin ninguna zona de estar.
Consigue conciliar el sueño sobre las 03:00 no sin mirar de reojo al busca, que puede volver a sonar en cualquier momento. Lo hará a las 07:00. Hay que valorar otra urgencia.
Se consuela, peor suerte tiene Ramón, 30 años, el R5 de cirugía. Quería haber hecho la huelga, pero necesita ganar un poco más de experiencia en trasplantes porque en unos meses habrá terminado su residencia y ya no habrá nadie que lo supervise. Ayer se quedó a ayudar con las extracciones, sin cobrar, por supuesto, y terminó a las dos de la madrugada. Hoy lleva todo el día en quirófano, pero al menos está de guardia y le pagarán 25 euros brutos la hora.
Tras salir del quirófano tiene que subir a urgencias. Si no se complica terminará antes de las cuatro. Habrá dormido unas 8 horas en dos días.
Ha sido un estudiante brillante. Acabó la carrera en seis años. Sólo tardó uno en sacar el MIR con nota alta, lo que le permitió escoger la especialidad que quería, empezar su residencia y cobrar su primera nómina con 25 y ahora, tras 5 años de experiencia, con su sueldo de 1.300 euros brutos y las guardias puede pagar los 700 euros de renta de un apartamento. Un residente del primer año que haya secundado la huelga y viva de alquiler, tendrá que pedir dinero a sus padres. Su hora de guardia apenas llega a los 18 euros.
A las 09:45 van llegando los compañeros de relevo. Tras repasar toda la tarea pendiente y hacer el cambio de guardia pasan a hablar de la huelga.
Hay indignación con la actitud de la Consejería, que ha evitado dar cifras de quirófanos y consultas programadas suspendidas porque sabe que ha estado todo parado.
Luego sale a colación la actitud de los diferentes partidos y empiezan las chanzas: «Parece que Vox apoya lo del estatuto propio. A este paso va a ser el partido más europeísta». «Los de izquierdas nada, en su guerra cultural diciendo ahora que el mérito es una cosa de ricos, no de la clase trabajadora» ¿Y el PP?, pregunta Leo. «El partido Ni-Ni sigue Lost in Translation», le responde con sarcasmo una compañera.
Peor aún, comentan sus compañeros, es lo de la Mónica, que dice que lo del estatuto propio va contra un sistema nacional de salud cohesionado. Tiene bemoles, piensa Leo, que ponga esa excusa cuando es ministra gracias al apoyo de partidos separatistas, su propio partido apoya la autodeterminación y defiende un sistema con 17 calendarios vacunales diferentes, 17 carteras de servicios distintas y donde no se puede tener acceso a la historia clínica de los pacientes desplazados de otras comunidades.
A las 10:20 se despide de sus compañeros. Recorre andando los dos kilómetros que lo separan de su domicilio para despejarse un poco. Mañana domingo, a las 10:00 entra de nuevo de guardia hasta el lunes a las 08:00. En sus auriculares suena Phil Collins, 'Another Day in Paradise'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión