Preocupación en San Felices por la «falta de control» de un albergue no regulado
El antiguo colegio Divina Pastora de Rivero acoge a medio centenar de personas, entre ellas a «familias integradas en un momento difícil»
Los vecinos de San Felices de Buelna están preocupados por las noticias que han tenido como protagonista estos días el albergue no regulado que aprovecha ... las instalaciones del antiguo colegio de la Divina Pastora de Rivero. Dos recientes incidentes han hecho que salga a la palestra la utilización de ese edificio como refugio habitual para más de medio centenar de personas de distintas nacionalidades y edades muy variadas.
Los vecinos del entorno no ocultan su inquietud por la inseguridad que les genera la falta de control de los residentes sin techo que han terminado viviendo en el antiguo centro escolar. Algunos lo hacen airadamente, pidiendo una solución que, al menos, garantice quiénes y en qué condiciones acceden al edificio. Y aseguran que entre los moradores en el lugar «hay gente que pone en riesgo nuestra seguridad y la de nuestras familias». Lo decían la pasada noche, alertados por la presencia en las inmediaciones del viejo colegio de dos dotaciones de la Guardia Civil, un vehículo del Servicio de Emergencias de Atención Primaria y una ambulancia del 061.
El incidente no fue más allá de un conato de incendio y un trasladado a Valdecilla, pero los vecinos afirman que el suceso «ni es el primero ni será el último». Dirigen sus quejas, en primer lugar, a la Congregación de la Divina Pastora, «responsable de la falta total de conocimiento sobre lo que realmente está pasando aquí», y también al Ayuntamiento, del que quieren una respuesta «que nos dé tranquilidad».
Precisamente en el Ayuntamiento comparten el desasosiego sobre el «necesario» control de entradas y salidas, ha explicado el alcalde, José Antonio Cobo González, al incidir en que, como premisa, poco se puede hacer desde la administración local al tratarse de un edificio privado en manos de una congregación religiosa.
Alcalde y vecinos comparten la necesidad de controlar cuántas personas acceden al albergue
También está intranquilo, pero no por la inseguridad que puedan generar la mayoría de las personas que se han instalado en esos locales, «familias enteras que tratan de superar un momento difícil y que esperan mejorar su situación», algunas de las cuales le han trasladado esta semana su miedo a que se cierre el edificio, único techo que les puede albergar. A Cobo lo que le preocupa más es «la generación indebida de alarma social y odio basado en bulos sobre lo que sucede realmente en ese edificio». Reconoce que esa falta de control ha provocado situaciones comprometidas entre los refugiados, «pero no tengo constancia de altercados fuera de sus muros».
Desde la Congregación religiosa propietaria del centro se limitan a señalar que «las cosas se han sacado de quicio»
El regidor lamenta que la visión sea «tan sesgada» cuando «este es un sitio privado donde en su día han abierto las puertas para que entre gente necesitada, familias integradas que simplemente necesitan un techo». Y se reafirma al asegurar que la presencia de niños y adolescentes debería ir unida a un mayor control de los allí ubicados. «No hay una persona responsable que regule los horarios de entrada o de salida, que controle a las personas que acceden o la gestión interior del centro. Ese es el problema, y así lo he hablado con, en este caso, la superiora de la congregación, para decirle que un acto solidario sin ningún tipo de supervisión, al final, provoca problemas de convivencia. Si añades que hay menores, se requiere extremar las precauciones».
El alcalde también ha informado de la situación a Servicios Sociales y en más de una ocasión lo ha abordado con las fuerzas del orden. Y ha terminado lamentando que «hay personas que de forma panfletaria e irresponsable están generando con sus comentarios en redes sociales una gratuita sensación de alarma social y de inseguridad ciudadana que no se corresponde con la realidad en el municipio».
Desde la Congregación religiosa propietaria del edificio han rechazado hacer declaraciones. Se limitan a señalar «que las cosas se han sacado de quicio».
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