La sumisión
Ser sumiso es perder el alma y convertirnos en un pequeño animal, sin capacidad de juicio, sin libertad
Hay pocos comportamientos que me enerven tanto como el de las personas que se someten al poder, sea este el que sea, de otros. La ... sumisión al jefe, a la pareja, al profesor, al padre, al tutor, a la autoridad, al poder en su máxima expresión, puede llegar a ser un sinvivir de infelicidad que nos convierta en seres desprovistos de toda personalidad.
El diccionario de la RAE nos dice que es un sometimiento de alguien a otra u otras personas. Esta anulación de nuestra personalidad se puede deber a múltiples razones: por dinero, por poder, por supuesto amor, para no denunciar un pasado, por debilidad de carácter, por los hijos, por los padres, etc. Cuidado que hay tantos tipos de sumisión como colores. Hay sometimientos derivados de chantajes emocionales que no nos permiten manifestarnos con la libertad debida frente a quien nos atemoriza con lastimarse o algo más grave si no le otorgamos la sumisión que nos exige.
Ser sumiso es perder el alma y convertirnos en un pequeño animal, sin capacidad de juicio, sin libertad, sumido a los designios de la persona o personas a las que nos sometemos. El que ejerce ese poder es como el adulto que abusa de un niño, como el rico que desprecia a un pobre, como el ser inhumano que maltrata a un hijo o a su pareja. Además, quien somete a alguien lo quiere hacer hasta el infinito y más allá, no contempla que esa prerrogativa se llegue a perder nunca, quiere que sea eterna.
¿Qué hacer para no ser sumiso? Rebelarnos frente a quien nos pretenda tiranizar o imponer su criterio por el simple hecho de someternos. La rebeldía o la desobediencia frente al dictador es el único medio de, algún día, conseguir liberarnos de la opresión. Eso sí, no debemos confundir opresión con normas o reglas comúnmente establecidas como en el orden social, laboral o paterno filial. Tampoco debemos confundir la sumisión con la humildad, ser humilde es contemplar la vida desde la perspectiva de que hay muchos que son mejores que tú y que es mucho más lo que tienes por aprender que lo que sabes. Hay quienes pretenden que seamos sumisos calificando la sumisión como humildad; esto sólo sucede, de nuevo, por interés del opresor terrorista de nuestras propias libertades.
Pero, lo más importante que debemos saber es que no existe nadie bajo la faz de la tierra que tenga razones poderosas como para someternos y si lo consigue es, bien porque nosotros se lo permitimos o bien porque tiene algún arma de destrucción masiva de nuestra propia autoestima. La libertad del que somete o pretende someter nunca puede estar por encima de la libertad del pretendido sumiso a sus deseos o instintos. Ante el poder fáctico, siempre, siempre, insumisión.
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