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DANIEL FERNÁNDEZ
Lunes, 9 de abril 2018, 11:24
En artículos anteriores hemos hablado de las peculiaridades que caracterizan a la cultura pasiega no solo en sus tres villas: San Roque de Riomiera, San Pedro del Romeral y la Vega de Pas, sino también en sus zonas de influencia, sobre todo en la comarca de Miera. Entre estas peculiaridades hemos conocido la tipología de las cabañas, costumbres como la muda o los utensilios dedicados a las labores del campo tan característicos como el cuévano, la belorta o los cajones del abono.. etcétera.
Hoy vamos a centrarnos en una construcción muy peculiar tanto de zonas pasiegas como merachas como son los cubíos denominados 'cubillos' en la zona de Miera y conocidos también como 'bodegos o nataderos'. Un cubío es un hueco natural utilizado en el pasado como fresquera para natar la leche y conservar los productos elaborados con ella. Su función es la de conseguir un ambiente frío que favorezca la conservación de los alimentos, sobre todo leche, quesos o mantequillas. Teniendo en cuenta la abundancia de la roca caliza y los paisajes kársticos de la zona pasiega, para su construcción se aprovechaba la orografía de este relieve, buscándose la proximidad a la cabaña o grupo de cabañas, además de alguna cavidad o hueco con 'oruna' que es como los pasiegos denominan a las corrientes de aire que salen del subsuelo. Su tamaño suele ser reducido, no superando nunca los 4 o 5 metros cuadrados, está semienterrado, rematado con grandes lajas de caliza y cerrado con una pequeña puerta lo que consigue generar un ambiente y una temperatura similares a una cueva.
No está claro en que fechas se comenzó a construir este tipo de edificación, las fuentes no se ponen de acuerdo sobre si fue a finales del XVIII o ya avanzado el siglo XIX; lo cierto es que a final de este siglo parece contrastado que la refrigeración se realizaba gracias al hielo transportado desde neveras locales como la de Fiñumiga en Mirones.
Los 'bodegos o budigos' son pequeñas construcciones, generalmente cuadrangulares, aisladas o adosadas a cabañas, cubiertas con techo de losas y, a veces, tierra. Cumplían la misma función pero su construcción era más en superficie y solían estar asociados a alguna fuente o pilón de agua. Tanta era la importancia de estas construcciones que incluso algunas cumbres tienen esta denominación, como le ocurre a la Porra de los Cubíos cerca de Valdició.
Con la emigración de la población, el abandono de las zonas de muda y la llegada de la electricidad, el cubío ha dejado de tener sentido. En la actualidad muchos de estos elementos singulares se cuentran abandonados o en estado ruinoso.
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