Una vela
Existen velas con toda clase de formas, colores, tamaños y aromas. Las velas brillan con luz propia, el propósito es iluminar y encender otras. Una ... sola bujía puede desafiar y definir la oscuridad y siempre es mejor encenderla que estar rodeado por la tiniebla. Puedo maldecir la noche o puedo encender una vela. La elección es solo mía. Por la noche una vela es más brillante que el Sol.
Todo el mundo es una, pero no todos están encendidos. Una idea, un propósito enciende mil almas. La curiosidad es la mecha en el aprendizaje. Impartir conocimiento es encender las velas de otros hombres en nuestra lámpara sin privarnos de ninguna llama. El maestro es como la luminaria que enciende a otros sin importarle consumirse a sí mismo.
Decidir ser luz es una decisión tan trascendental que al primero que ilumina es a uno mismo. Sabes que estás envejeciendo cuando las velas cuestan más que la tarta. Apagarse es ley de vida, pero mejor apagarse iluminando a los de alrededor. Nuestras palabras pueden apagar la luz que habita en el otro. Por el contrario, el amor, tiene mucho más poder que la llama de los cirios, pues puede encender las estrellas.
El recuerdo arde más brillante en Navidad. En las mesas navideñas se enciende una lamparilla por los que se han ido. Francisco, Amelia, Joaquín, Antonio, Guito, Celestino, Santi, Manolo, Luis, Pepe, Esperanza, Luisa, Martín, Valentina... no verán más la luz del amanecer, ni el nuevo año, pero seguirán siendo faro en las vidas de los que amaron. En la catedral de mi corazón siempre se encenderá una vela por ellos.
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