Tiempo de cerezas
Pasamos el ecuador de mayo. Los rayos de sol ya calientan un poco y salimos a la calle en manga corta. Tiempo de cerezas. Es ... la época en la que los estudiantes se aplican de cara a los exámenes de final de curso. Primero los que vayan a realizar la EBAU. Luego el resto de los diferentes niveles educativos. Un periodo de urgencias, de recuperación del tiempo perdido o de consolidar lo conseguido. El horizonte del verano y sus atractivos lúdicos se contempla próximo.
En medio de esta tensión estudiantil surge un suceso en Puente San Miguel que conmociona a todos. De nuevo una pelea entre jóvenes en fin de semana y la consecuencia de una agresión a uno de ellos. Sería fácil y cómodo despacharlo como algo que pasa excepcionalmente. Sólo faltaría que fuera habitual. Pero si sumamos las noticias que proceden de otras ciudades, de Cantabria y del resto del país, debiera preocuparnos, y mucho. Bandas organizadas o espontáneas, venganzas, provocaciones, tráfico de sustancias prohibidas, acoso y agresiones a chicas, también a homosexuales y minorías… Pedagogos, psicólogos, educadores, tienen mucho material para reflexionar. ¿Una posible relación con familias desestructuradas? Probablemente. ¿Las redes como una conexión con la violencia y amenazas? Casi seguro que sí. ¿Las alteraciones de su conducta por el alcohol y otras químicas? Tal vez. ¿Unos adultos que no les ofrecemos un modelo de conducta y sí el sálvese quien pueda? Quizás.
Pero a veces desmoraliza un poco el saber que estos jóvenes han pasado por unas aulas y han tenido unos profesores que les han hablado del respeto a las personas y a sus ideas, al medio ambiente, que han dedicado un esfuerzo a su formación para complementar a la realizada por sus padres o tutores y con un hecho puntual pueden cargar en su memoria con un recuerdo que lamentarán toda su vida. Ellos y sus padres. Especialmente los de las víctimas. Esperemos que no les estigmatice.
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