Mantecón y Marcos resuelven el puzle de la estela fragmentada de Barros
El estudio arqueológico encargado por el Ayuntamiento de Los Corrales responde a las dudas sobre la distinta coloración y el difícil encaje de las piezas
En 1997 la ermita de Barros vio como profanaban sus muros para extraer seis fragmentos de una gran estela, seccionados para ser piedras angulares de ... ese templo e incluso para utilizarlos como dintel de la entrada a la sacristía. Aquella extracción formaba parte de un proyecto más amplio, la recuperación y estudio de esas piezas y su exposición en lo que ya se planteaba iba a ser un centro de interpretación de las estelas gigantes halladas en Los Corrales de Buelna. Tuvieron que pasar dos años para que el 11 de junio de 1999 se mostrara al mundo la fusión de esos fragmentos, unidos en una única gran rueda. El resultado era impresionante, una estela aún mayor que la de Barros, cosida con hormigón cual doctor Frankenstein.
Aquel puzle en piedra terminó expuesto en un Parque de las Estelas que se inauguró el 12 de julio de 2001 y en el que se situó como pieza protagonista uno de los principales símbolos de Cantabria: la Estela de Barros.
Habían pasado cuatro años desde que los muros de la ermita devolvieron los fragmentos. Pero no hubo que esperar tanto para que emergieran las primeras dudas sobre el forzado enlace de piezas. Unos meses más tarde distintos expertos hablaban ya de que eran partes troceadas de al menos dos grandes estelas, asegurando que el rompecabezas no encajaba. La estela fragmentada, como se la empezó a conocer, se convirtió en el patito feo del parque, pozo sin fondo de debates interminables.
Desde entonces muchos se han sumado a esa teoría, incluso no la desechaban las dos personas que ahora están realizando el primer estudio serio sobre las estelas de Los Corrales, los arqueólogos Lino Mantecón y Javier Marcos. Pero la realidad es tozuda, y cuanto más estudiaban esos fragmentos más crecía la teoría de que, finalmente, es muy posible que terminen perteneciendo a una única estela.
El distinto color de las piezas y el encaje más que discutible contradecían esa teoría, pero había explicación para todo. «Estamos en proceso de estudio todavía, la fotogrametría que hemos encargado nos ayudará a saber algo más sobre las piezas, pero es posible que la estela sea solo una», decía Lino Mantecón. Explica, sobre el encaje, que los fragmentos pudieron colocarse «algunos centímetros» desplazados, pero insiste en que «hemos visto con detalle varias cuestiones que pueden ser esclarecedoras». Utilizando un programa informático han podido hacer algunos cálculos preliminares que permiten encajar mejor los fragmentos. «El problema es que esos fragmentos se retallaron en su día para utilizarlos en la ermita y por eso es complicado encajarlos ahora, porque faltan algunas partes».
En ese punto expone otra teoría. Todo apunta a que las estelas de Barros y las de Lombera tuvieron una confección distinta. Las de Barros, «a compás», con un contorno perfecto, las de Lombera, «más a vuelapluma».
Quedaría la cuestión de la coloración, y la explicación en este caso obedece a que los fragmentos enterrados «pudieron estar contaminados con algún tipo de óxido», algo que no ocurrió con la pieza que se utilizó como dintel de la puerta a la sacristía.
Con todo, sería extraño que fueran dos o más estelas sin que hubieran aparecido otras piezas o que las encontradas coincidan en tamaño, forma y dibujo.
El estudio sobre las estelas que el Ayuntamiento de Los Corrales ha sufragado ha tenido otras consecuencias, como la situación original de las grandes ruedas, con una de las caras más expuesta a las inclemencias meteorológicas. En la Estela de Barros se puede comprobar perfectamente. La cara elegida como principal en el parque es la que menos ha sufrido el paso del tiempo, la lluvia, el granizo o las heladas. Al observar el revés se ven las alteraciones, una textura granulada, con muchos y pequeños huecos que obedecen a los cambios de temperatura, los efectos de las gotas de agua congeladas, el viento y la lluvia golpeando siglo tras siglo esa cara. Seguramente en su situación original estaría orientada al norte o noroeste, mientras la mejor conservada miraría hacia el sur, sureste, apunta Mantecón.
Entre tanto, sigue avanzando el proyecto de contextualización de las estelas. Ya se han dado dos pasos esenciales. La fotogrametría, realizada por Pablo Pérez Vidiella, tanto de los ejemplares del Parque de las Estelas como los del Mupac, y la prospección con georradar, a cargo de la empresa Gim Geomatics (Vicente Bayarri y Jesús Herrera). Ahora a Lino Mantecón y Javier Marcos les toca seguir encajando piezas para resolver más enigmas sobre las grandes ruedas de Los Corrales.
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